
“El pianista que le puso música al vino”. Así bautizó El País a Lluis Capdevila, pianista y compositor catalán, que estudio jazz en Nueva York y se doctoró en artes musicales en Estados Unidos.

Esta disciplina terapéutica sirve de refuerzo y estimulo positivo para áreas del cerebro que favorecen la expresión corporal, la comunicación y la creatividad. Desde UNIR, repasamos estos beneficios cognitivos y físicos.

El método Dalcroze es una metodología que trabaja aspectos de la música mediante el movimiento corporal, valiéndose del desarrollo del oído y del ritmo para su aprendizaje.

El método Willems considera que para aprender música, debe seguirse el mismo proceso que con la lengua materna.

El método Orff apuesta por la participación activa y experimentación del alumno usando la voz, el cuerpo y el movimiento para el aprendizaje de la música.

El método Kodaly se sirve del canto coral y las canciones tradicionales para enseñar música de una forma lúdica y motivadora.

La música y la educación van de la mano, pues la primera fomenta el aprendizaje y desarrolla en el alumnado habilidades como la creatividad, la psicomotricidad y la expresión.

El método BAPNE se centra en la estimulación cognitiva, emocional y motriz, y sus actividades huyen de la repetición y memorización, mientras favorecen el desarrollo de la creatividad.

El Máster en Investigación Musical de la Universidad Internacional de La Rioja ofrece opciones muy interesantes para el músico, investigador y docente del siglo XXI.
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