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Un gran desgaste emocional fruto de la cercanía con el sufrimiento, el dolor y la vulnerabilidad humana. Nos referimos al concepto de traumatización vicaria.
Policías, bomberos, médicos, psicólogos, voluntarios o trabajadores sociales. Estos son seis ejemplos de profesionales que trabajan en contacto directo con situaciones altamente estresantes y con personas que viven casos de violencia. Estos trabajadores están constantemente en contacto con gente que ha sufrido traumas, lo cual les provoca un enorme desgaste emocional y psicológico que les puede llevar a desarrollar traumatización vicaria.
Fue en el año 1990 cuando los teóricos McCann y Pearlman acuñaron el concepto específico de traumatización vicaria. Aunque esta condición puede afectar a cualquier persona, es más probable que se produzca en aquellos trabajadores en contacto directo con el dolor, el sufrimiento o los sentimientos de terceros.
De hecho, algunos teóricos se refieren a este concepto como el síndrome del cuidador y lo definen como el desgaste psicológico y emocional que sufren las personas que se dedican a cuidar a otros.
En la traumatización vicaria, la empatía juega un papel muy importante y aquellos profesionales con mayor capacidad empática tienen más posibilidades de desarrollarla. Al ponerse en el lugar del otro y sentir su dolor, experimentan un proceso cerebral en el que su cerebro tiene sensaciones similares a las de la víctima. El trabajador se siente responsable del bienestar emocional de la otra persona y esto le provoca una gran carga emocional que le puede afectar a nivel personal y profesional.
Son muchos los signos y síntomas que caracterizan la traumatización vicaria, pero podemos agruparlos en cuatro grupos:
- Síntomas fisiológicos: es común la presencia de dolores de cabeza, temblores, úlceras, opresión en el pecho, erupciones cutáneas, temblores y mareos.
- Síntomas emocionales: ansiedad, tristeza, culpabilidad, miedo, irritabilidad, oscilaciones de humor, inseguridad e indefensión.
- Síntomas cognitivos: fallos de memoria, confusión, falta de concentración, hipervigilancia, presencia de pensamientos intrusivos o recurrentes y dificultad para tomar decisiones o resolver problemas.
- Síntomas conductuales: tendencia al aislamiento social, dificultad para conciliar el sueño, habla acelerada y problemas de alimentación o consumo de alcohol.
Más allá de la amplia lista de síntomas que pueden estar presentes en la traumatización vicaria, hay que indicar que no existe un único patrón y cada persona experimentará el proceso de trauma de una manera particular.
Además, el proceso de traumatización vicaria no se produce solo por estar en contacto con el dolor de otras personas. En muchas ocasiones, las condiciones laborales influyen en que se produzca este fenómeno. Es el caso de trabajar demasiadas horas, no disponer de vacaciones o no contar con un acceso adecuado a psicoterapia.
Estrategias para evitar la traumatización vicaria
Es muy importante una correcta gestión de la empatía. Los profesionales en contacto con el dolor de terceros deben recibir la psicoeducación necesaria para saber cuándo la empatía les afecta y les hace perder su equilibrio emocional. Asimismo, es crucial que conozcan sus pensamientos y sensaciones, para que puedan determinar si se están implicando demasiado.
Cuando se produzca traumatización vicaria y esta afecte a nivel personal o profesional, es fundamental acudir a terapia con profesionales formados en Psicología, que comprendan, interpreten y puedan analizar este tipo de condiciones.
Además, en aquellas profesiones en las que hay más posibilidades de desarrollar un trauma vicario, existen una serie de estrategias o acciones que pueden ayudar a prevenirlo o combatirlo:
- Aplicar cierta distancia emocional con las personas con las que se trabaja.
- Reforzar el trabajo de autoconocimiento y dedicar tiempo a explorar las emociones que se experimentan.
- Desconectar del trabajo cuando se finaliza la jornada laboral y proporcionarse algún tipo de autorrefuerzo positivo.
- Desarrollar actividades fuera del trabajo como la práctica de ejercicio físico.
En definitiva, cualquier persona puede llegar a sufrir traumatización vicaria, aunque lo más común es que se presente en aquellas profesiones donde se trabaja de forma directa con el dolor de otros. Se trata de una problemática con consecuencias en la vida personal y profesional, por lo que su prevención resulta muy importante y la terapia juega un papel vital para la mejora de quienes lo sufren.
