Katya Martin Requejo
Es importante que los profesionales de la educación conozcan el desarrollo del sistema nervioso y puedan identificar las posibles alteraciones y su influencia en los futuros aprendizajes escolares. La prevención y la formación continua son claves.
La primera infancia es una etapa crucial en el desarrollo de toda persona, ya que es ahí donde se configura la arquitectura cerebral que sustentará el resto de desarrollo y aprendizaje a lo largo de la vida1. Teniendo esto en cuenta, resulta esencial que los profesionales que estén en contacto con los niños de 0 a 6 años conozcan cómo madura el cerebro y cuáles son los hitos evolutivos dentro de un desarrollo normotípico.
Al contrario de los profesionales de atención temprana (AT), los del ámbito educativo tienen contacto con toda la población infantil y, por ello, es muy importante que actúen como una prevención primaria psicoeducativa. De este modo se favorecería una detección, seguimiento e intervención más temprana, aprovechando la potencialidad de la primera infancia para promover un mejor desarrollo biopsicosocial del niño y su familia.
Para que la escuela infantil pueda ofrecer un apoyo y orientación preventiva a nivel psicoeducativo es necesario que los educadores cuenten con conocimientos asociados a los hitos evolutivos en las distintas áreas del desarrollo (motor, perceptivo-cognitivo, lenguaje-comunicación, desarrollo personal-social y autonomía-conducta adaptativa) y en las distintas franjas de edad entre los 0-6 años. Junto con ello, también es importante conocer cuáles serían las señales de alerta dentro de cada franja de edad2, lo cual permitiría a los educadores realizar un seguimiento más exhaustivo y personalizado ante posibles alteraciones del desarrollo.
En este sentido, el Máster de Atención Temprana y Desarrollo Infantil aporta esta mirada preventiva psicoeducativa a los profesionales de la educación, proporcionándoles conocimientos asociados al desarrollo normotípico, señales de alerta, factores de riesgo, desarrollo del sistema nervioso, posibilidades de actuación, así como características de distintas patologías que cursan en la primera infancia.
Todo educador debería tener muy presente que las conductas observables de los niños son el reflejo del curso madurativo e integridad del sistema nervioso y, a fin de comprender lo que está sucediendo y poder ofrecer un mejor acompañamiento, es muy importante que los educadores conozcan los procesos subyacentes.
Evolución del sistema nervioso
El desarrollo del sistema nervioso comienza desde la etapa embrionaria, donde se van produciendo procesos moleculares microscópicos que resultan esenciales para el adecuado funcionamiento del cerebro3. Si estos eventos nucleares se desarrollan adecuadamente, el cerebro estará mejor preparado para adaptarse adecuadamente a las necesidades del entorno y para los futuros aprendizajes. Por ello, es muy importante actuar siempre con prevención, teniendo muy presente los posibles factores de riesgo prenatales, perinatales y postnatales que pueden generar posibles alteraciones en el desarrollo infantil4.
El bebé nace con el cerebro muy inmaduro y moldeable, debido a que su cerebro cuenta con muchas neuronas aun sin conectar. Esta maleabilidad (neuroplasticidad), que supone tanto una ventaja como una vulnerabilidad ante posibles lesiones en la infancia, es lo que le permitirá al bebé adaptarse a las características de su entorno5.
Algunas de estas conexiones (sinapsis) comienzan durante el embarazo para garantizar la supervivencia del bebé a través de las funciones vitales, pero la mayoría de las sinapsis se producirán después del nacimiento. Así pues, las neuronas se conectan entre sí influenciadas por las experiencias a las que esté expuesto el bebé, lo que hará que el cerebro vaya siendo cada vez más funcional para su entorno.
Las sinapsis de los primeros años de vida están programadas genéticamente, pero, para que estas conexiones se produzcan, las neuronas requieren de estímulos ambientales específicos. Esto es lo que se asocia con los periodos críticos o sensibles, donde el cerebro está preparado para construir ciertos aprendizajes siempre y cuando reciba los estímulos ambientales adecuados5. Por tanto, ante un entorno apropiado, las neuronas se irán conectando y el niño irá logrando los primeros aprendizajes en las distintas áreas del desarrollo6.
Funciones cognitivas
Estas primeras adquisiciones se producen sin un esfuerzo consciente por parte del niño y serán la base de las futuras funciones cognitivas superiores, las cuales sí requerirán de un proceso de aprendizaje consciente y con esfuerzo5. Esto es lo que sucede con la mayoría de los aprendizajes escolares, ya que se apoyan en las habilidades adquiridas en la primera infancia, implicando un proceso de aprendizaje basado en el esfuerzo consciente. De hecho, si no hay una adecuada integración de los primeros aprendizajes, es más probable que aparezcan dificultades de aprendizaje en el ámbito escolar.
Teniendo todo ello en cuenta, resulta esencial que los profesionales de la educación conozcan el desarrollo evolutivo del sistema nervioso, sepan identificar las posibles alteraciones y comprendan la relevancia que las adquisiciones de la primera infancia tienen en los futuros aprendizajes escolares. De este modo, el ámbito educativo estaría más preparado para acompañar y actuar ante posibles alteraciones o dificultades, comprendiendo los procesos que subyacen al aprendizaje y su impacto en la vida personal y académica del niño.
Referencias bibliográficas:
- Gilmore, J. H., Knickmeyer, R. C. y Gao, W. (2018). Imaging structural and functional brain development in early childhood. In Nature Reviews Neuroscience (Vol. 19, Issue 3, pp. 123–137). Nature Publishing Group.
- Waterson, P. y Monk, A. (2014). The development of guidelines for the design and evaluation of warning signs for young children. Applied Ergonomics, 45(5), 1353–1361.
- Herschkowitz, N. (2000). Neurological bases of behavioral development in infancy. Brain and Development, 22(7), 411–416.
- Blair, C. y Raver, C. C. (2012). Child development in the context of adversity;Experiential canalization of brain and behavior. American Psychologist, 67(4), 309–318. https://doi.org/10.1037/a0027493.
- Ismail, F. Y., Fatemi, A. y Johnston, M. V. (2017). Cerebral plasticity: Windows of opportunity in the developing brain. European Journal of Paediatric Neurology, 21(1), 23–48. https://doi.org/10.1016/j.ejpn.2016.07.007.
- Ho, T. C. y King, L. S. (2021). Mechanisms of neuroplasticity linking early adversity to depression: developmental considerations. In Translational Psychiatry (Vol. 11, Issue 1). Springer Nature. https://doi.org/10.1038/s41398-021-016396.
(*) Katya Martin Requejo es docente del Máster de Atención Temprana y Desarrollo Infantil de UNIR, investigadora doctoral con beca de Excelencia FPI y Premio Extraordinario en Neuropsicología y Educación. Su línea de investigación se centra en la Neuroeducación. Miembro del grupo de investigación Neurociencia Aplicada al Contexto Educativo.
- Facultad de Educación