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La intervención social con pueblos indígenas

Se estima que la población indígena en el mundo es de más de 250 millones de personas. Una cifra nada desdeñable que forma parte de la gran diversidad humana.

Esto mismo, la diversidad, es objeto de discriminación histórica y una de las mayores preocupaciones de la comunidad internacional y de algunos gobiernos. A pesar de ello, y con un carácter de atención y vigilancia, la intervención social se vuelve básica al desarrollarse en el terreno y muy cerca de estos titulares de derechos.

¿Qué son los pueblos indígenas?

La Organización de Naciones Unidas (ONU) da una serie de pautas para identificar a los pueblos indígenas, como el aspecto comunitario, haber residido prolongadamente en un territorio, una cultura con una lengua y religión propias, autoidentificación como grupo indígena y haber experimentado históricamente algún tipo de discriminación. La mayoría de estos pueblos vive en áreas boscosas, tropicales y montañosas, aunque recientemente, muchos de ellos, se han visto forzados a migrar a la ciudad buscando una mayor estabilidad económica.

Marco de protección internacional de los pueblos indígenas

Por la exclusión sufrida, la comunidad internacional ha desarrollado un marco normativo de protección, que resulta básico para cualquier intervención social. Destaca el Convenio 169 sobre pueblos indígenas y tribales en países independientes, de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) (1989). Aquí se expone la consulta previa, libre e informada, mediante el cual los gobiernos nacionales deben consultar a los pueblos indígenas sobre medidas legislativas o administrativas que puedan afectar su calidad de vida.

Otro documento fundamental es la Declaración de la Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas (2007). También existen instrumentos de vigilancia como la Relatoría Especial de la ONU sobre los derechos de los pueblos indígenas o la Relatoría de la Comisión Interamericana sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas.

Sede de las Naciones Unidas

Discriminación y subdesarrollo de los pueblos indígenas

En el Informe de Desarrollo Humano, del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, de 2016 se establece una vinculación entre discriminación y empobrecimiento, destacando la situación de los pueblos indígenas. Se produce un círculo vicioso, ya que, en la construcción de los estados, tras las independencias coloniales no se incluyeron a las poblaciones indígenas, como ocurrió en Latinoamérica. No se consideraron válidas para el nuevo Estado, e incluso se siguieron persiguiendo. Esto ha ido sumando prejuicios y estereotipos hacia el indígena: vago, inculto, aislamiento rural, etc. que los hacen no válidos para el país.

Esta exclusión, basada en la consideración aún de que las características y valores de los pueblos indígenas tienen menos valía y, por lo tanto, tienen menos derechos, genera un menor acceso a los bienes y servicios y un empobrecimiento que aumenta progresivamente cuando hay crisis, como la sanitaria de la COVID-19 o económicas.

Contra esta situación lucha la comunidad internacional con un marco normativo como el visto y algunos estados se muestran protectores, con algunas constituciones que consagran el pluralismo y la multiculturalidad. La labor de los/as trabajadores/as sociales es clave en todo esto al desarrollar desde el ámbito gubernamental o no gubernamental, estrategias de análisis que consideren las relaciones de subordinación y exclusión hacia estos colectivos, para trabajarlas estructuralmente y eliminarlas.

Posible modelo de intervención con pueblos indígenas

Una aproximación al trabajo con población indígena, desde un modelo intercultural, nos lo ofrece Sousa Santos cuando habla de “incompletud cultural”, es decir, ser consciente de que ninguna cultura es autosuficiente ni tiene todas las herramientas o respuestas para abordar el desarrollo. También existen las “preocupaciones isomórficas” entre las distintas culturas que son comunes, aunque expresadas en lenguajes distintos.

pueblos indígenas

Estas preocupaciones se traducen en los “topoi” o argumentos válidos en ambas culturas para establecer el diálogo intercultural en igualdad y descolonizado desde las “zonas de contacto interculturales”. Es decir, espacios sociales en los que entran en comunicación culturas previamente separadas por problemas geográficos, históricos o de discriminación.

Generalmente este diálogo se hace a través del “intelectual cosmopolita”, un representante elegido de cada cultura o movimiento social en diálogo que cuenta con una actitud mental de apertura para trabajar y relacionarse con sujetos plurales y diversos.

Terminamos con una reflexión. Etimológicamente la palabra indígena viene del latín indigena, formado con inde (de allí) y gena (nacido de). Los indígenas son los nacidos allí, en contraposición con los nacidos aquí. Una separación entre el nosotros y el ellos o los otros, que se debe borrar. Hay que comprender que nosotros somos los otros también. Somos “nos-otros”. La intervención social es fundamental para luchar contra esta división.

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