Rocío Arana
El séptimo arte se ha infiltrado en nuestra forma de vivir y, por eso, es una inmejorable herramienta para fomentar la lectura en el aula entre niños y adolescentes. En este caso proponemos fragmentos de la película “El perro del hortelano”.
Si indagamos acerca de las dificultades que los docentes encuentran ahora mismo en el aula de Secundaria y Bachillerato para fomentar la lectura, hallaremos que la desmotivación es uno de los males en esta sociedad, y más en los adolescentes, como ya vaticinó Daniel Pennac en su genial libro “Mal de escuela”.
Este autor hablaba del “alumno conquistado de antemano”, (2008:228), y lo que nos proponemos en este artículo es crear alguna estrategia, alguna sinergia para lograr dicha conquista en el aula.
Mucho se ha debatido durante los últimos años en la comunidad educativa sobre si los estudiantes deben leer por obligación o por placer. A este binomio Gianni Rodari (1999) le añadía un término intermedio: la curiosidad. Esa actitud de asombro y pregunta que hace que los niños sean filósofos en potencia (Gaarder, 1995) puede extenderse también a los adolescentes, si sabemos manejar algunos recursos que sean para ellos motivadores y casen con sus centros de interés.
Una propuesta atractiva, aunque ya no tan novedosa, consiste en incorporar el cine al aula. El cine puede captar la atención del alumnado mediante una historia interesante pues, aunque autores como Martínez Salanova (2003) alertan de que nuestros adolescentes ya no acuden a las salas de cine, aún resulta apetecible en el aula. Según ha comentado en varias ocasiones Alberto Fijo, director de la prestigiosa revista Fila Siete, “nos gustan las historias y nos gusta que nos las cuenten bien”.
El propio Martínez Salanova advierte más delante de que utilizar el cine no es un juego solamente ni un mero entretenimiento, ya que el cine se ha infiltrado, sobre todo a través de la televisión, en nuestra forma de vivir, y no nos podemos permitir el lujo de dejar de utilizarlo en las aulas (Martínez Salanova, 2003: 47).
Antes de todo nos preguntamos, ¿qué cine llevar al aula? En este caso proponemos, para fomentar la lectura de los clásicos del Siglo de Oro en primero de Bachillerato, ofrecer a estos estudiantes fragmentos de una película muy elogiada por la crítica, tanto nacional como internacional: “El perro del hortelano”, de Pilar Miró. Una de las razones de la elección de esta obra es que también existe un videojuego que la recrea, con vestuario de Ágatha Ruiz de la Prada, y se podrán combinar ambos recursos motivadores, cine y videojuego en el aula.
Los adolescentes necesitan absorber la cosmovisión y la lectura de los clásicos: se trata de un acervo cultural que nos pertenece y que estamos perdiendo por considerar que hablamos en lenguajes distintos.
Félix Lope de Vega y Carpio.
Particularmente necesaria es la divulgación de comedias, ya que durante muchos años se ha priorizado la tragedia y el drama de corte filosófico y aún teológico, excelso, pero, no obstante, algo aburrido si no lo contextualizamos, dando así la imagen de un Siglo de Oro serio, en blanco y negro y con gorguera. Hay que reivindicar al Lope y aún al Calderón cómicos, chispeantes, brillantes, capaces de levantar una cascada de risas en el aula.
Se han hecho grandes esfuerzos por acercar todo este tesoro literario a los jóvenes: ya en el año 2009 hubo un Festival de Teatro Clásico en Almagro dedicado al dramaturgo áureo que ofrecía espectáculos divertidos para llegar a semejante público, bautizados como “A tope con Lope”. Pero no cabe duda de que el cine ha sido a lo largo de todo el siglo XX el gran divulgador de cultura, y pese a la firme competencia de internet, lo sigue siendo en el siglo XXI.
Al filo entre ambos siglos, el 27 de noviembre del año 1996 se estrenaba la película “El Perro del hortelano”, de la meritoria y prematuramente fallecida Pilar Miró. Una producción hispano portuguesa que, basada fielmente en la comedia homónima de Lope, cuenta con un reparto de lujo, de lo más sugestivo, con un actor de la talla y atractivo de Carmelo Gómez, y actrices como Emma Suárez, Blanca Portillo o Ana Duato, muy popular también entre millenials y generación Z por protagonizar exitosas series de televisión y, últimamente, por ser la suegra de la popular cantante Aitana de Operación Triunfo. Esto último puede sonar frívolo a oídos eruditos, pero todo suma a la hora de motivar al público.
Es innegable el tirón de la película, del cual se hace eco un siglodorista prestigioso como Carlos Mata, que agradece a Pilar Miró el interés creciente en la obra de Lope de Vega tras la presentación de su filme (Mata, 2009:64).
Por supuesto, el mencionado éxito nace no sólo de los actores que le dan vida ante la cámara, sino de la maestría, la magia del propio Lope y del mismo argumento. No en vano surge de un refrán popular aún en uso, “el perro del hortelano que ni come ni deja comer”. Una condesa enamorada de su secretario, pero con demasiadas ínfulas y orgullo de clase para confesarlo, que se enfurece al ver que el objeto de sus desvelos ama a otra. Se trata, además, de un tema muy presente en el imaginario colectivo de nuestra sociedad y en el imaginario pop de las generaciones que llenan nuestras aulas.
Por supuesto, no nos referimos al viejo método de transmitir una película entera en horario de clase, tiempo del cual en el mejor de los casos no disponemos como docentes. Alberto Fijo, crítico de cine y profesor de Narrativa Audiovisual, practica un método muy dinámico en sus conferencias, que no consiste en visionar todo un metraje, sino en seleccionar con maestría una serie de cortes que evidencien lo que él desea demostrar y, de paso, abran el apetito de los espectadores. Dichos cortes servirán para exponer breves apuntes teóricos, apuntalados en el material cinematográfico, pero también para sugerir interesantes debates entre el alumnado.
Por eso, de los 109 minutos que dura la película, elegiremos tres escenas en las que aparezcan tales actores en todo su esplendor y a la vez el clásico texto de Lope brille en toda su hondura, a saber:
La primera escena, en la que Carmelo Gómez y Ana Duato se besan, y acto seguido aparece Emma Suárez, recelosa y muerta de curiosidad y celos.
Del mismo modo que la portada de los libros en literatura infantil y juvenil ejerce la llamada “función provocativa” (García Surrallés, 2018:85-86), este comienzo sirve no sólo para presentar el tema y el argumento de la obra, sino para provocar toda una lluvia de ideas recabando de los alumnos y alumnas información sobre cuánto conocen de la mencionada comedia.
El fotograma donde la condesa, encarnada en una magistral Emma Suárez, se confiesa a sí misma su amor, tras saber que Teodoro, su secretario, tiene amores con Marcela.
Este fragmento posee muchas posibilidades didácticas: mediante un lirismo y una belleza innegables, podemos explicar a los estudiantes cómo los protagonistas de las comedias solían expresar su amor por medio del soneto, además de aprovechar para explicar nociones métricas y demostrar in situ la musicalidad del endecasílabo.
El visionado de esta escena también puede acabar en un debate sobre el amor y el honor, tan importante en el Siglo de Oro y también presente hoy en día aunque vestido de otras formas como, por ejemplo, el orgullo de no querer confesarse a uno mismo los propios sentimientos, o esta moda nefasta muy presente en la juventud que consiste en que quien “se cuelga por alguien” es “un pringado”: ¿realmente el que se enamora pierde? ¿Queremos ser tan soberbios como la condesa Diana?
Por último, para añadir el necesario humor al conjunto, podemos ofrecer el fotograma en el cual Tristán, el criado de Teodoro, es confundido con un pícaro por los pretendientes de Diana, celosos, que le encargan matar a su amo.
Esta escena, además de despertar hilaridad, es un buen pretexto para explicar la tenue línea entre comedia y tragedia que caracteriza a las obras de Lope, contraviniendo a los preceptistas aristotélicos, pues un juguete ligero sobre amoríos y confusiones puede acabar en muerte. Y también, para debatir sobre el concepto de hombría, tan en boga últimamente, pues los adversarios de Teodoro preguntan al “pícaro” Tristán “si seréis hombre/para matar un hombre” (1981:122).
En conclusión, cine y nuevas (o no tan nuevas) tecnologías se pueden aunar para acudir en nuestra ayuda para presentar a todo un clásico de modo lúcido, divertido y apetecible.
