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Claves para facilitar el aprendizaje de la lectoescritura

Enseñar a leer y a escribir a niños en la etapa Infantil o aprender, si se trata de niños con dificultades en Primaria, se consigue con una metodología adecuada y el fomento de habilidades fundamentales.

Un requisito indispensable del aprendizaje en la infancia es retener los símbolos de las letras.

La escritura y la lectura son grandes puertas para la vida. Son básicas para un sinfín de otros aprendizajes. Sin embargo, se requiere de estrategias adecuadas para que los niños no solo escriban y lean, sino que además, amen la escritura y la lectura.

Que eso se logre suele estar muy marcado por la forma y el momento en que los niños aprendieron estas habilidades.

La repetición tediosa de ma ma ma, me me me, mi mi mi, o enseñar a escribir “cuanto antes mejor”, en muchas ocasiones lo que consigue es una aversión a las letras y a la lectura, porque lo ven difícil y aburrido.

Sin embargo, el aprendizaje de la lectoescritura puede ser fácil, rápido y ameno.

Ocurre que para eso hacen falta dos cosas fundamentales:

  • Que el niño disponga de las habilidades motrices, sensoriales y cognitivas involucradas en la lectoescritura, que su cerebro, cuerpo y emociones estén preparadas para aprender de forma efectiva y rápida.
  • Que seamos capaces de enseñarles de forma atractiva y motivadora.

Por un lado, es necesario un terreno propicio para el aprendizaje y por el otro una metodología adecuada de enseñanza.

A continuación, vemos estos dos aspectos.

Preparar el terreno

Sería recomendable empezar con la enseñanza formal de la lectoescritura a partir de los 5/ 6 años.  Esto lo venimos experimentando hace más de 100 años en las escuelas Waldorf y entre tanto, lo verifica la neurociencia.

Más efectivo que estar durante toda la etapa de educación infantil “machacando” con fichas repetitivas de letras es dedicar esos años a preparar las habilidades que facilitarán su aprendizaje. Entonces, en pocos meses los niños adquieren la lectoescritura sin tormentos ni lágrimas.

Muchos niños se ahorrarían pasar prematuramente por la experiencia del “no puedo” que en muchas ocasiones les predispone para el fracaso escolar.

Por supuesto, hay niños que ya con 4 años tienen su biología y su actitud preparada,  sin embargo en la escuela deberíamos garantizar un aprendizaje fácil y agradable para la mayoría.

¿Cómo podemos preparar el terreno, esas condiciones propicias para que la lectoescritura florezca? Te muestro dos claves indispensables:

  • Más movimiento:

Impulsar espacios en el aula donde los niños puedan entrenar su cuerpo, moviéndose libremente y a través de actividades que involucren la motricidad fina y la coordinación óculo- manual de forma lúdica y creativa (¡sin letras!)

De ese modo inhiben reflejos, maduran su lateralidad, su orientación espacial y su coordinación corporal, requisitos indispensables para coger correctamente un lápiz, estar sentados erguidos, mover los ojos en la lectura y orientar las letras.

  • Más lenguaje oral:

Antes de escribir es indispensable disponer de una buena conciencia fonológica, de la capacidad de distinguir las distintas palabras, sílabas y fonemas individuales. Para ello se requiere un buen manejo del habla, algo que estimulamos de forma amena a través de canciones y rimas.

Además de hablar y cantar, es importante aumentar la narración oral de cuentos. En ellos los niños aprenden vocabulario, que es la base del amor a la lectura y, además, ayuda a madurar la capacidad de representación mental, un requisito indispensable para retener los símbolos de las letras y más adelante, para disfrutar de la lectura.

Sembrar (enseñar) con gracia y alegría

Como hemos visto, la siembra de las letras requiere de un terreno fértil. Y si además garantizamos que la manera en la que las ofrecemos es amable, entonces tendremos más posibilidades de que estos conocimientos se enraicen correctamente.

A la hora de enseñar las letras es importante poder generar un aprendizaje significativo, que se quede impregnado en la memoria, que a la vez sea bonito y que siga consolidando las habilidades básicas que hemos mencionado.

Lo logramos si tenemos lo siguiente en cuenta:

  • Involucrar al máximo el cuerpo y los sentidos.

Que experimenten las letras a través de todo el cuerpo y del tacto, en distintos tamaños, superficies y materiales. Además de ser más divertido, aporta un aprendizaje más profundo.

  • Rimas con movimiento y trabalenguas.

Que experimenten las cualidades de cada sonido y las emociones correspondientes con cada uno. Todo esto además de afianzar su propia habla y conciencia fonológica, permite a los niños crear un vínculo afectivo con cada fonema, sentir sus matices y diferencias, a la vez que amplían su propia percepción emocional.

  • Cuentos.

Enseñar las letras a partir de imágenes en el contexto de un cuento, aporta imaginación y da significado a las letras, que de otro modo los niños ven como símbolos abstractos, arbitrarios y fríos.

Es el método empleado en las escuelas Waldorf.  Por ejemplo, se enseña la letra “M” mayúscula a partir de la imagen de una montaña, a través de un cuento en donde aparezca una montaña.

Puedes aplicar con creatividad estas claves adaptándolas a tu situación.

Si eres maestra de educación infantil y tienes que enseñar las letras en esta etapa, puedes implementar todos los aspectos a la vez, fomentar las habilidades básicas previas, mientras enseñas con creatividad y de forma multisensorial.

Y si se trata de niños de primaria con dificultades en esta área, te servirá para recapitular habilidades no conquistadas y volver a enamorarlos de la escritura y de la lectura.

(*) Tamara Chubarovsky es la creadora de las Rimas con Movimiento® y de Thono®, así como del uso del cuento como herramienta pedagógica. Reconocida especialista en las dificultades del aprendizaje (pedagogía de apoyo/extra lesson) y en pedagogía de emergencia (trauma infantil).

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