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¿Por qué aumenta la obesidad en jóvenes menores de 25 años?

La suma de datos de obesidad y sobrepeso en jóvenes de entre 13 y 25 años es del 23%. Por sexos, la prevalencia (o proporción de la población)  que padece la obesidad es mayor en chicos que en chicas.  Cuatro de cada diez niños españoles tienen sobrepeso u obesidad, según el estudio Aladino, realizado en 2015 a casi 11.000 niños de entre 6 y 9 años. Una cifra alarmante que nos lleva a preguntarnos: ¿qué estamos haciendo mal como padres, educadores o profesionales de la salud?

obesidad sobrepeso

En los últimos años hemos visto un aumento considerable de jóvenes de menos de 25 años que sufren sobrepeso u obesidad.

España sigue entre los países con mayores tasas de obesidad infantil y juvenil de Europa. La suma de datos de obesidad y sobrepeso en jóvenes de entre 13 y 25 años es del 23%.  Por sexos, la prevalencia (o proporción de la población)  que padece la obesidad es mayor en chicos que en chicas.

Cuatro de cada diez niños españoles tienen sobrepeso u obesidad, según el estudio Aladino, realizado en 2015, a casi 11.000 niños de entre 6 y 9 años. Una cifra alarmante que nos lleva a preguntarnos: ¿qué estamos haciendo mal como padres, educadores o profesionales de la salud?

No hay que olvidar que la obesidad, en determinados casos, puede deberse a enfermedades endocrinas o a factores genéticos. Pero si bien es verdad que existen jóvenes que tienden a engordar, esta predisposición suele obedecer a que no se ha conseguido desarrollar ni buenos hábitos alimentarios, ni estilos de vida saludables en la mayor parte de esta generación.

Niños déspotas que comen a su antojo

Cada vez hay más niños déspotas que demandan alimentos a su antojo, sin ningún tipo de disciplina ni de horarios fijos para la comida. Tenemos abuelos que pasan tardes enteras cuidando a pequeños emperadores del “ya y el ahora”, que no admiten un “no” por respuesta y quieren lo que saben que sus padres no les van a dar. Cuando esto es así un día y otro y otro… Estamos ante un problema.

Claramente los niños (y ahora jóvenes) comen por imitación y asumen como bueno lo que comen sus padres.

¿Nos hemos preguntado alguna vez cómo comemos, qué ejemplo damos a los nuestros? Debemos preocuparnos de que enseñen a comer en los colegios, pero ¿quién enseñará a comer el resto del día?

Los antiguos hábitos de alimentación tradicional, mucho más ordenados, que contribuían a una mejora de la dieta están cada vez más cerca de su extinción. Puede que toda la culpa no sea nuestra; este ritmo frenético de vida al que estamos expuestos tampoco ayuda.

No hay tiempo, a veces, ni para comer y ni mucho menos para cocinar o enseñar a los nuestros a hacerlo. Llegamos a casa tan cansados que recurrimos a alimentos preparados y comemos solos, viendo la televisión y entrando en un bucle sin salida sin darnos cuenta.

Los jóvenes están más de dos horas delante de algún dispositivo

Somos una generación 2.0 que pasa más horas mirando una pantalla que conviviendo con los suyos. Está comprobado que los jóvenes, que están más de dos horas al día delante de algún dispositivo, tienen más riesgo de sufrir sobrepeso u obesidad, ya que esa inactividad favorece la ingesta de alimentos ricos en azúcares y en grasas.

No hay que olvidar tampoco los años de crisis que hemos dejado atrás, que en gran parte han contribuido a ese aumento en las cifras de sobrepeso y obesidad. Muchas familias  (sobre todo en grupos de población de clase media-baja) han sufrido y han tenido que ajustar sus presupuestos recurriendo a alimentos de alta densidad energética y poco valor nutricional sólo por el hecho de que eran más baratos.

El sedentarismo contribuye a aumentar el sobrepeso

Pero, además de la alimentación y de cuestiones genéticas, socio-ambientales etc… Hay otro gran aspecto a tener en cuenta. ¿Qué pasa con el deporte, con la actividad física? Cada vez se fomentan actividades más sedentarias que contribuyen a aumentar las cifras de sobrepeso y obesidad entre nuestros jóvenes.

Practicar ejercicio físico ayuda a reducir el apetito y disminuye el picoteo mientras se realiza, aumenta el bienestar emocional y reduce los síntomas de la ansiedad. Por tanto, hay que procurar que sea una prioridad entre los jóvenes.

¿Y qué está haciendo España al respecto? La AECOSAN (Agencia Española de Consumo y Seguridad alimentaria) lanzó en el año 2005 la estrategia NAOS (Nutrición, actividad física y Prevención de la obesidad).

Se trata de una estrategia de salud que tiene como meta invertir la tendencia de la prevalencia de obesidad, mediante el fomento de una alimentación saludable y de la práctica de actividad física para intentar reducir las altas tasas de morbilidad y mortalidad atribuibles a enfermedades no transmisibles.

Por tanto inculcar, desde pequeños, hábitos para una alimentación equilibrada y saludable siguiendo un patrón de dieta mediterránea, junto a la práctica regular de ejercicio físico, pueden contribuir, en gran medida, a disminuir esas preocupantes cifras de sobrepeso y obesidad entre nuestros jóvenes.

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