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Día Internacional de Cero Desechos: un paso más hacia la sostenibilidad

La UNESCO lo celebra el día 30 de marzo con el objetivo de concienciar y transformar la sociedad, y conseguir un mayor compromiso por parte de las instituciones y las empresas privadas en el cambio de modelo productivo.

La concienciación a edades muy tempranas es clave para cambiar los criterios y los hábitos.

En el marco de la sostenibilidad, el 30 de marzo se celebra el Día Internacional de Cero Desechos, con el objetivo de promover modalidades de consumo y producción sostenibles, concienciar a la sociedad acerca de la importancia que tiene tratar los desechos como corresponde según sus características para favorecer la protección del medio ambiente y no seguir contribuyendo al cambio climático.

De este forma, se pretende “satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades” (Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, 1988:29) logrando un equilibrio entre el trinomio de sostenibilidad medioambiental, social y económica.

El Día Internacional de Cero Desechos proyecta promover modalidades de consumo y producción sostenibles, llevando a la sociedad hacia una economía circular y el cumplimiento de los objetivos y metas de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.

Fue a principios de la década de 2000 cuando apareció en la escena internacional el concepto de economía circular, que apuesta por un modelo de producción y consumo sostenible. Así, desde 2022, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) ha pasado de celebrar el Día Mundial del Reciclaje, proclamado en 2005, al Día Internacional de Cero Desechos. Porque la economía circular quiere ir mucho más allá de la conocida regla de las 3R (reutilizar, reducir y reciclar) requiriendo de un mayor compromiso por parte de las instituciones y las empresas privadas para que apoyen modelos de negocio orientados a desvincular las actividades económicas e industriales del consumo de recursos.

Nuestra economía industrial, a pesar de su gran evolución, sigue utilizando un modelo de producción lineal basado en disponer de recursos, baratos y de fácil acceso, y de grandes cantidades de energía. Se ha trabajado mucho en el empleo de formas de energía más eficientes y alternativas, pero se ha trabajado poco en evitar las pérdidas de materiales a lo largo de su ciclo de vida y su envío sistemático a vertederos.

En una economía circular, se diseñan los productos de modo que se facilite su desmontaje, reutilización, reciclado y acondicionamiento para que la base del crecimiento económico no sea la extracción de nuevos recursos sino la reutilización de la mayor cantidad posible de cantidades de material recuperado al final de la vida útil de los productos en forma de ciclos, cada vez más ajustados, que permiten conservar más recursos y energía.

Además, cuando se necesiten recursos, estos deben ser seleccionados de forma que se elijan tecnologías eficientes y procesos que empleen energías renovables. Y siempre se deben reducir los daños al ser humano (movilidad, vivienda, educación, salud o alimentación), minimizando los efectos negativos para el uso del suelo, emisión de tóxicos, la contaminación atmosférica, acústica o de las aguas, contribuyendo a la consecución de los Objetivos de Dearrollo Sostenible de la Agenda 2030.

Pero siguen siendo los hábitos de consumo responsables el pilar fundamental para lograr reutilizar, reparar, renovar y reciclar materiales y productos existentes todas las veces que sea posible para darles una nueva vida como materia prima.

Ropa, tejidos y utensilios de todo tipo se pueden donar a centros sociales. Tabletas, teléfonos móviles, ordenadores y electrodomésticos, así como otros equipos eléctricos y electrónicos se pueden reparar o bien recuperar diferentes componentes. Plásticos, vidrio y papel deben ser reciclados. Pilas, baterías, aceites usados, productos químicos, medicamentos… deben ser desechados de forma correcta para evitar que contaminen el medio ambiente. Todo esto unido a una gestión racional para evitar que se sigan desperdiciando más de 930 millones de toneladas de alimentos cada año.

Es desde los primeros años de vida, cuando se logra el aprendizaje y el hábito de adquirir conductas respetuosas con objeto de frenar el impacto del consumismo en el planeta. Y en esta labor, el papel de los educadores en el proceso es imprescindible.

Es por ello que, en el Grado de Maestro de Infantil de la Universidad Internacional de La Rioja, los futuros docentes conocen en qué consisten las bases de la educación ambiental, el desarrollo sostenible y sus objetivos. Familiarizándose con los principales problemas ambientales y sus implicaciones para poder llevar a cabo propuestas prácticas atractivas para fomentar y hacer efectiva la transición hacia una economía circular que ponga en valor los residuos. Y no solo el Día Internacional de Cero Desechos, sino TODOS los días.

(*) María José Cuetos Revuelta es profesora de la asignatura de Didáctica del Medio Natural y Educación Ambiental en Educación Infantil en UNIR. Doctora en Ciencias Ambientales y Máster en Energías Alternativas, es coautora del libro “Didáctica de las Ciencias Naturales y Educación Ambiental, manual de referencia en esta asignatura”.

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