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Trastornos de conducta en niños de Educación Primaria

Los problemas que pueden presentar los alumnos de entre 6 y 12 años inciden de forma negativa en su desarrollo, de modo que la intervención educativa requiere de una intervención especializada.

Problemas de atención, hiperactividad, conductas disruptivas o explosivas… Estos son algunos ejemplos de los trastornos de conducta que pueden presentar los niños de Primaria (de 6 a 12 años) y que inciden negativamente en su desarrollo dentro de la escuela. La intervención educativa con estos alumnos requiere de un profesorado con formación especializada. 

Qué es un trastorno de conducta 

Todos los niños pueden pasar por etapas en las que manifiestan algún problema del comportamiento y no por ello se trata de un signo patológico. Se habla de trastorno de la conducta cuando el alumno muestra este patrón de comportamiento inadecuado a lo largo del tiempo. Y por inadecuado, tal y como la define el psicólogo infantil Alan E. Kazdin, se entiende que dicha conducta no es la esperada para su edad y acaba afectando a su desarrollo y funcionamiento en entornos como la familia o la escuela. Por otro lado, este tipo de conductas del niño también alteran la convivencia en el aula, dificultando el aprendizaje del resto de sus compañeros.

Tipos de trastornos de conducta en Primaria

De acuerdo con la clasificación imperante, recogida por el DSM-5 (Manual de diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales), hablamos de cuatro: el TDAH, el trastorno negativista desafiante, el trastorno explosivo intermitente y el trastorno de la conducta. 

Trastorno por déficit de atención e hiperactividad 

El niño con TDAH manifiesta dos tipos de comportamientos persistentes: la inatención y el exceso de actividad o impulsividad. En algunos casos ambas sintomatologías se presentan de manera combinada y, en otros, uno de los rasgos (impulsividad o inatención) se muestra como predominante. 

Un alumno que padece inatención con frecuencia descuida los detalles y comete continuos errores en las tareas escolares. No atiende a las explicaciones o instrucciones para realizar la tarea o actividades en clase. De hecho, parece no escuchar cuando se le habla. Otro rasgo característico es un notable descuido y desorganización de sus materiales escolares. No sabe gestionar su tiempo para hacer los deberes en el plazo que se le dicta. Y, en definitiva: se distrae con suma facilidad.

Los rasgos de hiperactividad o impulsividad se suelen advertir de una manera más clara o evidente que la inantención, tanto por los profesores como por la propia familia del niño. Durante las clases el niño se muestra excesivamente inquieto: corretea por el aula o parece incapaz de quedarse sentado en su pupitre. Además, es habitual que hable en exceso, no respete los turnos de palabra e interrumpa en las actividadades y en el juego de sus compañeros.. 

Trastorno negativista desafiante 

Los criterios para el diagnóstico de este trastorno se agrupan en tres categorías de comportamiento: el enfado o irritabilidad; las discusiones y la actitud desafiante; y el vengativo. Veamos las características del alumno con dichos patrones de conducta:

  • Enfado o irritabilidad: el niño se muestra a menudo resentido y susceptible. Se irrita con facilidad y parece que todo le molesta. 
  • Discusiones y actitud desafiante: es habitual que el alumno se enfrente a la autoridad (padres, profesores…) y desafíe las normas establecidas. También es habitual que moleste a sus compañeros deliberadamente o que culpe de sus errores y mal comportamiento a los demás. 
  • Vengativo: este término hace referencia a los signos de rencor y conductas vengativas. Según indica el DSM-5, para que se pueda tomar como criterio diagnóstico el niño debe manifestar dichos comportamientos al menos dos veces durante los últimos seis meses. 

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Trastorno explosivo intermitente

Se denomina así a las conductas impulsivas o arrebatos que presenta el niño de manera frecuente, como un claro signo de falta de control de la agresividad. 

Estos comportamientos explosivos se pueden manifestar de maneras muy distintas: 

  • A través de la agresión verbal (desde berrinches, diatribas o peleas) y/o la agresión física contra la propiedad, animales o personas, sin provocar daños. 
  • O con intensos arrebatos que sí provocan daños materiales o lesiones a personas o animales.

No obstante, a la hora de diagnosticar este trastorno se debe tener en cuenta varios factores: 

  • La edad del niño: esta debe superar los seis años.
  • Antecedentes y consecuentes de su comportamiento explosivo. Dicho de otra manera: estos arrebatos tienen que ser desproporcionados a la variable desencadenante, no premeditados y ni con una clara intencionalidad, como intimidar. Como ya se ha dicho: deben tener un carácter “explosivo”.

Trastorno de la conducta

Este trastorno engloba a todos esos patrones de comportamiento que violan los derechos básicos de los demás y las reglas sociales establecidas para su edad: agresión a las personas, animales y a la propiedad, engaño, robo e incumplimiento grave de las normas. Los anteriores manuales de clasificación de problemas mentales lo denominaban con el término: trastorno disocial.

En esta categoría entrarían los alumnos que muestran comportamientos antisociales como el acoso, inicio de peleas, conductas delictivas… Otro rasgo típico de estos niños es que a menudo faltan a la escuela de manera voluntaria y deliberada.

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Claves para abordar los trastornos de conducta en el aula

Abordar los trastornos de conducta en el aula requiere de enfoque, empatía y estrategias adecuadas. Es necesario tener en cuenta algunas claves que permitan manejar estas situaciones de forma efectiva.

En primer lugar, es importante tener conocimiento y comprensión de los posibles trastornos que pueden darse en el aula, manteniendo una comunicación abierta con padres y tutores para avanzar juntos en el desarrollo del alumno. Es fundamental tener en cuenta que cada caso es único y las actividades y recursos deben adaptarse a las condiciones específicas de cada persona.

En el trabajo diario del aula es imprescindible establecer unas pautas de gestión del comportamiento para garantizar un ambiente estructurado en el que los alumnos se sientan valorados y dispongan de metas concretas que les permitan avanzar.

Detectar los problemas de conducta lo antes posible permite realizar una intervención temprana y ofrecer a los alumnos apoyo individualizado para abordar su caso de la mejor forma posible.

En general, se trata de fomentar un ambiente positivo en el que primen el respeto y la inclusión, con una planificación adecuada en la que se establezcan rutinas y división de las tareas para adaptarlas a los alumnos con problemas.

El papel del docente es fundamental a la hora de establecer sistemas de comunicación, gestión del tiempo y autorregulación efectivos que se adapten a la coyuntura de todo el grupo.

En este sentido, los docentes que tengan que afrontar un aula de alumnos con necesidades especiales, deben seguir una serie de consejos para garantizar el correcto desarrollo del aprendizaje y del aula:

  • Flexibilidad: las necesidades de cada estudiante varían en función de sus circunstancias y trastorno específico, de modo que el método empleado en el aula debe poder adaptarse a cada uno de ellos.
  • Paciencia: la actitud del profesor influye activamente en el comportamiento de los alumnos, especialmente en aquellos que presentan algún tipo de trastorno. Por eso, es crucial que el docente sepa mantener la calma y aplicar paciencia a todo tipo de situaciones, por estresantes que puedan ser.
  • Prevención: la intervención temprana es el pilar más importante sobre el que se sustenta la resolución de conflictos derivados de algún trastorno de conducta por parte de los alumnos. Para garantizar el éxito es importante contar con la opinión de otros expertos en psicología y educación y mantener una comunicación fluida con el entorno familiar del alumno.
  • Ambiente positivo: estableciendo relaciones de confianza entre profesor y alumnos se garantiza la cooperación ante los problemas que puedan surgir en el aula. Estas relaciones se pueden fomentar con sesiones de apoyo individualizado. 

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La importancia de una formación especializada 

Todos los trastornos de conducta dificultan el desarrollo y aprendizaje del niño, así como su adaptación al contexto escolar y familiar. La intervención psicopedagógica por parte de la escuela primaria es crucial: no solo para facilitar su inclusión, también para mejorar el rendimiento académico. Esta intervención comienza en el aula y, dada la complejidad de este alumnado, el equipo docente necesita contar con las competencias y la formación experta en las necesidades especiales de este alumnado. En la UNIR los maestros, educadores, psicólogos y pedagogos pueden lograr este grado de especialización en solo un año académico gracias al Máster en Educación Especial Online de UNIR con una metodología íntegramente online.

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