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Cómo prevenir el síndrome de burnout

Definir bien las responsabilidades y roles de cada empleado, contar con los recursos materiales y humanos necesarios o fomentar el trabajo en equipo contribuye a prevenir el síndrome del “trabajador quemado”.

No se debe a un único factor ni agente.

El síndrome de burnout, o síndrome del “trabajador quemado”, es una patología que surge en determinados empleados derivada de unas condiciones psicosociales laborales nocivas que producen agotamiento físico y mental, apatía hacia el trabajo, falta de compromiso… Está considerado como uno de los daños laborales de carácter psicosocial más importantes a los que deben enfrentarse actualmente todo tipo de organizaciones. Por eso, es fundamental implementar medidas para prevenir el síndrome de burnout.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) incorporó el síndrome de burnout en su Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades y Problemas de Salud Conexos (la entrada en vigor fue el 1 de enero de 2022), reconociendo así su importancia dentro de la salud mental.

El síndrome del trabajador quemado no se debe a un único factor ni agente. Por eso, para prevenirlo hay que actuar en un triple sentido:

A nivel organizativo

  • Implementar programas de acogida (onboarding): el trabajador debería saber desde el primer día cuáles son los objetivos de la empresa, su organización, forma de trabajar y cuáles serán sus funciones.
  • Definir bien responsabilidades: desde el primer momento un empleado debe saber cuáles son sus cometidos, los diferentes puestos de una organización, los roles y sus responsabilidades.
  • Autonomía: las organizaciones demasiado jerárquicas y centralizadas, en las que no se ofrece autonomía y confianza a los empleados, suelen provocar más insatisfacción entre la plantilla.
  • Recursos: no disponer de los recursos humanos y materiales necesarios para el desempeño de un determinado trabajo también repercute en la salud mental de los trabajadores. Por eso, es importante contar con el equipamiento adecuado y poder notificar cualquier carencia al respecto.
  • Carga de trabajo: analizar periódicamente cómo se está repartiendo la carga de trabajo para determinar si hay que realizar algún cambio.
  • Escucha activa: mantener una comunicación bidireccional entre los diferentes departamentos/jerarquías tanto en el día a día como en el resultado final, así como realizar encuestas periódicas sobre su grado de satisfacción.
  • Formación: ofrecer planes de formación continua.
  • Ascensos: los planes de promoción deberán ser transparentes e informar de los mismos en igualdad de condiciones.
  • Flexibilidad horaria: en la medida de lo posible, ajustarse a las necesidades de los empleados para poder conciliar la vida profesional con la personal.
  • Incentivos: por objetivos cumplidos, en forma de descuentos en determinados servicios como el transporte o comidas, etc.
  • Evaluación de riesgos psicosociales: para anticiparse a los mismos o, en caso de haberse producido algún caso de síndrome de burnout, implementar medidas para minimizarlos o eliminarlos.

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A nivel individual

Aunque sean a título individual, algunas pueden partir de la propia empresa:

  • Establecer mecanismos de organización del trabajo y el tiempo que se ajusten a nuestras necesidades.
  • Aprender a manejar la ansiedad y el estrés a través de técnicas de relajación, yoga…
  • Adiestrar en técnicas de control y autorregulación.
  • Formarse en resolución de problemas para poder afrontar situaciones reales que se pueden producir durante nuestro desempeño profesional.
  • Entrenar el manejo de la distancia emocional, especialmente en profesiones con un contacto directo con personas como pueden ser los sanitarios.
  • Realizar pausas durante la jornada laboral.
  • Desconectar realmente del trabajo fuera de la jornada laboral, lo cual implica no atender al teléfono ni consultar el correo electrónico o quedarse siempre más tiempo de lo establecido.
  • Realizar actividades de ocio que permitan una desconexión real del ámbito laboral.

A nivel interpersonal

  • Fomentar el trabajo en equipo permitiendo una implicación y participación real de todos.
  • Establecer sistemas participativos.
  • Implementar dinámicas grupales.
  • Formar a los directivos/jefes de departamentos sobre liderazgo y gestión de equipos.
  • Fomentar el vínculo social con actividades que no tienen por qué ser estrictamente laborales, como comidas, asistencia a congresos, excursiones, convenciones de empresa, etc.

¿Qué es el síndrome de burnout?

También denominado “desgaste profesional”, el síndrome de burnout se describió por primera vez en 1974 por el psicólogo estadounidense Herbert Freudenberg. Desde entonces, la definición del mismo se ha ido actualizando, aceptándose mayoritariamente la propuesta por Maslach, Schaufeli y Leiter en el año 2001, según recoge el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales. Este mismo organismo define al síndrome de burnout como “una respuesta prolongada a estresores crónicos a nivel personal y relacional en el trabajo, determinado a partir de las dimensiones conocidas como agotamiento, cinismo e ineficacia profesional”.

El síndrome de burnout no es sinónimo de estrés, sino que se trata de un concepto más amplio y puede ser una consecuencia del mismo. El exceso en la carga de trabajo, la mala organización, la falta de apoyo de compañeros y/o superiores, el sobredimensionamiento de responsabilidades, son algunas de las causas de una patología que produce agotamiento físico y mental en el empleado, además de afectar a su autoestima y una actitud negativa ante el trabajo.

Es un proceso gradual que transcurre por diferentes etapas: entusiasmo o fase dulce, estancamiento, frustración, apatía y quemado; es decir, se pasa de la ilusión por iniciar un trabajo o asumir un nuevo desempeño hasta acabar en la desmotivación total al ver que no se cumplen las expectativas, un mal ambiente laboral, la falta de autonomía, no saber afrontar imprevistos, etc.

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Síntomas y consecuencias del síndrome de burnout

El síndrome de burnout tiene consecuencias tanto para el trabajador afectado como para la organización para la que trabaja.

Para el trabajador afectado

  • Síntomas físicos: el trabajador siente un cansancio y malestar general que afectan a su calidad de vida, pudiendo provocar dolores de cabeza, trastornos alimentarios y de sueño, dolores musculares, pérdida de peso, hipertensión, etc.
  • Agotamiento emocional: falta de energía y desgana para acometer sus funciones y responsabilidades, sentimiento de culpabilidad, aburrimiento, irritabilidad, impotencia, ansiedad e, incluso, depresión.
  • Poco rendimiento: el síndrome de burnout acaba afectando al desempeño profesional por la poca motivación, la incapacidad para concentrarse, relacionarse con compañeros, superiores y clientes, la reducción de la creatividad y planificación, la frialdad, la indiferencia ante las tareas que le asignan… además de un aumento de las conductas hostiles y agresivas.
  • Sociales: las consecuencias del síndrome de burnout no solo afectan al trabajador en su ámbito laboral sino que trascienden a su vida personal y familiar, perjudicando sus relaciones de pareja, con los hijos, amigos, etc.

Para la organización para la que trabaja

El síndrome de burnout puede darse en todo tipo de trabajadores (incluidos directivos/propietarios) independientemente de su sector y responsabilidad, aunque es más habitual en profesiones de ayuda y de exposición social.

Las consecuencias del mismo lógicamente repercuten en la organización, ya que el afectado no puede realizar sus tareas correctamente, disminuye su compromiso, productividad, eficacia, aumenta el absentismo laboral y las ausencias injustificadas… Esto, a su vez, afecta a los productos/servicios, la calidad de los mismos, las fechas de entrega… así como la atención que se presta a los clientes/usuarios, pudiendo aumentar sus quejas y reclamaciones.

La prevención de riesgos laborales debe ir más allá de lo meramente asociado a cuestiones físicas. Igual que desde las empresas se implementan las medidas necesarias para, por ejemplo, evitar caídas o atrapamientos, también es importante hacerlo para prevenir los riesgos psicosociales.

Para ello, es importante contar con profesionales especializados y formados en el área, con titulaciones como el Máster en Prevención de Riesgos Laborales online (PRL) de UNIR.

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