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Profesores de UNIR apuestan por el mindfulness y otras 7 pautas para prevenir y mejorar la astenia primaveral

El 20 de marzo llegó la ansiada primavera. Y con ella, la sensación de apatía, de tristeza sin causa aparente, los cambios en el apetito... ¿Qué hacer para que este síndrome conocido como astenia no nos afecte?

El 20 de marzo llegó la ansiada primavera. Y con ella, la sensación de apatía, de tristeza sin causa aparente, los cambios en el apetito, las dificultades de concentración, la irritabilidad y el malestar general. ¿Qué hacer para que este síndrome conocido como astenia no nos afecte? Expertos de UNIR nos dan unas pautas básicas para prevenirlo o, al menos, mejorarlo.

La astenia primaveral es un término del ámbito clínico que significa cansancio. “No se trata de una enfermedad, sino de un síntoma y su etiología es multicausal. Este cambio anímico no se corresponde en la mayor parte de las ocasiones con una depresión en el sentido clínico, ya que cabe matizar que este concepto- el de depresión- se banaliza y usa en exceso en términos coloquiales, atribuyendo diagnósticos que no en todas las ocasiones se corresponder con la sintomatología observada”, aclara María Soria, directora del área de Ciencias del Comportamiento y coordinadora académica del grado de Psicología de UNIR.

De hecho, la astenia que no tiene siquiera una entidad clínica, está relacionada con el cambio de horario y las temperaturas, y los síntomas comprenden una o varias manifestaciones relativas a la sensación de apatía, tristeza sin causa aparente, cambios en el apetito y deseo sexual, dificultades en la concentración,  irritabilidad y malestar general. Respecto a la prevalencia cabe destacar que es mayor entre los 20 -50 años y en mujeres.

No se trata de una enfermedad, sino de un síntoma y su etiología es multicausal. Este cambio anímico no se corresponde en la mayor parte de las ocasiones con una depresión en el sentido clínico.

Por su levedad, se trata de una sintomatología pasajera que suele durar entre una o dos semanas. La directora del área de Ciencias del Comportamiento y coordinadora académica del grado de Psicología de UNIR indica que pueden adoptarse las siguientes pautas relativas al sueño, la alimentación y la actividad física con el fin de evitar o mejorar los síntomas.

1.- Horarios prefijados en la mayor medida de lo posible durante los siete días de la semana en lo referente al descanso y alimentación. “Es importante que no se produzcan cambios drásticos entre el fin de semana y los días laborables. Mantener un ciclo que oscile en torno a las ocho horas de sueño y confortable en lo relativo a la temperatura. También se deben evitar las actividades distractoras (televisión, dispositivos móviles, actuaciones que activen) en las horas previas al sueño” indica María Soria.

2.- Comida e hidratación suficiente y regular. Con el objetivo de que el organismo no se descompense y reciba todos los nutrientes es importante mantener una dieta sana y equilibrada.

En cuanto al consumo de alimentos cuyos nutrientes nos ayudan a mejorar nuestro estado de ánimo, la profesora y coordinadora del Experto Universitario en Nutrición y Dietética, María Barado, recomienda el consumo de aguacates, nueces, huevos o plátanos. Estos últimos regulan la liberación de cortisol – conocida como la hormona del estrés- al torrente sanguíneo regulando sus niveles.

3.- Ejercicio moderado y no extenuante en ningún caso. Preferentemente en las horas primeras y centrales del día y alejado de la hora de descanso nocturno.

4.- Realización de actividades placenteras que compensen el desinterés o la posible tristeza.

5.- Evitar en la mayor medida posible la automedicación, por cuanto es un episodio que en circunstancias normales se resuelve por si mismo sin necesidad de recurrir a fármacos. De hacerlo, pueden enmascararse otras patologías.

6.- Auto-observarse para detectar alteraciones mayores o más duraderas por las que requerir ayuda profesional.

7.- Desdramatizar y mantener un espíritu positivo, ya que contribuye a superar el cuadro antes y con menor afectación.

Además de estas siete reglas tan básicas como fundamentales, técnicas como la relajación o el ahora tan de moda, mindfulness constituyen “un ampliamente probado recurso para fomentar nuestro bienestar cotidiano y, más específicamente la optimización de la salud y la recuperación ante distintas afecciones”, tal y como nos confirma el profesor de UNIR y experto en mindfulness Carlos Valiente.

Métodos que a pesar de ser recomendables para todo el mundo, encajan mejor con la mentalidad y la psicología de algunas personas y que producen beneficios destacables de tipo cognitivo (especialmente atencional y ejecutivo), afectivo (regulación emocional), así como relativos a aspectos motivacionales y de tolerancia al malestar y el dolor.

Tanto la profesora María Soria como el profesor Carlos Valiente coinciden en que se trata de un síntoma leve que afecta a nuestro día a día pero que con una buena predisposición y estas recomendaciones pasará sin dejar secuelas (al menos hasta la primavera que viene).

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