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Pantallas y adolescencia: una crisis emocional silenciosa que ya afecta a la salud mental de los menores

Foro UNIR enciende la alarma al abordar uno de los problemas más urgentes al que se enfrenta la sociedad actual: el impacto de la hiperconexión digital y el abuso de las pantallas en el desarrollo de los niños y adolescentes, y en el  aumento de trastornos como la ansiedad y la depresión.

Alejandro Villena Moya, en un momento de su intervención en Foro UNIR.

Los 7 puntos clave del Foro UNIR

  1. Cautivos digitales, no nativos: Los menores no nacen con una necesidad innata de tecnología, sino que son introducidos por su entorno. El término “nativos digitales” es engañoso; muchos niños son en realidad están atrapados en dinámicas adictivas desde edades tempranas.
  2. Impacto neurobiológico real: El uso excesivo de pantallas afecta al desarrollo cerebral, especialmente en funciones ejecutivas como la atención, la memoria y el autocontrol. La exposición prolongada puede alterar la maduración de la corteza prefrontal, clave en la toma de decisiones.
  3. La falsa conexión social: Aunque las redes sociales prometen conexión, en realidad fomentan el aislamiento. Los adolescentes están más solos que nunca, con habilidades sociales deterioradas y dificultades para establecer vínculos reales cara a cara.
  4. La familia como factor protector: Un entorno familiar cohesionado, con normas claras y tiempo de calidad compartido, es clave para prevenir la adicción digital. El juego, el afecto y el ocio sin pantallas son herramientas fundamentales.
  5. El aula como termómetro del problema: Los docentes detectan cada vez más alumnos desmotivados, fatigados y con baja capacidad de atención. El uso de pantallas fuera del aula impacta directamente en el rendimiento académico y la convivencia escolar.
  6. Adicciones comportamentales equiparables a sustancias: Las pantallas activan los mismos circuitos de recompensa que drogas como la cocaína o la heroína. La dependencia digital debe abordarse con la misma seriedad que otras adicciones.
  7. Necesidad de intervención multidisciplinar: Psicólogos, psiquiatras, docentes y familias deben trabajar juntos. La prevención, la detección precoz y la intervención especializada son esenciales para revertir los efectos del abuso digital.
Máster en Intervención Psicológica en el Ámbito Educativo

Con una gran audiencia en Argentina, Colombia, Chile y España, entre otros países, Foro UNIR celebró un encuentro sobre el impacto emocional que está provocando la hiperconexión digital entre los menores. Expertos en psicología, educación y salud mental analizaron un problema que va a más, generado por el uso excesivo de los dispositivos digitales, y que está teniendo graves consecuencias en el desarrollo emocional, cognitivo y social de niños y adolescentes. La conclusión fue muy clara: urge actuar desde todos los frentes.

Así lo reflejan los datos. Según el informe de UNICEF 2024, el 89% de los adolescentes en Europa accede a internet diariamente, y el 45% pasa más de cuatro horas al día frente a una pantalla fuera del horario escolar. En España, un estudio del Hospital Sant Joan de Déu (2025) revela que el 37% de los menores presenta síntomas de dependencia digital, y un 22% ha sufrido alteraciones del sueño por el uso nocturno del móvil.

A nivel mundial, la OMS ha advertido que el uso excesivo de pantallas está vinculado al aumento de trastornos de ansiedad, depresión y aislamiento social en menores. Unos datos que ponen de manifiesto que el abuso de pantallas no es solo un problema tecnológico, sino una cuestión urgente de salud pública.

Foro UNIR contó la participación de Blanca Sicilia Almela, directora ejecutiva del Máster Universitario en Intervención Psicológica en el Ámbito Educativo de UNIR. Como ponente principal intervino Alejandro Villena Moya, psicólogo y sexólogo clínico, director de Piénsatelo Psicología. También participaron Lucía Gallego Deike, psiquiatra y directora médica de MOTI, y José Martín Aguado, profesor de secundaria y bachillerato, además de divulgador en la plataforma Empantallados. Finalmente, se sumó Marta Santarem Rosell, directora del Máster Universitario en Intervención Psicológica en Niños y Adolescentes de UNIR.

Alejandro Villena Moya fue el encargado de abrir el debate con una intervención que combinó datos científicos, experiencias clínicas y reflexiones personales. “Escuchamos más a lo digital que a lo humano”, afirmó, tras relatar cómo la pérdida de su abuela le hizo replantearse el valor del tiempo y las relaciones reales frente al consumo digital.

Villena, que dirige Piénsatelo Psicología, un proyecto de salud mental que ofrece atención psicológica online y presencial, así como formación para profesionales, introdujo el concepto de “sonajero digital” para describir cómo los dispositivos móviles capturan la atención de los más pequeños mediante estímulos constantes: luz, sonido, movimiento. “Les estamos sometiendo a una estimulación constante que impide el desarrollo de la atención sostenida”, explicó. Y añadió: “Decimos que son nativos digitales, pero en realidad son cautivos digitales”.

El psicólogo denunció que los propios creadores de estas tecnologías son conscientes de su potencial adictivo. “Bill Gates no permitió a sus hijos tener móvil hasta los 14 años. Mark Zuckerberg obliga a las niñeras a no usar el móvil delante de sus hijos”, recordó. Según Villena, las redes sociales están diseñadas para generar dependencia mediante mecanismos como el “refuerzo intermitente”, similar al de las máquinas tragaperras.

Consecuencias en el desarrollo

Los efectos del abuso de pantallas son múltiples y afectan tanto al plano físico como al emocional y cognitivo. Villena citó estudios que muestran una disminución del cociente intelectual en las nuevas generaciones, así como un deterioro en funciones ejecutivas como la atención, la memoria y el autocontrol. “Vivimos en la sociedad del yo-yo y del ya-ya”, dijo, en referencia a la búsqueda constante de gratificación inmediata.

También alertó sobre el acceso precoz a la pornografía: “El 82% de los chicos y el 50% de las chicas ha visto pornografía antes de los 11 años”. Este tipo de contenidos, explicó, afecta a la empatía, la percepción del otro y la construcción de la identidad sexual.

La Asociación Española de Pediatría, recordó, ha advertido de los efectos físicos del uso excesivo de pantallas: fatiga visual, sedentarismo, obesidad, alteraciones del sueño. Pero el mayor peligro, según Villena, es la transformación de las relaciones humanas. “Aunque estamos hiperconectados, somos la sociedad más sola de la historia”, sentenció.

La voz de la psiquiatría

Lucía Gallego Deike, psiquiatra, confirmó desde su experiencia clínica que los trastornos mentales en adolescentes están en aumento. “Estamos asistiendo a una pandemia de salud mental”, afirmó. Entre los problemas más frecuentes mencionó los trastornos de conducta alimentaria, la dismorfofobia, la ansiedad, la depresión y las autolesiones.

Gallego, que es directora médica del Instituto de Salud Mental y Bienestar Emooti, subrayó que el uso excesivo de las pantallas desplaza otras actividades fundamentales para el bienestar emocional: el deporte, el juego, la vida familiar, el contacto con la naturaleza. “Todo el tiempo que se pasa frente a una pantalla es tiempo que no se invierte en relaciones reales”, advirtió.

foro unir De izquierda a derecha: Ana Gugel, Blanca Sicilia, Lucía Gallego Deike y José Martín Aguado.

También explicó que las adicciones comportamentales, como la dependencia del móvil o los videojuegos, siguen patrones similares a las adicciones a sustancias. “El tratamiento debe ser integral, personalizado y con participación activa de la familia”, señaló. Y añadió: “El riesgo de recaída es alto, por eso es fundamental la prevención”.

La mirada desde el aula

José Martín Aguado, profesor de Secundaria y Bachillerato, aportó una visión desde el terreno educativo. “Nos estamos convirtiendo en payasos para captar la atención de los alumnos”, ironizó. Este profesor relató cómo muchos estudiantes llegan a clase sin dormir por haber pasado la noche viendo series o en redes sociales. “Les cuesta mantener la atención, escribir, leer, comprender”, lamentó.

Desde su experiencia en Empantallados, una plataforma sin ánimo de lucro que tiene el objetivo de ayudar a las familias a educar a sus hijos en el buen uso de la tecnología, Aguado insistió en que no se trata de demonizar la tecnología, sino de usarla con sentido. “El problema es que estamos pidiendo a los adolescentes que se autorregulen con herramientas diseñadas para engancharles”, explicó. Y lanzó una advertencia a los adultos: “No podemos exigir a nuestros hijos lo que nosotros no hacemos. Somos su ejemplo”.

Este divulgador y escritor introdujo el concepto de “entreburrimiento”, ese estado en el que uno no está ni entretenido ni aburrido, sino sedado por el consumo digital. “Después de tres horas en TikTok, nadie dice: qué bien he aprovechado el tiempo”, bromeó. Y concluyó: “Tenemos que recuperar el aburrimiento como espacio de creatividad”.

El papel de las familias

Todos los ponentes coincidieron en que la familia es el primer entorno de prevención. Blanca Sicilia destacó la importancia del juego, el afecto y el ocio compartido. “Los padres deben actuar como paraguas ante la presión social”, dijo. Villena añadió: “Una familia cohesionada, con buenos valores y supervisión, es un factor protector clave”.

También se abordó el mito de que quitar el móvil a un adolescente lo aísla socialmente. “No hay estudios que lo confirmen. En cambio, sí hay muchos que demuestran que el uso excesivo de pantallas genera aislamiento”, afirmó Villena.

Lucía Gallego insistió en la necesidad de formar a los padres. “Nuestros hijos nos llevan ventaja. Tenemos que informarnos, entender su mundo digital y acompañarles con sentido común informado”, recomendó. Y recordó que el control externo es fundamental mientras los hijos son menores.

Propuestas y soluciones

Entre las propuestas concretas, Villena mencionó el trabajo de un comité de expertos en España que ha elaborado 107 medidas para proteger a los menores en el entorno digital. Entre ellas: campañas de sensibilización, sanciones a la industria, algoritmos éticos, certificados digitales para menores y el etiquetado de riesgos en los dispositivos.

Desde el ámbito educativo, se propuso reforzar la formación del profesorado, promover el uso intencional de la tecnología en el aula y recuperar prácticas como la escritura a mano, la lectura profunda y el trabajo en grupo.

En el plano clínico, Gallego defendió la terapia cognitivo-conductual como la más eficaz hasta ahora para las adicciones comportamentales, aunque reconoció que se necesitan más estudios. También subrayó la importancia de intervenir según la fase en la que se encuentre el menor: desde la negación hasta la aceptación del problema.

Los mensajes principales de los expertos

Alejandro Villena Moya:

  • “Vivimos en la sociedad del yo-yo y del ya-ya. La gratificación inmediata que ofrecen las pantallas está moldeando cerebros impacientes, con baja tolerancia a la frustración y escasa capacidad de autocontrol”.
  • “Las redes sociales prometen conexión, pero generan aislamiento. El contacto humano se está perdiendo, y con él, la empatía, la mirada y el desarrollo emocional saludable”.

Lucía Gallego Deike:

  • “Estamos ante una pandemia de salud mental adolescente. El aumento de trastornos como la ansiedad, la depresión o los TCA está directamente relacionado con el uso excesivo de pantallas”.
  • “El tiempo frente a la pantalla desplaza el tiempo de vida real. Cada minuto en el mundo digital es un minuto menos para el deporte, la familia, la naturaleza o el juego”.

José Martín Aguado:

  • “Los docentes nos estamos convirtiendo en payasos para captar atención. La falta de concentración en el aula obliga a los profesores a reinventarse constantemente para competir con el estímulo digital”.
  • “El ‘entreburrimiento’ está robando la creatividad. Ni entretenidos ni aburridos, los adolescentes viven en un estado de sedación digital que impide el pensamiento profundo y la imaginación”.

Blanca Sicilia:

  • “Los padres deben ser paraguas frente a la presión digital. La familia tiene un papel clave en la prevención, ofreciendo alternativas afectivas y de ocio que compitan con el atractivo de las pantallas”.
  • “El juego en familia es una herramienta terapéutica. Recuperar el tiempo compartido, el contacto físico y la diversión sin pantallas es esencial para el desarrollo emocional”.

Marta Santarem Rosell:

  • “La formación especializada es más necesaria que nunca. La complejidad de los nuevos trastornos exige profesionales preparados para intervenir desde la infancia y la adolescencia”.
  • “La intervención debe ser práctica, integral y contextualizada. Los programas formativos deben conectar con la realidad de las aulas, las familias y los entornos clínicos”.
  • Facultad de Ciencias de la Salud

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