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Tipos de radiaciones en el trabajo y cómo afectan

Aunque las radiaciones forman parte de nuestra vida cotidiana, resulta esencial diferenciar entre las no ionizantes y las ionizantes, porque estas últimas sí pueden entrañar peligro para la salud.

Uno de los tipos de radiaciones en el campo de la medicina es radioterapia para el cáncer
Mujer sometiéndose a una radioterapia.

La radiación se encuentra en la vida cotidiana de los ciudadanos en muy diversas formas: luz solar, ondas de radio, Wifi, rayos X, microondas… Sin embargo, los efectos de la exposición a unos tipos de radiaciones u otras no son comparables. Por eso, cuando se habla de radiaciones en el trabajo es vital entender la diferencia entre las ionizantes y las no ionizantes para poder salvaguardar la salud de los operarios.

La radiación es un tipo de energía que se mueve de un lugar a otro, de forma tal que puede ser descrita como ondas o partículas. Entre las fuentes de radiación más conocidas están el sol, los hornos microondas o los aparatos de radio. Dependiendo de la cantidad de energía que emiten, pueden dividirse en radiaciones ionizantes y radiaciones no ionizantes.

Así, en función del tipo de radiación del que se trate, será preciso adoptar las pertinentes medidas de protección de la salud y del medioambiente ante sus efectos, al tiempo que se aprovechan sus múltiples aplicaciones. El Máster en Prevención de Riesgos Laborales online (PRL) de UNIR forma a profesionales para identificar, evaluar y gestionar los riesgos asociados a estas radiaciones.

Radiaciones ionizantes

Las radiaciones ionizantes tienen la capacidad de arrancar electrones de la corteza de los átomos y, por tanto, ionizar la materia, produciendo daños irreversibles en los tejidos. Se trata de modificaciones a nivel atómico que suelen implicar la producción de iones (átomos con carga eléctrica), de ahí el término ionizante.

Algunos ejemplos de radiaciones ionizantes en el trabajo:

  • Uso de rayos X en instalaciones médicas.
  • Radiación gamma para tratamientos oncológicos y para la esterilización de material sanitario.
  • Manipulación de material radioactivo en la industria.

Radiaciones no ionizantes

Las radiaciones no ionizantes, por otro lado, carecen de la energía necesaria para ionizar átomos, pero aun así, pueden afectar la salud. Por ejemplo, existen trabajadores que se ven sometidos a radiaciones ultravioleta, bien sea por trabajar en exteriores bajo el sol, o por utilizar fuentes de ROA como lámparas germicidas, arcos eléctricos o fuentes incandescentes. Sin las debidas precauciones, la radiación ultravioleta puede producir daños en la piel. Por lo tanto, las radiaciones no ionizantes en el trabajo también pueden resultar dañinas.

Dentro de las radiaciones no ionizantes se diferencian dos tipos:

  • Campos electromagnéticos de 0 Hz hasta 300 GHz: radiofrecuencias y microondas.
  • Radiaciones ópticas de 300 GHz a 1.660 THz: las visibles y las ultravioleta.

Son ejemplos de radiaciones no ionizantes:

  • Radiación ultravioleta (UV)
  • Ondas de radio
  • Campos electromagnéticos

La protección adecuada contra radiaciones en el trabajo resulta indispensable a la hora de evitar que los trabajadores resulten afectados por enfermedades profesionales.

Tipos de radiaciones cartel de "Peligro" por radiaciones no ionizantes

¿Cómo se miden las radiaciones en el trabajo?

Igual que es necesario mantener un control sobre aspectos como el nivel de iluminación en el trabajo y el estrés térmico que afecta a los trabajadores, una medición de las radiaciones resulta fundamental.

Para llevar a cabo la medición, el técnico de PRL puede emplear equipos especializados, como dosímetros y monitores de radiación, con los que es posible cuantificar la exposición y garantizar el cumplimiento de los límites establecidos por las normativas de seguridad.

Los dosímetros son instrumentos que pueden medir dosis de radiación ionizante, aunque existen multitud de tipos, por lo que es importante elegir el más adecuado dependiendo del uso que esté previsto. Una primera clasificación sería:

  • Dosímetros personales. Para cuantificar la dosis de radiación que ha recibido una persona determinada.
  • Dosímetros de área. Usados para conocer la radiación que sufre un lugar o un puesto de trabajo determinado.

Según el método que emplean los dosímetros para cuantificar la dosis de radiación, se pueden encontrar los siguientes tipos:

  • Dosímetro de pluma. Mide la radiación ionizante mediante cambios en la carga eléctrica y el voltaje en un condensador. Es capaz de registrar radiación gamma, rayos X y radiaciones beta, por lo que constituye una herramienta esencial en entornos con diversas fuentes de radiación.
  • Dosímetro de película. Utiliza película radiocrómica que se oscurece según la energía de la radiación. La placa que sostiene la película incorpora filtros para ampliar la sensibilidad, permitiendo diferenciar radiaciones de diversas intensidades. Tras la exposición, la medición se realiza comparando los tonos negros con patrones preestablecidos. Este método proporciona una evaluación detallada, siendo efectivo para medir radiaciones de diferente intensidad.
  • Dosímetro de termoluminiscencia. Los cristales termoluminiscentes de este dosímetro reaccionan ante radiaciones ionizantes liberando luz visible al calentarse. La dosis se calcula mediante la cantidad de luz emitida durante este proceso. Es apto para detectar rayos X y rayos gamma.
  • Dosímetro digital. Incorporando tecnología electrónica avanzada, los dosímetros digitales utilizan sensores electrónicos y procesamiento de señales para mostrar la dosis de radiación en una pantalla. Permite configurar alertas para emitir señales acústicas cuando se alcanzan niveles predeterminados, proporcionando una monitorización continua y una lectura instantánea de la exposición a radiaciones.

La elección del tipo de dosímetro más adecuado en cada caso dependerá de las necesidades específicas del entorno laboral. La continua evolución tecnológica propicia, además, que la capacidad de medición y gestión de exposiciones a radiaciones mejore día a día, generando entornos laborales más seguros.

Tras estas mediciones y una correcta evaluación de riesgos laborales, el técnico de PRL de la compañía debe elaborar el mapa de riesgos laborales, un documento de carácter interno que determina los factores de riesgo, define qué tipo de daño podrían provocar y realiza un seguimiento para establecer medidas de control y prevención.

Tipos de radiaciones Persona utilizando un dosímetro

Daños que pueden producir las radiaciones en el trabajo

Los efectos que pueden producir las radiaciones en la salud de los trabajadores dependerá del tipo de radiación al que estén expuestos. Por ello, es importante diferenciar entre los daños de las radiaciones ionizantes y no ionizantes en el trabajo.

Como ya se ha dicho, las radiaciones ionizantes emiten una energía capaz de producir cambios en los elementos porque arranca electrones de la corteza de sus átomos, pudiendo producir daños irreparables en los tejidos. En el caso de las radiaciones no ionizantes, también pueden resultar nocivas, pero nunca emiten tal cantidad de energía.

Daños producidos por radiaciones ionizantes en el trabajo

La utilización de radiaciones ionizantes, que son las que generan la radioactividad, está muy regulada, como es lógico, debido a la gran sensibilidad existente con el uso de la energía nuclear.

Por ello, desde el Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo ofrecen abundante documentación al respecto, para que aquellos ambientes laborales donde se haga uso de esta tecnología gocen de total seguridad, siguiendo la reglamentación preventiva pertinente.

Los daños que pueden ocasionar las radiaciones ionizantes, dependerá en gran medida del tipo del que se trate:

  • Partículas alfa. Están compuestas por dos protones y dos neutrones, y surgen de elementos radiactivos pesados como uranio y polonio. Aunque limitadas en alcance en el aire, son altamente dañinas internamente. Al ser inhaladas o ingeridas, causan daño significativo a los tejidos y al ADN.
  • Partículas beta. Son muy rápidas y se emiten durante la desintegración radiactiva. Resultan más penetrantes que las alfa, pero su efecto es menos dañino para los tejidos y el ADN debido a la dispersión de sus ionizaciones. Aunque una capa delgada de sustancia como el aluminio puede detenerlas, los emisores de beta son peligrosos si se inhalan o ingieren, aumentando el riesgo de daños cutáneos.
  • Rayos gamma. Se trata de una especie de paquetes de energía pura, similares a la luz pero más potentes, que son emitidos junto con partículas alfa o beta. Resultan difíciles de detener, por lo que penetran fácilmente barreras como la piel y la ropa. Los rayos gamma representan un riesgo radiológico para todo el cuerpo, atravesando tejidos y causando ionizaciones que dañan el ADN y los tejidos.
  • Rayos X. Similar a los rayos gamma, pero de origen externo al núcleo, los rayos X son comunes en medicina y en muchos sectores industriales. Cuenta con menor poder de penetración que los rayos gamma, pero aun así, pueden atravesar tejidos. Son utilizados en miles de máquinas de rayos X diariamente, desde tomografías computarizadas hasta inspecciones industriales, y representan una fuente extensa de exposición. A pesar de su utilidad, el uso frecuente puede contribuir a algunas patologías graves.

La Organización Mundial de la Salud (OMS), señala que por encima de ciertos umbrales de radiación ionizante, esta puede afectar gravemente el funcionamiento de órganos y tejidos. Desde este organismo se incide en que además de la cantidad de radiación (medida en sievert), influye la velocidad con la que se recibe (cuantificada en microsievert por hora). Así, indica que por encima de ciertas dosis la radiación puede:

  • Afectar el funcionamiento de órganos y tejidos.
  • Producir enrojecimiento de la piel.
  • Causar caída del cabello.
  • Provocar quemaduras por radiación.
  • Aumentar el riesgo de padecer cáncer.

Daños producidos por radiaciones no ionizantes

Este tipo de radiación no supone riesgo para la salud en la mayoría de la población, pero los trabajadores que deben someterse habitualmente a este tipo de exposición sí es posible que precisen medidas especiales para protegerse.

Dentro de las fuentes más comunes de radiación no ionizante que pueden ocasionar daños a los trabajadores están:

  • Radiofrecuencias y microondas. Se emplean mucho en el ámbito sanitario, sobre todo en determinadas máquinas y su principal peligro es el aumento de la temperatura que pueden ocasionar en la piel.
  • Radiaciones ultravioleta. Son también muy utilizadas en medicina y, en este caso, la exposición excesiva a este tipo de radiación puede producir quemaduras, erupciones y, en los casos más graves, cáncer de piel.
  • Radiaciones visibles. El peligro en este caso reside en su capacidad de concentrar gran cantidad de energía en puntos muy pequeños. Pueden ser dañinas para los ojos y, por ello, es preciso el uso de gafas siempre que se utilicen láseres.

Tipos de radiaciones lámparas ultravioletas para la desinfección del agua

Protección radiológica de los trabajadores

La Prevención de Riesgos Laborales se torna indispensable en cualquier sector, pero más si cabe cuando se trata de proteger al trabajador ante un peligro que no es tangible, como las radiaciones.

En España, el organismo responsable de garantizar la seguridad nuclear y la protección radiológica de la población, de los trabajadores y del medioambiente es el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN).

La protección de los trabajadores expuestos por motivos profesionales a las radiaciones, especialmente a las ionizantes, es uno de los principales objetivos de la protección radiológica. Los principios en los que se basa la vigilancia de los trabajadores expuestos a radiación son los siguientes:

  1. Evaluación previa de las condiciones laborales, con el fin de determinar la naturaleza y magnitud del riesgo radiológico.
  2. Categorización de los lugares de trabajo en diferentes zonas. Para ello, se considera:

    • Dosis anuales previstas de radiación.
    • Riesgo de dispersión de la contaminación.
    • Probabilidad y magnitud de exposiciones potenciales.
  3. Clasificación de los trabajadores expuestos en diferentes categorías según sus condiciones de trabajo.
  4. Aplicación de las normas y de las medidas de vigilancia relativas a las diferentes zonas, teniendo en cuenta las distintas categorías de trabajadores expuestos.
  5. Vigilancia sanitaria.

Se recalca que los responsables de las instalaciones deben establecer las medidas de protección aplicables a la hora de prevenir la exposición, teniendo en cuenta los peligros que implique cada trabajo. Por ello, resultará indispensable reflejar este protocolo en el plan de prevención de riesgos laborales.

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