Pavel Sidorenko Bautista
La indignación por las decisiones de plataformas sociales es cada vez más común, pero su impacto es efímero. Cambios en políticas y algoritmos, como los de Instagram en 2018, generan controversia, pero las migraciones masivas de usuarios no siempre son sostenibles.
Pareciera que la molestia y la indignación en torno a las decisiones de determinadas plataformas y canales sociales de internet, se están haciendo más habituales, y al mismo tiempo, su hype más efímero y sus consecuencias no tan nefastas.
En 2018, Instagram ya generó controversia con su anuncio de cambios en la política de privacidad, interpretados como la posibilidad de que sus responsables comercializaran con los contenidos y perfiles de la plataforma. Las modificaciones en el algoritmo cambiaron el orden cronológico del contenido por uno basado en el engagement y la popularidad de las publicaciones, lo cual indignó a la comunidad usuaria. Ante las críticas, los responsables de Facebook Corporation, hoy Meta, respondieron que todo había sido un malentendido.
Dentro de este escenario de incertidumbre e ira, los promotores de la red social Vero (creada en 2015 pero hasta ese momento ignorada en las tiendas de apps), vieron la oportunidad de atraer a la “masa” indignada. La plataforma ofrecía un espacio que respetaba la privacidad, libre de publicidad y algoritmos. Con esta metodología buscaba sacar lo mejor de todas las redes del momento y aglutinarlo en una sola tribuna, con un feed ordenado por fecha y hora con el fin de mantener lo más actualizado posible a su público.
Más de un millón de personas migraron a este nuevo espacio, esperando aliviar su descontento con Instagram. Sin embargo, la red no soportó el éxodo inicial, y a pesar de los esfuerzos para resolver los problemas técnicos, no lograron convencer a los usuarios, quienes no consideraron definitiva la salida masiva de Instagram.
La complejidad del éxodo
Cada anuncio de cambios, especialmente en privacidad y dinámica del feed, provoca voces de descontento, aunque cada vez con menor éxito. Una fuga significativa de usuarios ocurre solo si desaparecen perfiles de interés personal, como familiares o cuentas de afinidad. Esto sucedió con los centennials en Facebook, quienes migraron a Snapchat y luego a Instagram para mantener sus contactos e intereses.
Una situación similar ocurrió cuando Elon Musk anunció la compra de Twitter. Un sector de usuarios expresó preocupación y desencanto, observando con recelo el comportamiento provocador y polémico del multimillonario en su perfil, interpretándolo como indicativo de posibles cambios negativos en la plataforma. Esto incluía la promoción de actitudes intolerantes, la inacción frente a trolls y bots, y la degradación del tono de los mensajes, ya comprometido en 2022.
En aquel momento varios apuntaron a la plataforma Mastodon como la heredera natural de los “no alineados” con el nuevo orden de Twitter. A pesar de una notable actividad inicial en la emergente plataforma, el Laboratorio de Periodismo de la Fundación Luca de Tena, indicó que hacia 2023 pocos periodistas, y prácticamente ninguna empresa e institución, habían abandonado realmente sus cuantas de Twitter pese al cambio de liderazgo en la plataforma y el supuesto éxodo de usuarios anunciado en medios.
Con Bluesky ¿se repite la historia?
Bluesky ha existido por un tiempo, aunque muchos la descubrieron por el cambio de Twitter a X. La propiedad de Musk experimentó un rebranding y un cambio de filosofía, priorizando un feed basado en sugerencias algorítmicas según el engagement y los intereses de los usuarios, similar a la experiencia de TikTok.
En X, como en la plataforma china, el feed “Para ti” se muestra por defecto con recomendaciones populares, relegando el contenido de los perfiles seguidos. La sobreestimulación, las breves ventanas de procrastinación y la baja atención retienen a los usuarios, sujetos a la selección temática arbitraria de X.
Elon Musk completó la transición de Twitter a X en julio de 2023, marcando un cambio significativo en el mundo digital.
Académicos y medios han advertido un aumento de la toxicidad, radicalización, intolerancia, prejuicios y sesgos en los contenidos de la plataforma. Las elecciones en EE.UU. y las denuncias de desinformación marcaron un punto de inflexión. Dos grandes medios europeos, The Guardian y La Vanguardia, decidieron dejar de publicar en esta plataforma, lo que motivó a muchos usuarios a reconsiderar su permanencia.
Bluesky, iniciada por Jack Dorsey, exCEO y creador de Twitter, pretende recuperar el tono original de Twitter en una plataforma descentralizada basada en un registro seguro y transparente. Sin embargo, se parece mucho a X salvo por una diferencia clave: el feed principal muestra por defecto las cuentas que seguimos, mientras que la opción basada en algoritmos con problemas similares a los de su competidor es secundaria.
En noviembre de 2024, Bluesky ha sumado casi 20 millones de usuarios, aún muy por debajo de los números de X, No obstante, esta migración ha supuesto un aumento del 119% de usuarios en menos de un mes. Otros tantos se han sumado a Threads, la réplica de Meta, que hace un poco de trampa con los números al estar asociada a los perfiles de Instagram; y en menor medida, Mastodon.
La responsabilidad del usuario
Pese a estos movimientos, la segmentación de públicos por canales es relativa. En muchos casos se abren nuevos perfiles, aun manteniendo la de X. El problema no es de las plataformas, sino del comportamiento de los usuarios.
Posiblemente el grado de distorsión y desinformación en X corresponda a un mayor número de bots operando libremente, sin ningún coto, pero esto ya ocurría en Twitter (para aquellos nostálgicos). Sin embargo, también hay un alto grado de responsabilidad para muchos usuarios que, amparados por la distancia y el anonimato de la pantalla, prefieren opiniones y argumentos con alto grado de irresponsabilidad.
Hay otro factor, y es que actualmente X le reporta muy poco tráfico a los medios, en comparación con otras alternativas. José Alberto García Avilés, catedrático de Periodismo en la Universidad Miguel Hernández de Elche, puntualiza que el gesto de retirada, más que un símbolo de lucha parece más una derrota anticipada de los medios de comunicación tradicionales ante la desinformación.
No se anticipa una migración significativa de X a otras plataformas, y en el caso de Bluesky, es improbable que la intolerancia y radicalidad disminuyan solo por ser una red nueva. La mayoría de los medios, periodistas, instituciones y empresas continúan usando esta vía para la inmediatez del mensaje, lo que impide migraciones importantes.
Si Bluesky crece sostenidamente, el ruido de las publicaciones lo hará de forma proporcional. Tiempo al tiempo.
(*) Pavel Sidolenko Bautista. Doctor en Comunicación y acreditado Profesor Titular. Forma parte de la Facultad de Educación y Programa de Doctorado en Humanidades y Sociedad Digital. Pertenece al Grupo de Investigación Procomm UNIR, donde trabaja temas relacionados con nuevas narrativas y tecnologías en la comunicación digital.
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