Rubén Vera Gómez
Si la planificación urbana tradicional se centraba en la funcionalidad y el crecimiento, el futuro de las ciudades exige un nuevo enfoque basado en la resiliencia y la regeneración, en el que la educación ambiental es el motor del cambio cultural necesario.

En un mundo donde más de la mitad de la población reside en entornos urbanos, y se espera que el número de personas se incremente de manera notable en los próximos 10 años, nuestras ciudades enfrentan desafíos sin precedentes.
Estos problemas no son simplemente técnicos -planificación, usos del suelo, financiación-, sino que están profundamente arraigados en la forma en que nos relacionamos con nuestro entorno. Es aquí donde la educación ambiental emerge como la herramienta más poderosa para la transformación de nuestras ciudades.
No se trata simplemente de reciclar o ahorrar agua, sino en construir sobre el puente que conecta la comprensión de la ecología urbana con la acción ciudadana, sentando las bases para ciudades no solo sostenibles, sino verdaderamente resilientes y, en última instancia, regenerativas.
Educación ambiental como fundamento de una planificación sostenible
Si la planificación urbana tradicional se centraba en la funcionalidad y el crecimiento, el futuro de las ciudades exige un nuevo enfoque basado en la resiliencia y la regeneración. En este contexto, la educación ambiental une la teoría del desarrollo sostenible con la práctica cotidiana de la vida urbana, permitiendo a las ciudades del futuro no solo sobrevivir a los desafíos, sino prosperar.
¿Cómo? La educación ambiental eleva la planificación urbana de un ejercicio técnico a un proceso profundamente ético y participativo. Al educar a los ciudadanos, urbanistas y líderes comunitarios, se siembra una nueva mentalidad que considera a la ciudad como un ecosistema urbano interconectado.
Esto se manifiesta de varias maneras a través de la educación ambiental:
- Formación de una ciudadanía activa: Fomentando la alfabetización ambiental, es decir, el conocimiento y las habilidades necesarias para tomar decisiones informadas. Esta ciudadanía informada se convierte en un agente de cambio que no solo demanda políticas más sostenibles, sino que participa activamente en su diseño y ejecución. Esto incluye desde la demanda de más espacios verdes hasta la participación en presupuestos participativos.
- Inclusión de principios de sostenibilidad en la planificación: Los planificadores urbanos, cuando están formados en principios de ecología urbana, incorporan de forma natural soluciones basadas en la naturaleza, la economía circular y el metabolismo urbano. La educación ambiental les proporciona el marco teórico para entender la ciudad como un sistema vivo, donde los recursos, la energía y los residuos están interconectados.
- Influencia en las políticas públicas: Los programas de educación ambiental capacitan a las comunidades para que se apropien de su entorno y demanden políticas urbanas que garanticen la justicia ambiental, la transparencia y la rendición de cuentas. De esta manera, la educación ambiental se convierte en un motor de la gobernanza sostenible, influyendo en la creación de regulaciones más estrictas sobre la calidad del aire, la gestión del agua y la protección de la biodiversidad urbana.
Resiliencia y regeneración urbana
Como hemos tratado, la incidencia multinivel de la educación ambiental es clave para que las ciudades puedan enfrentar y recuperarse de crisis como desastres naturales, olas de calor o pandemias. ¿Por qué?
- Aumento de la resiliencia comunitaria: Al educar a las comunidades sobre su entorno, la educación ambiental fortalece su capacidad de adaptación. Las personas que comprenden los riesgos ambientales de su territorio están mejor preparadas para desarrollar estrategias de reducción de riesgos y actuar de forma coordinada ante una emergencia y exigen políticas acordes. Esto incluye desde el mantenimiento de espacios verdes que actúan como barreras contra inundaciones hasta la creación de redes de apoyo vecinal para enfrentar olas de calor, entre otros.
- Impulso a la regeneración urbana: La educación ambiental actúa como un catalizador para la revitalización de los espacios degradados. Al concientizar a los ciudadanos y urbanistas sobre los beneficios de la renaturalización, se estimula la creación y el mantenimiento de proyectos como jardines de lluvia, techos verdes, y huertos comunitarios. Estos proyectos no solo mejoran la calidad de vida y el bienestar, sino que también aumentan la biodiversidad urbana y mejoran la gestión del agua, por ejemplo.
En definitiva, la educación ambiental es el motor del cambio cultural que permite pasar de la simple construcción de infraestructuras a la creación de ciudades vivas. Forma una ciudadanía responsable, capacita a los líderes para una mejor toma de decisiones y, en última instancia, construye el puente que conecta el ideal de una ciudad sostenible con su regeneración y resiliencia en la práctica; va más allá de “no hacer daño” para buscar activamente reparar y mejorar los sistemas ecológicos y sociales.
Desafíos de la educación ambiental urbana
A pesar de su potencial, la implementación de la educación ecosocial en las ciudades afronta importantes desafíos y barreras:
- Desconexión de la naturaleza: El ritmo acelerado de la vida urbana y la falta de contacto directo con los ecosistemas generan una brecha entre las nuevas generaciones y el mundo natural. La desconexión se agrava cuando las instituciones educativas operan de forma aislada, o cuando las políticas urbanas carecen de una visión a largo plazo que priorice la integración de la naturaleza en el día a día de los ciudadanos.
- Integración entre agentes educativos: A menudo, la educación ambiental no se trata como un pilar central, sino como una asignatura o actividad secundaria. Esta fragmentación se extiende a la relación entre los distintos actores dentro de la educación ambiental formal, no formal o informal: escuelas, Administraciones públicas, museos, asociaciones o empresas. Para fomentar un cambio real, es fundamental que estos agentes unan fuerzas, miren hacia sus comunidades como el principal motor de cambio y establezcan alianzas sólidas para impulsar proyectos de comunicación efectiva, sensibilización y paso a la acción.
- Formación y reconocimiento de los educadores ambientales: Muchos educadores y educadoras ambientales no tienen acceso a la capacitación actualizada necesaria para diseñar e implementar proyectos multisectoriales efectivos, prácticos y contextualizados. Además, la precariedad derivada de la falta de reconocimiento y valoración de su labor por parte de la sociedad y las instituciones dificulta la profesionalización del sector, lo que limita la capacidad de estos educadores para generar un impacto a gran escala.
La transformación urbana es un esfuerzo colectivo donde actores de todos los sectores desempeñan un papel crucial. Esta colaboración es fundamental para impulsar un cambio de mentalidad que convierta los proyectos en realidades duraderas.
Algunos ejemplos son la implementación de infraestructuras verdes como el bosque metropolitano de Madrid, la movilidad sostenible a través de ciclovías masivos siguiendo el ejemplo de Copenhague o la creación de sistemas como el de “basura cero” en San Francisco que demuestran la viabilidad de la economía circular a gran escala.
El bosque metropolitano de Madrid es un ejemplo de implementación de infraestructuras verdes alrededor de las grandes ciudades.
Estas iniciativas, se han de complementar de manera vital con el trabajo del sector privado, como por ejemplo la construcción de distritos neutros en carbono como Barangaroo en Sídney, el desarrollo de plataformas de ciudades inteligentes que optimizan la gestión de recursos o la transición a la movilidad eléctrica por fabricantes.
Para ello, se hace necesario el acompañamiento de la sociedad civil como un motor de cambio indispensable, colaborando directamente con las ciudades en proyectos de restauración de hábitats, ejerciendo presión para que se adopten políticas ambientales más audaces o impulsando la acción comunitaria, como lo hace la Fundación Biodiversidad en España a través de sus programas educativos que empoderan a los ciudadanos para que participen activamente en la transformación de sus barrios.
Qué se necesita
En este ecosistema colaborativo, el educador ambiental es la pieza clave que une a todos los actores. Su labor va mucho más allá de la simple divulgación. Es un catalizador para la acción y un agente de cambio cultural que asegura que las iniciativas de sostenibilidad no se queden en el papel.
Actúa como puente entre la visión técnica de los planificadores y la realidad cotidiana de los ciudadanos, fomentando la gobernanza participativa, facilitando el diálogo y la corresponsabilidad en la toma de decisiones sobre el futuro de la ciudad. Es un agente inspirador que motiva a las futuras generaciones a convertirse en guardianes de su entorno, garantizando que el diseño de las ciudades se complemente con una sociedad que las valore y las regenere activamente.
Sin esta labor, la visión de una ciudad más sostenible y resiliente sería simplemente una utopía.
(*) Rubén Vera Gómez es director académico del Máster de Educación Ambiental para el Desarrollo Sostenible de UNIR. Doctor por la Universidad de Valladolid. Formación especializada dentro de la Didáctica de las Ciencias y en el campo de la Evolución del Comportamiento Animal y Etología. Autor en revistas científicas, especializadas y en prensa. Es cofundador de Nogalia Distillery y adiestrador profesional y técnico en modificación de conducta.
- Facultad de Ciencias de la Educación y Humanidades