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El cerebro va cambiando a lo largo de la vida, generando diferentes redes de comunicación en función de la estimulación que recibe. Esto se conoce como plasticidad cerebral o neuronal.

¿Sabías que el ser humano es el único ser vivo que nace sin estar formado por completo?
Cuando se formula esta pregunta es fácil imaginar que se refiere a la falta de órganos internos o externos; sin embargo, tiene que ver con que el ser humano cuando nace, a diferencia de otras especies animales, no finaliza su desarrollo con la gestación. Es aquí donde entra el concepto de la plasticidad cerebral o neuronal que abordamos a continuación.
Es cierto que todo bebé nace físicamente formado, pero con el tiempo desarrollará todos los elementos de la estructura humana hasta que se haga adulto. Este proceso se prolonga durante años. No obstante, para que este desarrollo se ponga en marcha, el ser humano nace dotado de capacidades y estructuras internas suficientes que le permiten seguir desarrollándose y madurando en el exterior. Esta es la razón de que el proceso de aprendizaje y desarrollo sea más largo en los humanos que en el resto de animales, así como que se adquieran capacidades superiores como especie. Este fenómeno se debe en parte a la plasticidad neuronal, también llamada neuroplasticidad.
La plasticidad neuronal se refiere a la capacidad del sistema nervioso para modificar su estado, creando nuestras estructuras y conexiones neuronales, en función de las condiciones del medio. El cerebro va cambiando a lo largo de la vida y se van generando diferentes redes de comunicación de información, en función de la estimulación que recibimos. Es por ello que a lo largo de la vida de todas las personas se sigue aprendiendo y desarrollando capacidades.
Un proceso durante toda la vida
Esta transformación no se da de igual manera en todos los momentos de la vida de una persona; la plasticidad neuronal es mayor cuando menor edad se tenga. Se nace con mayores conexiones y, por tanto, el aprendizaje es más rápido. En función del uso de dichas conexiones durante los primeros años de vida, se irán eliminando las redes no utilizadas—proceso llamado poda sináptica—o, por el contrario, se conformarán muchas más a través de la neurogénesis.
Por tanto, a través de este concepto se sabe que el cerebro es moldeable, se adapta y coge forma en función de lo que se necesita desarrollar para sobrevivir. Por ello, el ser humano es capaz de generar ciertas conexiones interneuronales que faciliten la creación de ciertas estructuras cognitivas, y, una vez formadas, poder ampliarlas, modificarlas o eliminarlas. Por tanto, contamos con un proceso de plasticidad sináptica.
Además, durante este proceso, gracias a la comunicación que se da entre las neuronas del cerebro, se modula la percepción de estímulos del ambiente, así como la respuesta que se genera ante dichos estímulos. Estas rutas de comunicación que crea el cerebro se van a ver fortalecidas cuanto más funcionan. Es decir, si comparamos este proceso con un camino por un terreno silvestre, posiblemente si se cruza una vez por él se encontrarán ramas o hierbas que dificultan el camino, lo cual lo harán más lento y tedioso, y no del todo funcional. Si se sigue pasando por el mismo camino y se utiliza cada día más, se observará que poco a poco se va despejando y se crea un sendero. Si el uso es continuado se podrá abrir una pista… y así hasta formar una carretera.

Este elemento se hace comprensible al observar que a lo largo de la vida las personas van cambiando, se adaptan al medio, aprenden cosas nuevas, etc. Por tanto, son capaces de cambiar el pensamiento, generar pensamientos y creencias diferentes, adquirir costumbres distintas, descubrir y explorar las emociones, aprender de ellas, y, en definitiva, evolucionar. Con esta evolución no solo se crece como personas, sino que se facilita un traspaso de información y conocimiento a generaciones futuras más extenso, amplio y renovado, por tanto, se evoluciona como especie.
Plasticidad y Neuropsicología Clínica
La neuroplasticidad también adquiere un valor importante cuando el cerebro sufre algún daño y con ello la persona pierde alguna función. Uno de los cometidos básicos de la neuroplasticidad neuronal es la de estimular la compensación del funcionamiento de áreas afectadas de regiones limítrofes. Gracias a este proceso, cuando un área cerebral está afectada, por tanto pierde funcionamiento, el cerebro es capaz de adaptar otras áreas o regiones del cerebro para que cumplan dicha función, de tal manera que pueda seguir compensando la pérdida. A este fenómeno se le denomina plasticidad compensatoria.
Este proceso representa la facultad del cerebro para recuperarse y reestructurarse, siendo crucial cuando se plantean programas de rehabilitación cognitiva o estimulación cognitiva desde la Neuropsicología clínica, pues el neuropsicólogo deberá conocer el área y funciones afectadas en el paciente y, con ello, favorecer que el cerebro desarrolle estructuras compensatorias de la función afectada y poder llegar al nivel más funcional de recuperación de la persona.
En este sentido, cuando un neuropsicólogo clínico inicia tratamiento con un paciente, debe conocer el funcionamiento exacto del cerebro y los recursos existentes para la recuperación: entre ellos está el proceso de plasticidad neurológica. Pese a que es un proceso interno del ser humano, el neuropsicólogo generará todas las estrategias para que este proceso se dé de la mejor manera posible, a fin de reducir el tiempo de recuperación del paciente si fuera el caso o preservar las mayores funciones posibles. En ese momento el profesional y la biología humana se unen para mejorar la calidad de vida de las personas.
