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Daniel Burgos: “UNIR está ya en la universidad del futuro, donde la personalización de la educación es total”

Es uno de los pocos expertos en educación verdaderamente globales que tenemos en España. El vicerrector de Proyectos Internacionales de UNIR habla de un modelo empresarial de éxito, de innovación y de cómo cambiar la sociedad a base de aprender y enseñar sin barreras.

Daniel Burgos durante un acto de graduación.

Destacaba en la solemne comitiva de doctores que se dirigía al refectorio del Monasterio de Yuso, la cuna del español, en la última graduación de UNIR, porque, a diferencia de la mayoría de sus colegas, su birrete era multicolor. Azul, naranja, rojo, verde… Así hasta nueve tonalidades distintas, las mismas que doctorados tiene: Ciencias de la Computación, Inteligencia Artificial, Educación, Antropología, Teología, Ciencia Abierta y Competencias Steam, Management, Ciencias de la Comunicación y también en Business Administration. Ahora se encuentra cerrando otros cuatro más. “Están en fases distintas, pero los voy solapando. Es solo cuestión de trabajar un poquito”, dice este Rafa Nadal de la educación que, como nuestro superhéroe del tenis, mezcla los triunfos con la modestia de una forma absolutamente natural.

“Ahora estoy finalizando un doctorado en Ciencias de la Salud, trabajando en la inclusión digital, y me encuentro en una fase avanzada en otro de Económicas, sobre el impacto de la situación actual en los jóvenes desempleados”. Avanza en función de lo inspirado que esté, de sus vacaciones, del tiempo que tiene y de si coge o no el coronavirus. Tal cual. Otro doctorado que está llevando a cabo sobre Etnología Musical (la cultura de los pueblos a través de su música), es quizás el que más ilusión le hace, y no solo por su contenido. “Me matriculé hace ya un año largo en la Universidad de Kiev y me atrae mucho hacerlo porque es puro modelo educativo soviético”.

Daniel Burgos (Madrid, 1970) ha nacido para ser profesor. Es lo que le gusta, una vocación que descubrió a los 14 años, cuando sus padres compraron un primer ordenador familiar y empezó a dar clase en el colegio a chicos menores que él. Desde entonces no ha dejado de enseñar, y de aprender, en una especie de acción-reacción sin fin tan propia del mundo científico al que pertenece. “Mi currículum surge de la inquietud intelectual. Me considero ecléctico y me gusta mucho ese punto renacentista que nos facilita hoy la tecnología. Nunca me ha gustado el encasillamiento: tú eres médico y estudias solo medicina. Está muy bien, sí; pero en estos tiempos se me antoja un poco limitado, porque hoy existen muchas fuentes de información, hablas continuamente con gente muy interesante y con diferentes puntos de vista en todo el mundo, conoces distintos entornos culturales y sociales… Es algo fantástico, solo hace falta un poco de interés y sensibilidad”.

‘Embajador’ en Bruselas

Burgos, que vive la mayor parte de su tiempo en Bruselas, reconoce que lo que más le cuesta, sin duda, es el día a día, porque, además de su familia, tiene un trabajo muy exigente en la universidad, con dos cargos a tiempo completo. “Es un no parar y eso te complica meterte a estudiar cientos de horas durante tres o cuatro años”.

Sus estudios mantienen el pulso vital a base de las vacaciones, de fines de semana y del poco tiempo libre que araña. “Por la mañana me levanto temprano y suelo dedicarle un par de horas. ¿Tú cuánto tienes que trabajar el fin de semana?, es la pregunta que solemos hacernos mi mujer, que también hace lo suyo, y yo. ¿Cuáles son los planes? Ya sabemos que alguna mañana o tarde vamos a tener que trabajar. Bueno, para nosotros esto forma parte del día a día”.

cites Daniel BurgosDaniel Burgos participa en uno de los muchos congresos a los que asiste.

Aunque su caso es excepcional, en tanto que ultravocacional, Burgos reconoce que si bien “cuando eres un profesional tienes la necesidad de estar actualizado, para un profesor es una obligación, es parte de tu trabajo. Recuerdo que tuve algún docente cuando era joven que estaba muy orgulloso de no haber cambiado sus apuntes en 30 años. Y siendo yo un chaval, ya me rechinaban los oídos. Hay que actualizarse continuamente y no solo en los contenidos, sino también en el enfoque, una parte que a veces dejamos de lado”.

Hoy existen muchas fuentes de información, hablas continuamente con gente muy interesante y con diferentes puntos de vista en todo el mundo, conoces distintos entornos culturales y sociales… Es algo fantástico.

 

“Parece que todo exista desde siempre y no es así. Tenemos la suerte de vivir un momento increíble, en el que se puede consultar cualquier cosa y desde cualquier sitio. Es una oportunidad única de aprender. Al mismo tiempo estás a un clic de alguien que vive en San Francisco o en Tokio, en Sudáfrica o en Elche, con los que puedes intercambiar datos y opiniones, pedir ayuda, acceder a bases de datos”. Para este profesor es un auténtico chollo: “Solo hace falta tener un poco de curiosidad”, dice enfático.

Y está claro que a él le sobra. Hoy compagina su cargo como vicerrector de Proyectos Internacionales con el de director de UNIR iTED, un instituto que está en el mismo centro neurálgico de UNIR, la Universidad en Internet, un proyecto empresarial-educativo que si fuese norteamericano habría nacido en un garaje y no en un piso en un céntrico barrio de Madrid.

El secreto de un proyecto educativo de éxito

“Los fundadores de UNIR empezaron con la FP y ese bagaje de trinchera da un gran baño de realismo sobre la relación estudiante-profesor y la gestión académica. Todo eso se trasladó a la universidad, que se basa en unos principios donde lo importante siempre es el estudiante y el día a día. No tenemos un gran logo, ni una sede imponente, ni hablamos a todas horas de que somos excelentes, sino que vendemos el contacto directo con el alumno. Lo vendemos y lo hacemos. Cada 15 días hablamos con los estudiantes para ver que tal les va y qué necesitan; con todos, y tenemos más de 55.000”, subraya.

UNIR se basa en unos principios donde lo importante siempre es el estudiante y el día a día.

 

Daniel Burgos ha trabajado casi toda su vida en modo online, primero con su propia escuela de posgrado, luego con la Universidad Abierta de los Países Bajos y después con la Universidad Internacional de La Rioja. En UNIR empezó montando un departamento de eLearning y las redes sociales, y de ahí fue todo evolucionando. Poco después puso en marcha el grupo de investigación más amplio de la universidad, un equipo habituado a acudir a las convocatorias europeas y conseguir financiación comunitaria que fue el germen de lo que hoy es el Instituto UNIR iTED. De una idea plasmada en dos folios a un centro en primera línea de la innovación, con investigadores, cátedras, dedicado a formar doctorandos, con numerosos contratos con empresas internacionales y en contacto permanente con otros centros y universidades de todo el mundo.

UNIR iTED, centro internacional en primera línea de la innovación global

Uno de los principales focos de investigación de la Universidad es el aprendizaje potenciado por la tecnología, un trabajo que lleva a cabo el Instituto de Investigación, Innovación y Tecnología Educativas. El equipo de UNIR iTED está formado por investigadores, desarrolladores y gestores de proyectos que tienen una amplia experiencia y conocimientos en diseño pedagógico, investigación en ciencias sociales, desarrollo tecnológico, política educativa y gestión de la investigación. Desde 2012, el equipo ha ejecutado más de 40 proyectos públicos europeos, así como más una treintena de proyectos internacionales privados y públicos en el extranjero. Es la ocupación a la que dedica más tiempo.

daniel burgos despachoEl día a día de Daniel Burgos es internacional. Está en contacto permanente con investigadores y profesores de todo el mundo.

Por la mañana, antes de hablar conmigo, ya lo había hecho con colegas de China, Japón y Sudáfrica, y por la tarde tenía cita con Guatemala. Así es habitualmente un día normal en la vida de este profesor. “Contamos con un amplio número de instituciones colaboradoras por todo el mundo. Por ejemplo, la Universidad Normal de Beijing, un centro innovador de China que solamente se dedica a la formación del profesorado. Hace unas semanas, también estuve trabajando con el Ministerio de Información chino, porque querían que les diésemos una conferencia sobre cómo se virtualiza una universidad. Tenemos una relación muy fluida con China desde hace años”. También con todos los países árabes. Han firmado un proyecto con la Unesco islámica, ICESCO, que alcanza a 54 países.

En Sudáfrica colaboran a menudo con la North-West University, una institución académica que está muy centrada en la metodología y el autoaprendizaje, cuestiones tras las que hay detrás una potente corriente filosófica actualmente. Con ellos, UNIR ha abierto una vía de trabajo basada en el aprendizaje informal. “Llegamos a casi todas partes y estamos siempre liados desde que te levantas hasta que te acuestas. Enseñar y aprender de forma online son nuestras principales razones de ser, y el centro que dirijo se dedica a investigar sobre eso y a dialogar de forma permanente con la Universidad. Hacemos productos prácticos y los contrastamos aquí y en otros países, lo que nos hace vivir muy a la vanguardia, entre ideas muy avanzadas. Seleccionamos instituciones internacionales con las que colaboramos muy a menudo, con las que intercambiamos proyectos, procesos y mejoras en ambas direcciones. Promovemos desde UNIR una corriente muy interesante de colaboración global”, destaca.

Promovemos desde UNIR una corriente muy interesante de colaboración global. Contamos con un amplio número de instituciones y empresas por todo el mundo con las que trabajamos habitualmente.

 

Su máxima es que todo lo que hagan sirva para algo, tanto para la universidad, como para la propia sociedad. “Todo debe tener un impacto, en esto soy muy pesado. A veces te da para montar un programa de doctorado o para escribir siete artículos científicos que tengan descargas en la comunidad académica, pero luego está toda la parte social. Trabajamos a menudo con empresas multinacionales como Bayer, Telefónica o IBM, entre otras muchas, con las que transferimos directamente conocimientos a la sociedad. Con Aenor, con la que tenemos una cátedra, estamos investigando sobre las competencias, que son muy importantes para la universidad”.

Pero él y la universidad también practican otro tipo de transferencias a la sociedad, más directa si cabe: “Llevo más de 20 años trabajando con ONG, con niños, ancianos, drogodependientes… UNIR es muy sensible a todo esto. Por eso tenemos una responsabilidad social muy acusada y hacemos muchas cosas gratis para el bien de la sociedad, lo cual tiene mucho mérito siendo una universidad privada, porque todo lo que no ingresamos es un gasto. Es algo de lo que estamos muy orgullosos”.

La colaboración universitaria es parte del ADN de UNIR

Con la pandemia y la extensión obligada de la formación online, el teléfono de otras universidades no ha parado de sonar: “Nos han llamado muchas universidades de fuera, como una palestina, otra de Jordania, de Chipre o Marruecos, por ejemplo, para pedirnos que les explicásemos como se enseña de forma online, para que les ayudásemos. Hemos montado una serie de cursos breves sobre la virtualización de universidades, con diploma y código QR de certificación incluidos.

Una forma de actuar poco común, pero es que la colaboración universitaria forma parte del ADN de UNIR. “Es una cuestión que llevamos a rajatabla, algo que nos resulta muy interesante y que es bidireccional”. La noche anterior al día de la entrevista, se reunió con los representantes del Consejo Internacional de Educación a Distancia en Abierto, un órgano consultivo de la ONU, en el que, por segundo año, UNIR participó como representante regional europeo, y debatió sobre educación con expertos de Nueva Zelanda, Corea, Brasil, de México… “Vamos rotando y distribuyendo los usos horarios, para que no todo el mundo tenga siempre que madrugar. El objetivo es llevar a cabo jornadas sobre educación abierta en unas regiones determinadas”.

En UNIR iTED hemos creado Medici, una herramienta que se centra en la inclusión digital en sectores desfavorecidos de la sociedad. Es un proyecto del Parlamento Europeo que ganamos frente 185 competidores.

 

En UNIR iTED participan en un proyecto con 20 personas de todo el mundo sobre cómo la pandemia ha incentivado el desarrollo de la ciencia y la educación abiertas. “Ahora acabamos de finalizar otro proyecto que ya estamos explotando. Se llama Medici y se centra en la inclusión digital en sectores desfavorecidos de la sociedad: ancianos, jóvenes desempleados, etcétera, donde la brecha digital es enorme. Lo pidió el Parlamento Europeo, lo ejecuta la Comisión Europea y nosotros lo ganamos frente otras 185 aplicaciones competidoras que se presentaron”.

Para Burgos, tener un problema de acceso o de competencias para trabajar digitalmente afecta hoy a todo el mundo de una manera u otra. “La inclusión digital es inclusión social. Si hoy no lo trabajamos bien, vamos a expulsar a un montón de gente de la sociedad porque no se podrán apañar con unas herramientas que ya están extendidas por todas partes, ya sea para pedir una cita para vacunarse contra la Covid o hacer una operación en un banco. Durante dos años y medio hemos trabajado para crear una base de datos de buenas prácticas en toda Europa, una herramienta gigantesca e ideal para trabajadores y educadores sociales de todo el continente, que facilita además los contactos y las relaciones profesionales”.

GeoResearch, una herramienta global de transferencia del conocimiento

A raíz de este proyecto han creado también GeoResearch, otra herramienta más que busca poner al alcance de cualquier educador e investigador del mundo los proyectos de investigación de UNIR para que puedan transferirlos a la sociedad.

mediciMedici y GeoResearch son herramientas de alcance global creadas por UNIR iTED.

Otro proyecto de alcance europeo, que han realizado con Bayer, se ha convertido en una referencia para las empresas de agricultura que interactúan habitualmente con los organismos e instituciones comunitarias, al conseguir acortar de manera importante los tiempos de comunicación y gestión, en este caso, con la Agencia Europea del Medicamento y la Alimentación. “Parte del problema era que la información que se presentaba no era uniforme, estaba desorganizada y en distintos formatos. Nosotros la ordenamos y la organizamos bien e incluso lo analizamos con la Unión Europea, y ahora es una herramienta que utilizan todas las grandes empresas del sector en Europa, a través de su asociación CropLife Europe”, apunta.

Conexión universidad-empresa

Sobre la conexión entre la universidad y la empresa, lo tiene meridianamente claro. Considera que la especialización es la vía para unir estos dos mundos. Un camino que UNIR, con su modelo online, está recorriendo con éxito: “Nuestros títulos propios requieren otros plazos y son sensibles a lo que está ocurriendo en el mercado. Hablamos con las empresas y las instituciones permanentemente, nos cuentan sus necesidades y en un mes somos capaces de montar un curso. A cambio, no están acreditados como título oficial, pero vienen de una necesidad y tienen la calidad suficiente como para estar ahí. En UNIR tenemos una capacidad de respuesta brutal, es uno de nuestros grandes puntos fuertes. Nuestro modelo de negocio se basa en que desde que surge una idea hasta que se pone en el mercado, solo pasa un mes y no tres o más. Nuestros tiempos son los mismos o mejores que los que pueda tener cualquier empresa de servicios”, sostiene.

UNIR es una universidad muy joven (solo tiene 12 años) y ya ha conseguido convertirse en una referencia en el mundo que habla español. “La pandemia nos ha puesto en valor. Ha sido una especie de karma que nos devuelve el destino, porque la educación en línea se lleva haciendo desde hace muchos años y, de repente, muchas personas se han dado cuenta de la importancia que tiene aprender de esta forma; han comprobado que es una educación que no está nada mal y que es muy útil”, sostiene.

El futuro de la universidad ya está aquí

Para el vicerrector de Proyectos Internacionales, “UNIR tiene una posición privilegiada, con un valor diferencial que mejora continuamente y que podemos mejorar todavía muchísimo más. El paso siguiente, en el que ya estamos nosotros, es la total personalización en la educación, pero también en muchísimas otras cuestiones. Analizar qué quiere y qué necesita un estudiante, qué pide el mercado y cómo todo va evolucionando en tiempo real es clave para el futuro”.

Con su amplia experiencia docente y su paso por numerosas universidades de todo el mundo, Burgos cree que “cuando hablamos de educación en España, nos flagelamos mucho y eso es muy injusto. Nosotros trabajamos con centros e instituciones de todo el mundo y mantenemos proyectos con expertos de los cinco continentes”.

Cuando hablamos de educación en España nos flagelamos demasiado y eso es muy injusto. Tenemos unos profesores espectaculares.

 

Burgos se ha formado una opinión sobre el terreno (colegios, universidades, países, provincias, empresas…) y no habla desde un punto de vista teórico, porque ha dado clase en más de 60 países y mantiene activos más 100 acuerdos de investigación en todo el mundo. Con este bagaje a sus espaldas, se atreve a decir, en contra del mantra habitual, que “España es un país privilegiado a nivel educativo. Tenemos unos profesores espectaculares, son nuestro mejor baluarte. Por regla general son personas muy comprometidas, aunque siempre haya de todo en la viña del Señor. Nuestro mayor activo es que hay mucha vocación. Poseemos una gran capacidad de empatizar con el estudiante y de sacar lo mejor de cada uno”.

Y si vamos de lo general a lo concreto, a Burgos no le duelen prendas al afirmar que “en UNIR tenemos profesores muy buenos y la segunda capa académica, los tutores, no tienen precio, porque son los que hacen posible que los estudiantes aguanten un año y hasta cuatro. Imagínate a una persona de 40 o 50 años que se mete a estudiar una carrera, que resiste y la termina. Eso es brutal”.

A pesar de su trabajo ejecutivo, sus numerosos viajes, sus relaciones internacionales permanentes y, por supuesto, de sus estudios, nunca deja de lado su verdadera vocación: “Doy clase todos los días. El maestro de escuela de toda la vida siempre me ha tirado muchísimo”.

En la élite de la educación mundial

Una parte especialmente reseñable de su vida profesional es trabajar codo con codo con otros expertos internacionales en políticas educativas globales. Dirige la Cátedra Unesco de eLearning. Dentro de esta organización, participa desde hace ocho años en un foro con expertos de 194 países para tratar las políticas educativas al máximo nivel en el ámbito internacional. Además, forma parte del Consejo para el Desarrollo de la Educación Sostenible de la ONU en Europa (UNECE), donde contribuye como experto internacional dado que España no tiene representación oficial. En ambos organismos “planteas dudas y recomendaciones que luego se pueden aplicar en India o en Bután. Trabajas con personas que luego provocarán un cambio real en su país. Me motiva mucho”.

Todo esto está muy bien, pero de ahí a alfabetizar a un niño de ocho años, como hacía en el pasado, hay un rango. “La inmediatez de hablar con el crío y su familia te produce una satisfacción personal distinta. Cuando estás en la ONU dices, que bien estar aquí porque va a venir bien a algún país, fenomenal. Pero es todo muy difuso: escribes la norma, ayudas en los contenidos y se publica. Pero eso de mirar al niño a los ojos y ver directamente el cambio y la realidad educativa que generas… En el futuro, cuando me jubile, seguramente sea lo que haga”. Eso, y seguir aprendiendo.

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