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“El abogado del siglo XXI debe ser un profesional de su tiempo, digital y en continua formación”

El magistrado Eduardo de Urbano Castrillo, con más de 30 años de experiencia en la judicatura, especialista en derecho penal, procesal y penal económico, imparte clases de Práctica Procesal Penal en el Máster de Abogacía de UNIR.

Eduardo de Urbano es magistrado en la Audiencia Provincial de Madrid.

Tras ejercer la judicatura durante 32 años como juez y magistrado, una carrera paralela como docente en universidades públicas y privadas, y haber publicado una docena de libros en su especialidad en derecho penal, procesal y penal económico, podemos decir que Eduardo de Urbano conoce todos los entresijos del derecho penal. Desde delitos contra el orden socioeconómico como estafas, delitos contra los trabajadores, delitos urbanísticos y contra el medioambiente, blanqueo de capitales; hasta hechos más graves en materia penal como homicidios, delitos sexuales o narcotráfico. Todo ello, le ha permitido construir una prestigiosa carrera como jurista que desde hace poco ejerce en la abogacía.

Con este bagaje a sus espaldas, hablamos con De Urbano para entender mejor en qué consiste la profesión de abogado y la práctica jurídica. Doctor en Derecho y licenciado en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad Complutense, es también académico correspondiente de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de España, y cuenta con la Cruz de San Raimundo de Peñafort de 1ª Categoría. Desde hace unos años ejerce como docente universitario en UNIR, dentro del Máster Universitario de Ejercicio de la Abogacía.

Si echamos la vista atrás, podemos decir que cuenta con una dilatada carrera de éxitos profesionales.

He estado 28 años en tribunales, 14 en audiencias y otros 14 en el Tribunal Supremo, como magistrado coordinador del gabinete técnico adscrito a la Sala Segunda, la relativa a penal.

He sido presidente de una sección mixta de la Audiencia Provincial, coordinador en el Tribunal Supremo de un grupo de letrados de nivel A de la Administración, como magistrados, letrados de la Administración de Justicia, jurídicos militares, profesores de universidad… Y finalmente, magistrado en una Sección Penal en la Audiencia de Madrid.

¿Cuáles eran sus principales cometidos en estos puestos?

He desarrollado funciones similares, aunque con matices, como responsable máximo. En algún caso, dictando sentencias y presidiendo juicios, mientras que, en el Gabinete Técnico del Tribunal Supremo he supervisado la actuación de los letrados y despachado con el presidente de la Sala. Además, en la Audiencia de Madrid, como integrante del tribunal, he dictado sentencias y participado en juicios, incluidos los que se hacían por jurado. También he estado alrededor de seis años en el TSJ de Madrid, enjuiciando aforados tales como políticos, magistrados…

En todos los casos, mi competencia era en materia penal, delitos graves como homicidios, delitos económicos, sexuales, narcotráfico…

De los casos en los que ha intervenido, ¿hay alguno que le haya marcado especialmente y una temática en concreto que le genere mayor interés?

He tenido muchos, tanto por su interés jurídico como por su repercusión mediática. En mis años de profesional como magistrado, he dictado varios miles de resoluciones, con lo que es fácil imaginar la cantidad de asuntos de todo orden que me ha tocado resolver.

En los últimos tiempos, me he ido decantando por el derecho penal económico, es decir, los delitos contra el orden socioeconómico que cometen las empresas, sus administradores, directivos, los profesionales como arquitectos, abogados, financieros….

Haciendo balance sobre su paso por la Audiencia Provincial y sobre su experiencia en el ámbito privado ¿qué recomendación daría a un alumno de Derecho que duda sobre qué camino seguir?

La Audiencia Provincial de Madrid es el tribunal con más magistrados de España, con un número de asuntos muy elevado, muchos de ellos de gran envergadura y donde se “tocan” cuestiones jurídicas, tanto procesales como sustantivas, muy variadas y, a veces, nada fáciles. Para mí, han sido los siete últimos años de mi carrera como magistrado, y debo decir que han sido muy enriquecedores y de los que guardo un gran recuerdo por el buen ambiente que teníamos en mi tribunal, entre compañeros magistrados y funcionarios. Todos íbamos a una, afrontando la carencia de medios de la Administración de Justicia, de todos conocida.

En cuanto a los estudiantes que se plantean qué camino seguir tras el máster, hay que recordar que el egresado en derecho tiene tres salidas principales: oposiciones, asesoría en empresas y abogacía como litigante. Además de que la formación en derecho permite actuar en cualquier sector de la sociedad, pues he llegado a encontrar antiguos alumnos míos que llevaban la gestión de un restaurante o la empresa de su familia.

Si tuviera que dar un consejo o recomendación, les diría que peleen por sus sueños, que no abandonen el hábito de estudiar, que perseveren y que no tiren la toalla, aunque las cosas cuesten, porque cuestan. A nadie le regalan nada en el mundo profesional. Te lo tienes que ganar. Hay que aspirar a no ser uno más, sino a conseguir prestigio, pues existe la ley del mercado y el éxito se consigue con trabajo y trabajo.

Hace dos años escribió un libro en el que destacaba 101 casos resueltos por el Supremo. ¿Por qué surgió esta idea? ¿Qué aporta un documento literario como este para estudiantes interesados en esta temática?

La idea partió de recopilar una serie de artículos sobre comentarios a sentencias de derecho penal de los negocios, que publiqué durante varios años en El Economista y que, según parece, leía mucha gente. A esta recopilación le añadí un estudio previo sobre el derecho penal económico y lo completé con unos anexos alfabéticos, de los delitos, tipo de autores involucrados y voces, muy útiles para su ágil manejo.

De ese modo, quería ayudar a los interesados en esta materia, no solo juristas, a conocer un derecho vivo y real, a través de las respuestas de nuestro más alto tribunal, a los casos que han llegado al Tribunal Supremo en los últimos años, en el ámbito penal económico.

Creo que es el tipo de docencia que interesa hacer hoy en día, presentar casos reales y comentarlos con las explicaciones e ideas clave que derivan de los mismos. El libro ha tenido cierto éxito y, desde luego, los casos cuentan con títulos que yo creo invitan a su lectura. Por ejemplo: “A prisión por comprar dos bolsos”, “Fútbol y negocios”, “Cobrar la pensión de papá, aunque haya muerto”, “El difícil arte de cobrar a los morosos” o “Negocios de riesgo en internet”.

En cuanto a su aportación como docente del máster, ¿en qué consiste? ¿Cómo ayuda a los estudiantes para que estén bien preparados para el Examen de Estado?

Soy el coordinador del Área Penal del Máster de la Abogacía, donde estoy rodeado de un grupo de colegas de máximo nivel. ¡Todo un great team!

Las clases que imparto, unidas a los materiales colgados en la plataforma junto a las sesiones de preparación de cara al Examen de Estado para la profesión de Abogado, constituyen actualmente mi principal actividad. Junto a ello, los casos prácticos, el foro y el tipo de exámenes que ponemos, y de los que se ocupan otros miembros del equipo, son un complemento ideal para proporcionar una formación teórico-práctica de nivel. Es muy funcional, para cursar con éxito este máster y poder desempeñar luego la profesión de abogado con garantías.

Finalmente, los tutores son también parte importante pues realizan una labor de apoyo y de interacción permanente con los estudiantes, ayudando a resolverles dudas y canalizar sus inquietudes.

Desde su experiencia como profesor, ¿qué le aporta ayudar a futuros profesionales? ¿Qué le parece su colaboración con UNIR y el tipo de metodología 100% online que ofrece?

La docencia es, con la jurisdicción, mi otra pasión dominante. Y me resulta muy gratificante saber que muchos graduados, doctores y juristas en ejercicio, lo son gracias al empujón docente que les di en su día. Hace poco, por ejemplo, la juez de un caso en el que intervine resultó que había sido alumna mía.

Y en este estado de cosas, UNIR es una universidad de éxito, con una metodología espectacular, donde me encuentro muy a gusto, por la calidad humana de quienes trabajan aquí, así como por el interés y simpatía que me transmiten los estudiantes.

Desde luego, no descarto intensificar mi colaboración con UNIR, en la medida que me sea posible.

¿Cuáles son los retos a los que se enfrenta el abogado del futuro? ¿En qué debe especializarse para poder destacar?

El abogado del siglo XXI debe ser, ante todo, un profesional de su tiempo. Ello supone dominar las tecnologías de nuestra época, que originan el derecho digital, la protección de datos o la delincuencia cibernética, por ejemplo.

Debe, en efecto, avanzar hacia la especialización, incluso la subespecialización. Por ejemplo, si quiere dedicarse al derecho privado, optar luego por civil o mercantil y después por el mundo de los seguros, la responsabilidad civil, el derecho de familia…

Y desde luego, sin inglés no tiene el menor futuro, lo mismo que si no “crece” en su formación, actualizando conocimientos con másteres y programas de especialización en el área de su interés. Y, por qué no, plantearse más adelante el doctorado, la conexión con el mundo de las publicaciones y la academia que ello supone. El buen profesional debe ser un estudiante permanente, se tenga la edad que se tenga, pues siempre se aprende de quienes puedan aportarnos sus conocimientos y experiencia. En eso radica eso que se llama relevo generacional, y que es tan importante para nuestra sociedad.

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