Jorge Arana Varona
El jugador de la división de honor compagina su carrera deportiva en la élite del waterpolo con sus estudios de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte en UNIR gracias al programa PADAN de la universidad. Según el boya gallego, “te dan estabilidad y opciones cuando terminas tu vida deportiva”.
“Puedes ser muy bueno en tu disciplina, pero una lesión o una mala racha puede cambiarlo todo en un segundo. Pasas de estar en lo más alto a que nadie te conozca”, afirma Alejandro Andión (Pontevedra, 2003), jugador de la división de honor de waterpolo, la máxima categoría nacional. Con solo 22 años, ya ha pasado por clubes como el Sabadell, Rubí y actualmente compite en el Club Natación Echeyde de Tenerife.
Con apenas 16 años el boya gallego (la posición de ataque más característica en el waterpolo y generalmente el jugador más fuerte y corpulento del equipo) dejó atrás su tierra natal para dar un importante salto en su carrera deportiva. “Fue una decisión dura, pero una de las mejores que he tomado”, afirma. De ese paso hace ya seis años, por lo que Alejandro dispone de una amplia experiencia en el deporte de alto nivel.
Durante estos años, el atleta ha mantenido un alto nivel de esfuerzo y compromiso en su carrera dual. Desde muy pequeño tuvo claro que quería estudiar Ciencias de la Actividad Física y del Deporte (CAFyD). Tras completar un ciclo superior, encontró en la metodología virtual de UNIR la vía ideal para compatibilizar entrenamientos, partidos y estudios. “Puedo compaginar el waterpolo con los estudios y sacar adelante la carrera para dedicarme a la profesión que siempre he querido”, comenta.
Una carrera corta que exige mirar más allá del agua
La carrera profesional de un jugador de caulquier disciplina acuática rara vez se extiende más allá de los 30 años. “He visto muy poca gente que pueda tener un trabajo además del waterpolo, sobre todo por las horas de entrenamiento que tenemos. Conciliarlo todo es muy complicado”, relata Alejandro.
Esta realidad obliga a muchos deportistas a retirarse jóvenes, especialmente si no forman parte de los clubes más potentes del país. “Si no estás en los equipos top de España —como el Sabadell, Terrassa, Barceloneta, CNB o Mataró—, seguir con todo se hace cada vez más duro”, reconoce.
En España, la mayoría de los jugadores de la selección nacional se encuentra entre los 25 y los 30 años, y solo unos pocos superan esa franja. En la última convocatoria masculina, por ejemplo, solo cinco jugadores tenían 30 o más años, cuatro de ellos pertenecen a alguno de los grandes clubes catalanes que menciona Alejandro. El quinto juega fuera del territorio nacional, en el Ferencváros TC húngaro.
Esta estadística refleja una tendencia clara: el alto rendimiento en este deporte tiene fecha de caducidad. Por eso, Alejandro insiste en que “tener estudios y una carrera que te dé una salida laboral es algo fundamental”.
Dificultades de inserción en el mercado laboral
La falta de experiencia laboral es otro obstáculo que afrontan los deportistas al finalizar su carrera. “Es una pena no poder tener experiencia profesional durante la carrera deportiva, pero con los horarios que manejamos, buscar un trabajo es muy complicado”, explica. En muchas disciplinas de alto rendimiento, los entrenamientos pueden superar las 25 horas semanales.
Según un estudio realizado por la Universidad Politécnica de Madrid y la Universidad de Castilla-La Mancha, el 51,1 % de los deportistas de élite españoles compaginan estudios y deporte, mientras que solo un 17 % logra combinar su carrera deportiva con un trabajo remunerado. La mayoría, un 31,9 %, se dedica exclusivamente al deporte, lo que agrava su vulnerabilidad al retirarse.
A pesar de estas limitaciones, Alejandro defiende que las competencias adquiridas en el deporte son perfectamente transferibles al mundo laboral. “Creo que los deportistas, al ser capaces de levantarse temprano, hacer dobles sesiones, esforzarse cada día y ser constantes, podemos extrapolar esas cualidades al mundo laboral”, afirma. Estas habilidades blandas —como la resiliencia, la gestión del tiempo o el trabajo en equipo— son cada vez más valoradas por empresas y reclutadores.
La formación académica, en este contexto, no solo actúa como una red de seguridad, sino también como una herramienta de empoderamiento. Así lo confirman expertos en gestión del talento, que destacan el perfil del deportista como altamente adaptable y comprometido.
Entre la piscina y los apuntes
La rutina del jugador del Club Natación Echeyde está marcada por la exigencia física y la disciplina académica. “Un día normal para mí empieza a las 9:00 de la mañana, cuando voy al gimnasio. Entrenamos de 9:45 hasta la una del mediodía”, explica. Después de esa primera parte, toca desplazarse a la piscina para continuar con la preparación técnica y táctica.
UNIR inauguró el programa de carrera dual en octubre de 2024 y cuenta ya con 47 participantes de 15 disciplinas diferentes.
Las tardes no son más ligeras. “Entrenamos desde las 20:00 hasta las 22:00h. En ese intervalo, como, descanso un poco y aprovecho para estudiar o hacer trabajos que tengo que entregar esa semana”, cuenta. Alejandro intenta adelantarse a las semanas más exigentes, especialmente cuando hay competiciones como la Copa del Rey o torneos europeos. “También intento adelantar cosas si sé que vienen competiciones y no voy a tener tiempo para estudiar”, añade.
“El PADAN es una gran ayuda”
Actualmente, Alejandro se encuentra en su segundo año del Grado en CAFyD y forma parte del Programa de Apoyo para Deportistas de Alto Nivel (PADAN). A través de este programa, UNIR ofrece ayuda a todos los atletas que forman parte del mismo para que puedan compaginar sus estudios con los estrictos calendarios deportivos.
Según datos del Consejo Superior de Deportes, España cuenta con más de 4.500 deportistas de alto nivel. El PADAN nace para atender esta alta demanda educativa. “Tenemos un compromiso con la calidad de la educación y queremos dar el mejor servicio a nuestros estudiantes. En estos momentos somos conscientes de la necesidad de apoyar a estos deportistas a través de la carrera dual”, señala Adela López, vicerrectora de Estudiantes de UNIR.
“El PADAN es una gran ayuda, porque, con tantas horas de entrenamiento y estudio, a veces se acumulan muchos trabajos en la misma semana. Esa flexibilidad nos permite organizarnos mejor y llevar bien todas las asignaturas”, explica Alejandro.
Los atletas de alto rendimiento “entran automáticamente a nuestro programa. Lo único que necesitan hacer es solicitarlo”, dice Adela López.
Un futuro ligado a la docencia y la investigación
Alejandro Andión tiene claro que su camino no termina con el grado universitario. Su objetivo es convertirse en docente de Educación Física, y para ello ya piensa en los siguientes pasos. “Después de la carrera me gustaría hacer el Máster de Profesorado. También me planteo hacer un doctorado, aunque eso dependerá de la situación en la que me encuentre”.
Más allá de las aulas escolares, Alejandro también contempla la posibilidad de enseñar en la universidad. “También he visto que en la universidad podría dar clases sobre lo que me apasiona, el deporte. Es una opción que me gustaría explorar”, concluye.
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