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Lydia Cacho, en UNIR: "Soy una reportera de guerra en mi país, México"

La periodista y activista participó en el Seminario sobre la 'Libertad de expresión en la era digital', dirigido por Cruz Sánchez de Lara.

“Soy una reportera de guerra en mi propio país”, afirmó hoy la periodista y activista en Derechos Humanos, Lydia Cacho, en la tercera sesión del seminario ‘Libertad de Expresión en la era digital’, celebrado en la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR). Autora de bestsellers internacionales sobre trata de blancas y esclavismo, Cacho es superviviente de torturas por sus investigaciones sobre redes de explotación infantil.

El ciclo de conferencias, organizado por el Consejo Social de UNIR en colaboración Nueva Revista, está dirigido por Cruz Sánchez de Lara, presidenta de Tribune for Human Rights (THRibune), directora para Europa de International Human Rights Legal (IHRLegal), socia titular de Sánchez de Lara Abogados y vicepresidenta de El Español.

Cruz Sánchez

Sánchez de Lara señaló que se puede considerar a “la libertad de expresión como la hermana mayor de los Derechos Humanos” y que esta cobra su máximo sentido cuando se encuentra con “personas valientes que luchan por defenderla, como es el caso de Lydia Cacho”.

En su intervención la periodista mexicana manifestó que “la libertad de expresión es un derecho que tenemos todos, no solo los periodistas”. Añadió que el periodismo es “una linterna para iluminar el mundo” y “una profesión indispensable para la sociedad, pero para poder ejercerlo necesitamos la libertad de expresión”.

‘Los demonios del Edén’

Relató su experiencia al enfrentarse con “una poderosa red de explotación sexual infantil, de más de 200 niños, entre 3 y 13 años, en la que estaban involucrados empresarios y políticos mexicanos. Demostré con mis investigaciones la connivencia entre políticos, banqueros y tratantes de niños y lo publiqué en el libro ‘Los demonios del Edén’”, explicó.

Recibió fuertes presiones para que se retractara y, finalmente, fue arrestada ilegalmente y sometida a torturas. Años después, el 90% de los miembros de aquella red han sido procesados, así como el Gobernador de Puebla, que fue quien ordenó su detención ilegal.

También contó que investigó a las redes internacionales de explotación sexual de mujeres, entrevistando a seis de las víctimas, y siguiendo la pista del blanqueo de dinero por varios países, como refleja su libro ‘Esclavas del poder’.

“La autocensura es la hija desgraciada del miedo”

Lydia Cacho ha pagado un precio muy caro, porque abandonó México y tuvo que aprender a convivir con el miedo, desde que “hace 25 años me pusieron una pistola en la cabeza”. “El miedo -dijo- me ayudó a salir corriendo cuando entraron los sicarios en mi casa para matarme”. E indicó que la autocensura “es la hija desgraciada del miedo”, porque “paraliza” e impide ejercer el periodismo con libertad.


Esa situación es más complicada en países de América Latina, como México o Guatemala, donde “el índice de impunidad es alto y el Estado de derecho está ausente en muchos casos”.

Cuando comenzó, hace 30 años, Lydia Cacho tomó conciencia de la conexión “entre el periodismo y la defensa de los derechos humanos”, al ver que “no era escuchada en los medios la voz de las mujeres” y decidió aportar una perspectiva de género, en sus investigaciones periodísticas. “El feminismo ha creado una nueva cultura narrativa para explicar los derechos humanos”, indicó, refiriéndose a “los abusos contra la mujer”, en el ámbito de la violencia doméstica entre otros, pero también “contra el varón, en la trata de niños, en redes de droga, prostitución y organizaciones paramilitares”.

La amenaza de la desinformación

Apuntó, por último, a otra amenaza contra la libertad de expresión: “La desinformación en las redes sociales”. Citando el caso de Donald Trump, explicó que no se trata sólo de “implantar mentiras en el discurso colectivo”, sino también de organizar “una estrategia para destruir los elementos del conocimiento público” e impedir “toda posibilidad de cuestionamiento”. Y añadió que es preciso “desactivar a los que desinforman”.

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