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Se entiende por desigualdad a la ausencia de un equilibrio entre dos o más personas por cuestiones económicas, fiscales, políticas o socioculturales.

Uno de los valores superiores de nuestro ordenamiento jurídico es la igualdad. Una condición que reúne una serie de parámetros sociales que, dentro del ideario liberal-democrático, descansa sobre tres ámbitos esenciales para la consolidación de los derechos y libertades inherentes a nuestro sistema político: la igualdad ante la ley, la igualdad de oportunidades, y la igualdad y no discriminación por razón de nacimiento, raza, sexo, religión o cualquier otra circunstancia social o personal. Sin embargo, en algunas situaciones se pueden producir fenómenos sociales que impliquen el incumplimiento de algunas de estas directrices, lo que generaría algún tipo de desigualdad.
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¿Qué es la desigualdad?
Se entiende por desigualdad a la ausencia de un equilibrio entre dos o más personas por cuestiones relacionadas con el nivel de ingresos, el acceso a la educación o a sistemas públicos o privados de salud u otra índole social como el transporte o la libertad de movimientos.
Asimismo, se puede hablar de desigualdad cuando se produce un episodio esporádico o generalizado de discriminación por razón de sexo, raza, cultura, u otra circunstancia personal o social que pueda implicar una diferenciación de trato con respecto a los valores superiores del ordenamiento jurídico de un país, o que infrinjan los preceptos recogidos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
La desigualdad, en sus diversas formas, puede conducir a la exclusión social, un fenómeno que margina ciertos grupos y los priva de oportunidades o recursos que sí que están disponibles para otros miembros de una misma sociedad.
Tipos de desigualdades
Los tipos de desigualdad más frecuentes son:
- Desigualdad social. Incluyen diversas modalidades como el acceso a la vivienda, la salud, la educación o el empleo.
- Desigualdad económica. En general, se refiere a los diferentes niveles de rentas percibidas por la población, así como la brecha salarial o la concentración de riqueza en pocas personas. Una medida comúnmente empleada para cuantificar esta desigualdad es el coeficiente de Gini, que mide la dispersión de los ingresos en una población. Un coeficiente de Gini de 0 representa una igualdad perfecta mientras que un valor de 100 indica una desigualdad máxima.
- Desigualdad de género. Aunque su problemática se encuentre dentro de la desigualdad social, lo cierto es que la brecha de género, una contrariedad de índole estructural, o la existencia de actividades efectuadas por mujeres a las que no se reconoce retribución alguna hace necesaria obliga a adoptar esta tipología de forma independiente.
¿Por qué hay desigualdad?
Las principales causas de la desigualdad incluyen aspectos como los siguientes:
Factores históricos o estructurales
Aunque no de forma generalizada, aquellos estados que fueron objeto de colonización en el pasado por terceros países y que se independizaron a lo largo de la segunda mitad del siglo XX no han adoptado una modificación sustancial de sus estructuras socioeconómicas previas a su autonomía.
Entonces, subsisten modelos de economía en vías de desarrollo en el que confluyen dinámicas o instituciones extractivas que impiden que el conjunto de la sociedad pueda prosperar ante la ausencia de igualdad de oportunidades.
Factores económicos
Si bien el capitalismo ha fomentado el desarrollo y ha disminuido los niveles de pobreza en el mundo, lo cierto es que ha implicado un aumento de la desigualdad, ya que este sistema económico y social, basado en la propiedad privada de los medios de producción y la libre competencia dentro de un mercado mundial ajustado a los designios de la oferta y la demanda, fomenta la concentración de la riqueza en muy pocas manos.
A esto se añaden los efectos de la globalización, que ha provocado un aumento considerable de la competencia internacional favoreciendo la reducción de precios, además de los salarios y el poder adquisitivo de los trabajadores.
Factores políticos
La existencia de un estado de derecho ineficaz que no someta a las autoridades que rigen las instituciones de un determinado país a la ley puede generar desequilibrios jurídicos que impliquen la existencia de desigualdades en el seno de una comunidad política.
Igualmente, es importante destacar el fenómeno de la corrupción, principalmente por los perjuicios que supone la desviación de recursos públicos destinados a satisfacer intereses particulares en detrimento de toda la sociedad.
Factores sociales
La discriminación por razones de sexo, raza, cultura, religión o nacimiento, así como la existencia de prejuicios o estereotipos que favorecen la existencia de desigualdades sociales en colectivos o etnias marginales a los que se les impide, directa o indirectamente, el acceso a los servicios públicos (ya sean educativos, sanitarios o de transporte) de un estado.
¿Qué consecuencias tiene la desigualdad?
Las consecuencias de la desigualdad son múltiples. Las más destacadas son siguientes:
Repercusiones socioeconómicas
La desigualdad puede provocar que la pobreza se convierta en un problema estructural. Además, los impedimentos al acceso a la educación obstaculizan las posibilidades de ascenso social para los grupos marginales o menos desfavorecidos.
A su vez, esto es posible que genere desafección hacia aquellos estados que no brindan una mayor protección social, lo que genera frustración y resentimiento en sectores de población que pueden recurrir a la delincuencia o la conflictividad para apaciguar su malestar.
La desigualdad educativa, en particular, perpetúa estas disparidades al limitar las oportunidades de desarrollo personal y profesional desde una edad temprana.
Repercusiones políticas
Si, por ejemplo, existiesen indicios de discriminación por razón de sexo, etnia, raza, religión o nacimiento este tipo de actitudes podrían derivar en restricciones al voto o al ejercicio libre de concurrir en un proceso electoral.
Esto supondría que la representación política en una determinada comunidad no se ajustase a la realidad del conjunto de la población al existir restricciones en cuanto a derechos políticos se refiere.
¿Cómo combatir la desigualdad?
Combatir la desigualdad requiere de un enfoque multifacético. En este sentido, se presenta una estrategia basada en cinco propuestas relacionadas entre sí para abordar este complejo escenario:
- Invertir en educación y garantizar su acceso al conjunto de la población.
- Impulsar políticas fiscales progresivas, así como evitar la evasión fiscal.
- Fomentar la participación e incluso la movilización ciudadana para exigir a las autoridades transparencia y responsabilidad en su gestión administrativa.
- Brindar redes de asistencia social que eviten la pauperización de aquellas personas en situación de vulnerabilidad por razones sociales (desempleo) o de discriminación.
- Promover la igualdad de género mediante políticas que aseguren el acceso a oportunidades laborales y la eliminación de la brecha salarial. Asimismo, resulta fundamental articular programas educativos que incentiven la supresión de estereotipos y prácticas abusivas que limiten el potencial de las mujeres en la sociedad.
En definitiva, la lucha contra la desigualdad es uno de los grandes desafíos de nuestro tiempo. Se trata de una cuestión fundamental que implica la necesidad de asentar valores de justicia social y de dignidad humana frente a los impedimentos socioeconómicos que frenan la igualdad de oportunidades de los individuos, independiente de su origen o de sus circunstancias personales.