Santiago Amador, asesor de comunicación y experto en innovación educativa: “Las palabras mueven, pero el ejemplo arrastra”

Jorge Arana Varona

El Foro UNIR reunió a especialistas en comunicación y liderazgo pedagógico para debatir cómo impulsar la innovación en las aulas. Durante el encuentro se compartieron estrategias prácticas que ayudan a motivar estudiantes, mejorar la atención y defender proyectos educativos con impacto real.

Más del 70% de los docentes reconoce que la falta de atención en clase es uno de los mayores retos educativos actuales. En el Foro UNIR, Santiago Amador, asesor en comunicación y experto en innovación educativa, recordó que “el tiempo que se va nunca regresa”, subrayando de esta forma la urgencia de innovar.

Este encuentro abordó tres pilares esenciales para transformar la enseñanza: comunicación efectiva, liderazgo pedagógico y sostenibilidad de proyectos. La sesión ofreció herramientas prácticas para captar la atención del alumnado y generar entornos donde la innovación sea posible.

El foro contó con la participación de Antonella Moniente, directora pedagógica en el Colegio Compañía de María; Úrsula Arlet, responsable de Comunicación en Base International School (Madrid); y Santiago Amador, que también es docente del Máster en Innovación Educativa de UNIR.

“Las palabras mueven, pero el ejemplo arrastra”, afirmó el profesor. No basta con transmitir contenidos: inspirar requiere coherencia entre lo que se dice y lo que se hace.

Cuando el maestro muestra pasión y compromiso, contagia motivación y genera confianza. Este liderazgo pedagógico es esencial para que las estrategias innovadoras no se queden en teoría, sino que transformen la práctica diaria en el aula.

Cinco claves del Foro UNIR

• El poder del silencio: “En un mundo lleno de ruido, el silencio llama la atención”, explicó Amador. Esta técnica convierte la pausa en una herramienta pedagógica que rompe la rutina y genera expectación, evitando la clásica batalla por imponer la voz.
• Condición, beneficio, contenido: “Si escucháis esto, estudiar os costará menos tiempo”, ejemplificó el experto. Esta estructura no solo capta atención, sino que conecta el aprendizaje con beneficios concretos, haciendo que el alumno perciba utilidad inmediata.
• Innovar desde lo real: “El norte de la innovación está en el aprendizaje profundo”, señaló Antonella. Este enfoque evita modas pasajeras y apuesta por proyectos que respondan a necesidades reales, fomentando pensamiento crítico y creatividad.
• Alinear propósitos: Úrsula destacó que todo proyecto debe estar conectado con el currículum y los objetivos del centro. “Para innovar hay que estar conectados y tener un propósito común”, afirmó, recordando que la coherencia garantiza impacto y sostenibilidad.
• Feedback constante: “El registro y la medición son fundamentales para mejorar”, afirmó Arlet. Evaluar cada iniciativa permite aprender de los errores y ajustar estrategias, convirtiendo la innovación en un proceso evolutivo y no en acciones aisladas.

Cómo transformar la comunicación en el aula

La comunicación eficaz es el punto de partida para cualquier innovación educativa. Santiago Amador insistió en que captar la atención del alumnado no depende solo del contenido, sino de la forma en que se transmite. Estrategias simples como el silencio previo, bajar el volumen o moverse por el aula pueden marcar la diferencia en entornos saturados de estímulos.

“Sé el profesor que te hubiera gustado tener”, afirmó Amador. Esta idea conecta con el efecto Pigmalión, que demuestra cómo las expectativas positivas elevan el rendimiento. Cuando un docente transmite que cree en sus estudiantes, estos se sienten capaces y mejoran su desempeño.

Antonella Moniente reforzó esta visión, señalando que la innovación no debe ser un espectáculo vacío, sino una mejora pedagógica realista. “El norte de la innovación está en el aprendizaje profundo”, explicó. Para ella, la motivación surge cuando los estudiantes se convierten en protagonistas del proceso.

Úrsula Arlet aportó un ejemplo concreto: un proyecto de inteligencia artificial en infantil que evolucionó desde una práctica tradicional hasta una experiencia interdisciplinar. “Para innovar hay que estar conectados y tener un propósito común”, afirmó, subrayando la importancia de alinear objetivos del centro, currículum y expectativas de las familias.

Estas estrategias demuestran que comunicar no es solo hablar: es crear experiencias que conecten con la realidad del estudiante. Innovar empieza por escuchar, por generar espacios donde la voz del alumno y del docente se encuentren para construir aprendizaje significativo.

Liderazgo y sostenibilidad

El cambio metodológico no se sostiene sin liderazgo distribuido. Antonella explicó que en su centro han creado comisiones docentes para impulsar proyectos sin sobrecargar a unos pocos. “No se trata de convencer, sino de implicar y acompañar”, señaló.

Úrsula añadió que las familias son parte esencial del proceso. “Al presentar un proyecto, siempre pregunto cómo sería mejor”, comentó, defendiendo el valor del feedback para mejorar propuestas. Esta apertura convierte la innovación en un trabajo compartido, donde cada actor educativo aporta su visión.

Amador cerró esta idea con una reflexión sobre la resistencia al cambio: “Cuando dibujas el problema y explicas cómo lo solucionas, todo el mundo escucha”. Para él, la clave está en mostrar beneficios concretos y planificar la implementación de forma gradual, evitando imponer transformaciones abruptas.

Formación continua

“Innovar empieza por uno mismo”, afirmó Antonella en la recta final del Foro UNIR, recordando que la actitud del docente es el primer paso para cualquier cambio. El evento dejó claro que la innovación no es una moda, sino una respuesta a las necesidades reales del alumnado y a los retos de un mundo en constante evolución.

Según datos recientes, el 65% de los empleos del futuro requerirá competencias que hoy se desarrollan con metodologías activas. Para acompañar esta transformación, UNIR ofrece el Máster en Innovación Educativa, una titulación diseñada para formar docentes como agentes del cambio, capaces de liderar proyectos pedagógicos y aplicar estrategias que conecten con la realidad del aula.