Los últimos movimientos de grandes inversores reabre el debate sobre la amenaza que suponen las criptomonedas y el dinero privado frente a las monedas de curso legal.

Generalmente la posición más ortodoxa es unánime: no, el dinero de emisión privada, no es fiable, es inestable y no tiene un respaldo oficial. ¿Es la única posición existente desde la perspectiva de los teóricos monetarios? La respuesta también es no. Algunas corrientes económicas, como la Escuela Austriaca, defiende que desde el punto de vista económico, lo natural y confiable sería la desnacionalización del dinero. Es decir, que emisores privados emitan monedas que compitan entre sí, siendo los usuarios los que seleccionen la moneda “buena”. ¿Y cuál es la moneda buena? Friedich Hayek, Premio Nobel de Economía en 1974, ya predecía en su libro “La desnacionalización del dinero” (1976) la posibilidad de la llegada de las criptomoneda.
¿Qué es el dinero? ¿Algo impuesto? ¿Una institución social?
El dinero es una de las instituciones más importantes de las que nos hemos dotado los seres humanos para impulsar nuestro progreso. Sin él estaríamos necesariamente anclados en un comercio torpe e ineficiente. En la Mesopotamia del año 1500 a.C. empezamos a vencer las limitaciones del trueque usando algunos productos como comodín para los intercambios.
Estos productos comodín permitían un comercio mucho más dinámico y enriquecedor en la medida en que no era necesaria esa limitante doble coincidencia de necesidades que exige la realización del trueque.
Desde entonces la magia del dinero ha ido evolucionado y con ella han ido emergiendo, mediante selección natural, distintos y variados medios de pago, de ahorro y de unidad de cuenta.
Sin embargo, una característica fundamental ha dominado siempre a estos bienes para que hayan sido usados como moneda. Debían ser escasos y, para ello, no susceptibles de ser producidos. Debemos pensar que al incremento del valor de una moneda le seguía indefectiblemente el enorme incentivo de impulsar su producción y con ello la indeseada consecuencia de su pérdida de valor: la inflación. A mayor moneda en circulación, menor es su valor, menor es su poder adquisitivo y mayor es la inflación.
A falta de las tecnologías actuales, en la antigüedad, la mejor forma de encontrar algo que fuese escaso y que no fuese producible, era acudir a algún bien que nos ofreciese la propia naturaleza, y que, a poder ser, lo hiciese en dilatados periodos de tiempo. Los minerales responden a estas características. Entre ellos el oro y la plata, además de la escasez requerida, ofrecían otras propiedades que los hacían óptimos para su uso como moneda (una gran capacidad de acumular valor, la posibilidad de dividirlo gracias a su ductibilidad, el hecho de que no fuesen materiales corrompibles, su naturaleza fungible, etc.).
Tenían, además, estos bienes, una ventaja añadida que era la de tener un valor intrínseco, es decir la de estar valorados más allá de su función como dinero. Este valor intrínseco funcionaba como un seguro ante el riesgo del abandono de su función monetaria. Si el bien dejaba de usarse como dinero, el poseedor no perdería todos sus ahorros ya que tanto el oro como la plata seguirían siendo muy valorados por sus características propias.
El dinero surgió de forma espontánea en la sociedad, sin imposición. Como toda institución social (ley, lenguaje…) su utilidad proviene de su uso generalizado y de la confianza sobre su función como medio de pago.
¿El dinero debe tener un valor en sí mismo? ¿Debe estar respaldado por algo tangible?
Sin embargo, esta cualidad del valor intrínseco (el valor del dinero en sí mismo, más allá de su valor como medio de cambio) ha acabado despistando a muchos teóricos monetarios. Para ellos el valor intrínseco, no es sólo un seguro para el poseedor, sino que es esencial para que una moneda funcione como tal.
La realidad es que si bien el valor intrínseco de la moneda es una cualidad que pudiera ser muy deseable, no es ni mucho menos fundamental para su uso como dinero, y menos aún cuando esta cualidad entra en conflicto con otras características que también son esenciales para su funcionalidad.
El dinero moderno por ejemplo (el llamado dinero fiduciario nacional), no tiene valor intrínseco. Tampoco está respaldado por ningún bien que lo tenga (no podemos ir a canjear nuestros billetes al banco por plata ni por oro, como sí ocurrió durante muchos años).
¿Qué garantiza su valor?
La creencia de que su valor se mantendrá en el tiempo y la confianza de ser aceptado socialmente como medio de pago.
Sin embargo, el dinero de curso legal no siempre cumple con esta condición, la historia está salpicada de periodos de inflación, inflación galopante e hiperinflación donde la moneda se convierte en papel mojado.
Por tanto, ¿el dinero de curso legal es siempre garante de la estabilidad? ¿Y qué papel tiene el bitcoin en todo esto?
La lógica del Bitcoin es similar pero su surgimiento es muy diferente. El poder fundamental del bitcoin como dinero no es su imposición legal.
En este caso Satoshi Nakamoto logró replicar tecnológicamente la escasez legal del dinero fiduciario y lo hizo de forma que esta ya no depende de la decisión de ningún ser humano garante de su escasez, sino que está tecnológicamente garantizada mediante un ingenioso algoritmo.
El Bitcoin evita de esta forma el conflicto de intereses del político que debe ser garante de la escasez del dinero y simultáneamente, sufrir la constante tentación de su multiplicación para satisfacer a sus votantes ( el uso de la emisión del dinero para financiar los déficits públicos, la financiación de crisis…)
Es por ello que la fortaleza del bitcoin crecerá precisamente en la medida en que el garante de esta escasez del dinero fiduciario estatal no cumpla con su función.
El bitcoin es un código que genera un bien escaso, fundamento del dinero. Funciona como la moneda fiduciaria pero su confianza reside en la adopción espontánea de sus tenedores.
Carece de valor intrínseco y no está respaldado por ningún otro bien que lo tenga de modo que carece de ese seguro que le aportaría el tener una utilidad propia. En esto no se diferencia del dinero fiduciario de curso legal.
¿Cuáles son sus debilidades?
Si en algún momento la gente decidiese abandonar el Bitcoin con la misma espontaneidad con que lo adoptó, los poseedores perderían paulatinamente el valor de sus ahorros. Esto también ha ocurrido con las monedas legales sometidas a presiones inflacionistas.
Si el sistema de bitcoin fuese hackeado, por difícil que esto pueda ser, los poseedores podrían perder sus ahorros.
Sí una moneda alternativa sustituyese al bitcoin, a pesar de la importante inercia a que esto no pase debido al su creciente efecto red, los poseedores podrían perder sus ahorros.
Si el Estado decidiese boicotear el bitcoin, prohibiendo o gravando desproporcionalmente sus transacciones, los poseedores podrían perder también sus ahorros.
El bitcoin tiene unas características muy superiores a cualquier otro tipo de dinero, pero no es perfecto ¿Cuál será su destino final? El tiempo dirá.
- Aula Directiva