Román Rodríguez Curbelo
Tres egresados del Máster en Psicología General Sanitaria de UNIR realizaron sus prácticas en el Centro Baeza Psicología y Formación. Ahora trabajan en él. Aplicaron conocimientos y actitudes indispensables en el día a día de un profesional de la salud.
Arturo Carnicero, Alba Rodríguez y Jaime Vidal pasaron por las aulas virtuales del Máster en Psicología General Sanitaria de UNIR, y también por el mismo centro clínico en el que realizaron sus prácticas y en el que ahora continúan trabajando: Baeza Psicología y Formación.
Carnicero y Rodríguez llegaron del mismo modo a la psicología: desde la vocación. Alba Rodríguez siempre sintió el deseo de ayudar, de comprender en profundidad por qué ciertas cosas pasan de una u otra manera o de conocer las influencias que construyen las distintas personalidades de las personas.
Escogió la especialidad de Psicología General Sanitaria porque le atraía la idea de realizar terapia en centros o gabinetes sanitarios. Jaime Vidal, sin embargo, llegó de forma más casual a la psicología, aunque también había querido siempre trabajar con personas. Para él fue todo un descubrimiento y se fue enganchando poco a poco durante la carrera.
Esa vocación de servicio se profundizó cuando, tras explorar otras ramas científicas, como la psicología del trabajo, reconoció su gusto por asistir a las personas a un nivel todavía más personal, hasta que se decantó finalmente por la psicología sanitaria.
Los tres exestudiantes guardan un buen recuerdo de su paso por el Centro Baeza Psicología y Formación por distintas aunque parecidas razones, y todos lo consideran el colofón ideal del posgrado.
Arturo Carnicero recuerda que la clínica ya tenía fama y buenas críticas entre sus usuarios, aspectos que le animaron definitivamente a solicitar plaza. El máster y las prácticas, en particular, le reconectaron con el trabajo sanitario y le reengancharon de alguna manera con la disciplina.
El psicólogo señala que si tuviera que quedarse con algo de esa experiencia sería la calidez y la profesionalidad en el trato con los pacientes, la gran acogida que recibió por parte de su tutor y del resto de profesionales, y su buen ambiente laboral.
A Rodríguez le motivó su enfoque integrador y sus muchos años de experiencia, así como la variedad de casos que podía abordar durante su estancia y las diversas técnicas que podría aplicar. Sin embargo, aprendió mucho más.
Más allá de lo académico
Asumió que cada persona se encuentra bajo circunstancias muy distintas, con historias de vida y aprendizajes diferentes y, por lo tanto, con maneras particulares de afrontar un malestar. “Debemos adaptarnos en todo momento a la idiosincrasia de cada persona para poder ayudar de una manera más eficaz”, añade.
“Y aunque deseemos ayudar lo más rápido posible, no existe un ritmo universal. A veces hay que ser pacientes para que la ayuda sea la más adecuada”, reconoce Rodríguez. Aprendió a mantener el rigor pese a la urgencia de la ayuda y a evitar conclusiones precipitadas o evaluaciones incompletas.
Una paciencia que también elogia Jaime Vidal. “Somos psicólogos, no dentistas. Los aspectos que trabajamos en terapia tardan tiempo en trabajarse y no se resuelven en una sola sesión”, subraya.
Alba Rodríguez y Arturo Carnicero, egresados de UNIR.
Sabe que es duro comprobar cómo ciertas personas se abren por primera vez en una consulta “completamente descompuestas”, y ha vivido la frustración que genera, sobre todo al principio, el hecho de que los pacientes finalicen sus primeras sesiones con los mismos problemas. Se ha de evitar entonces el desánimo.
“La experiencia nos dice que los resultados terminan llegando con paciencia, conocimientos y un buen vínculo terapéutico. Atestiguar eso es muy satisfactorio”, confiesa Vidal.
Su paso por Centro Baeza le permitió además tratar con una gran variedad de problemas y de tipos de pacientes. Pudo así desarrollar lo que denomina una “caja de herramientas laborales” con las que manejarse día a día en una clínica que siempre fomentó sus ganas de aprender y de participar, y que le permitió ser realmente un profesional, no un estudiante.
Comodidad y nervios
Este es un hecho clave que los tres recalcan: la aplicación real de los conocimientos, el día a día profesional y la capacidad de adaptación son aspectos vitales para un psicólogo, y que se adquieren precisamente con la práctica y la experiencia. Un proceso que la dirección de Baeza Psicología y Formación trata de facilitar y de convertir en algo natural, sostienen.
De hecho, Alba Rodríguez recuerda con mucho cariño cuando comenzó a tratar con pacientes y a sentirse cada vez más cómoda en ese proceso. Un paso que se ha convertido en su actual profesión, oferta que aceptó “encantada”, igual que Carnicero.
Rodríguez entiende que las características más importantes en un profesional sanitario son la capacidad de trabajo en equipo, la iniciativa, la empatía y el compromiso.
Un psicólogo debe crear una alianza terapéutica con sus pacientes.
Más allá de los conocimientos teóricos y de las distintas técnicas terapéuticas que se puedan aplicar, Carnicero explica que hay otros aspectos fundamentales en el trato con los pacientes. La intención original es crear una “buena alianza terapéutica”, cuya importancia sabrá transmitir un buen tutor a sus estudiantes y éstos, a su vez, a sus futuros pacientes y alumnos.
Para Vidal, no obstante, no fue un proceso tan sencillo. En ciertos momentos sufrió los nervios propios del llamado “síndrome del impostor”, un cuadro psicológico en el que las personas que merecen su éxito laboral sufren un miedo persistente a que el resto de sus compañeros los descubran como un fraude porque, en el fondo, no se sienten capaces de asumir sus funciones.
Algo que el egresado de UNIR considera natural y que no le impidió mostrar ganas e ilusión en un momento especial que recuerda como una especie de culmen tras muchos años de trabajo.
Mereció la pena: “Ahora me dedico a atender a pacientes que acuden por diversos motivos. También realizo sesiones de psicoterapia, diseño seguimientos personalizados, atiendo necesidades específicas de cada caso y, de forma puntual, realizo evaluaciones e informes que los pacientes solicitan para trámites y necesidades diversas”, explica.
Una labor que considera apasionante, de la que se aprende a diario y que resulta muy gratificante cuando se ven los frutos del trabajo bien hecho de los profesionales y de los pacientes. Por todo ello, recomienda a los estudiantes en prácticas que asuman el reto con ganas de aprender, con predisposición para saltar al ruedo y arriesgar y atreverse. “Y, sobre todo, que estén listos para disfrutar”, concluye.
- Máster en Psicología General Sanitaria
