UNIR Revista
El contacto con refuerzos positivos es una de las claves de la terapia de activación conductual, uno de los tratamientos de la depresión con más evidencia acumulada
Las terapias de tercera generación llevan años aportando una nueva visión sobre cómo la psicología debe afrontar los problemas de la mente humana. Dentro de ellas se encuentra la terapia de activación conductual (AC) que concede mucha importancia a la conducta.
La activación conductual propone la realización de una serie de actividades o la exposición a situaciones placenteras que conllevan el contacto con refuerzos positivos. Así, por ejemplo, a un adulto aficionado al deporte se le podría animar a jugar al tenis como una vía para obtener un refuerzo positivo que mejore su estado de ánimo.
El objetivo es conseguir que la persona inicie un cambio comportamental. Para ello, es importante que las conductas realizadas estén dirigidas a conseguir objetivos valiosos y que haya una alta probabilidad de que puedan ser reforzadas por el contexto.
La activación conductual es una intervención ideográfica y usa protocolos individualizados configurados tras realizar el análisis funcional de la conducta. Además, concede mucha importancia a los valores, la atención plena y persigue la adopción de una filosofía de vida basada en la aceptación del malestar y la realidad.
Las raíces de esta terapia están en los primeros trabajos de Skinner y en el enfoque conductual radical. Cuenta con algunas variantes como el tratamiento breve de activación conductual (TBAC).
¿Cuáles son los problemas que puede tratar?
La activación conductual está considerada por la American Psychological Association (APA) como uno de los tratamientos para la depresión con más evidencia acumulada. Fue en la década de los noventa cuando surgió la idea de que la AC podía ser un buen elemento para el abordaje terapéutico de la depresión.
En la depresión se produce un descenso de los reforzadores y alicientes de la vida. También es común la presencia de conductas de evitación e inactividad que fortalecen y mantienen los síntomas depresivos (tristeza, sensación de vacío, falta de interés en actividades diarias, baja autoestima…).
La activación conductual considera que la depresión no es una enfermedad, no es algo que la persona tiene. Por el contrario, piensa que es una situación negativa en la que la persona está. Las conductas de evitación perpetúan el problema depresivo.
Considerar la depresión como una situación negativa implica que no es algo intrínseco de la persona. Por ello, la activación conductual ofrece la vía para poder salir de esa situación. La exposición a actividades placenteras y los refuerzos positivos obtenidos pueden activar a la persona, recordarle su valía, mejorar su autoestima y sacarla de la espiral depresiva y la apatía generalizada.
El empleo de la activación conductual también ha ofrecido resultados positivos en la disminución de síntomas psicóticos, en el tratamiento de conductas de ansiedad comórbidas con síntomas depresivos, y en el área de salud, sobre todo en oncología.
Evidencia de la eficacia de la activación conductual
La revisión sistemática de los diferentes estudios sobre la eficacia de la terapia de activación conductual indica que es un tratamiento bien establecido y eficaz para la depresión. A la vez, hay un mantenimiento de los beneficios terapéuticos de hasta dos años.
Los diversos metaanálisis destacan su eficacia, sencillez de aplicación y eficiencia temporal. La evidencia muestra que la activación conductual es superior a varias condiciones control. Eso sí, su superioridad frente a la terapia cognitiva o la terapia cognitiva conductual no está tan clara.
Las ventajas de la activación conductual la convierten en una terapia muy útil en dos casos específicos de depresión: la diagnosticada en atención primaria y en los casos de depresión mayor. No obstante, también existen algunas dudas sobre los ensayos clínicos que avalan la eficacia de la AC.
En conclusión, la revisión sistemática de los artículos apunta a la existencia de evidencia empírica sobre el tratamiento de activación conductual, una terapia que forma parte de las denominadas terapias de tercera generación y cuyos mejores resultados se producen en los trastornos depresivos y que se aborda en el Grado de Psicología y en el Máster en Neuropsicología de la UNIR.
La activación conductual aborda la depresión como una situación negativa en la que la persona se encuentra y de la que puede salir. Para ello busca conseguir un cambio comportamental mediante la exposición a situaciones que ofrecen un refuerzo positivo.