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Primer capítulo del libro 'Líder del bienestar' de Andrés Pascual

Lee en exclusiva y de manera gratuita las primeras páginas del libro del escritor referente en felicidad corporativa, que presentó su obra en una sesión online en UNIR.

Andrés Pascual, protagonista de la sesión.

Escritor, conferenciante y director del Programa Chief Happiness Officer (CHO) de UNIR, Andrés Pascual ha recorrido medio mundo en busca de inspiración para sus obras. Su producción literaria ha ganado importantes reconocimientos, como el Premio Espasa Alfonso X El Sabio o el Premio Urano de Crecimiento Personal y Salud Natural.

Pascual decidió cambiar de vida tras más de 20 años dirigiendo su propio bufete de abogados. Después de más de 50 países recorridos por cuatro continentes, 11 libros publicados a nivel internacional y cientos de miles de lectores, Pascual regresa ahora con Líder del bienestar, una obra en la que analiza desde su rigor característico las claves para conseguir una empresa feliz y, por lo tanto, más productiva y más beneficiosa para todos.

El bienestar físico, emocional y social de una persona que forma parte de una corporación se funde necesariamente con las otras personas, con el equipo que le rodea y con la propia organización. Pascual desarrolla este Método Doshin’en, y otros muchos, en un libro que ha de abordarse como recomiendan en el pequeño país de Suazilandia, donde el escritor comenzó su andadura: “Solo los pies conocen el camino”.

Te avanzamos en exclusiva el primer capítulo de una obra llamada a ser referencia en los entornos empresariales más innovadores.

 

BIENESTAR O EXTINCIÓN

LA ERA DEL BIENESTAR CORPORATIVO

Según la consultora de liderazgo Gallup, recuperamos nuestro bienestar más rápidamente después de la muerte del cónyuge que tras un largo periodo de desempleo. ¿Cómo es posible que hayamos obviado la importancia de encontrarnos bien en el lugar donde más tiempo pasamos?

Podría comenzar este libro diciendo que colocar el bienestar del trabajador en el centro de la estrategia empresarial es lo correcto; pero prefiero partir de otra idea que funciona mejor con los más escépticos: es la forma de multiplicar los resultados.

Las estrategias de bienestar corporativo —también puedes llamarlo felicidad organizacional— no son algo naif o una moda. De hecho, el proceso para implementar estas iniciativas no es un camino de rosas exento de desafíos y obstáculos. Como todo aquello que merece la pena en la vida, nos pide un esfuerzo a cambio, pero se trata de un sacrificio cargado de sentido y de rentabilidad. Hoy en día, si aspiras a tener una empresa sostenible, has de integrar esta nueva cultura.

Durante décadas hemos pensado que el sueldo lo era todo, hacíamos cualquier cosa para ganar más y más, cayera quien cayera. Y ¿qué ocurría muchas veces? Que eras tú quien terminaba cayendo, física, mental o emocionalmente.

Las generaciones actuales saben que en determinados momentos hace falta sacar la garra, pero su motivación no es solo lograr objetivos. Quieren salarios dignos, pero también quieren estar bien, por dentro y por fuera. Reclaman bienestar a nivel físico, emocional y social, la tríada en la que se basa el método que conocerás en breve. Reclaman un liderazgo a la altura de los tiempos. Y lo mejor de todo es que los números acompañan, como verás a través de los casos de éxito de múltiples empresas de diferentes tamaños y sectores que comparten su experiencia para allanarte el camino.

Al igual que en el pasado has venido comprendiendo la importancia que en tu estrategia tienen la reputación corporativa, la sostenibilidad o el cumplimiento de algunos estándares de calidad (¿recuerdas la cara que pusiste cuando te hablaron por primera vez de las ISO?), también puedes convertirte en un líder del bienestar con la práctica cotidiana de las diez habilidades que te explico en este libro.

DE QUÉ HABLO CUANDO HABLO DE EMPRESAS FELICES

Cuando hablamos de bienestar corporativo o felicidad organizacional, de lo que realmente estamos hablando es de saber gestionar el estrés, mejorar las relaciones entre compañeros y con los mánager, incorporar hábitos saludables, encontrar un propósito y unos valores firmes, descubrir el poder del feedback y el reconocimiento…

Algunos líderes generan resistencia a estos programas porque no identifican que tengan un problema con la felicidad o, en el caso de tenerlo, piensan que eso no es de su incumbencia. Otros directamente muestran rechazo a cualquier propuesta relacionada con la palabra felicidad porque les parece algo de hippies o un postureo. Muchas de las empresas que se han convertido en el ejemplo vivo de la rentabilidad del bienestar corporativo han tenido que superar previamente estos escollos.

Para Carlos Jordana, consultor de felicidad organizacional y autor de Happyholic, la felicidad en el trabajo es cosa seria, «es preciso darse cuenta de que, cuando hablamos de cuestiones relacionadas con las condiciones económicas, la rotación, la formación, el ambiente laboral, el salario emocional o la satisfacción de los empleados, estamos hablando de felicidad. Estos son los factores que, en el entorno laboral, contribuyen al bienestar de los empleados».

Siguiendo su consejo, te animo a que te formules las siguientes preguntas:

  • ¿Adviertes falta de alegría, entusiasmo o motivación en tus equipos justo cuando más lo necesitas para sacar adelante un proyecto? Estás hablando de felicidad.
  • ¿Te quejas amargamente de que los trabajadores no valoran los esfuerzos que la organización hace por mantener sus puestos? Estás hablando de felicidad.
  • ¿Te sientes incapaz de fidelizar a las personas que más valoras, con lo que cuesta reemplazarlas en el mercado (sin contar con que ese talento casi siempre acaba en tu competencia)? Estás hablando de felicidad.
  • ¿Percibes que es necesario llevar a cabo cambios en la empresa, pero no sabes cómo gestionar la incertidumbre que ello genera? Estás hablando de felicidad.
  • ¿Notas tensión, que está aumentando el estrés de la plantilla y, con él, las bajas laborales? Estás hablando de felicidad.

Sobre este último punto, Jordana destaca que entre los síntomas más comunes del burnout —síndrome del quemado—, encontramos el agotamiento emocional (con pérdida de energía a todo nivel), la despersonalización (que se manifiesta en actitudes negativas con clientes, colegas o proveedores) y la falta de realización personal (con disminución de la satisfacción, la autoestima y la confianza personal). Y ¿cuáles son las causas? Según un estudio de Gallup realizado a siete mil quinientos empleados, se debe a un tratamiento injusto, falta de claridad respecto de tu rol, falta de comunicación y apoyo del responsable, presión por falta de tiempo para realizar las tareas…

Cuando hablamos de todo esto, también estamos hablando de felicidad.

ROI Y VOI DEL BIENESTAR CORPORATIVO

Jaime de Nárdiz, director de Transformación Cultural e Innovación de Great Place To Work (GPTW) Spain, me ha transmitido unos datos escalofriantes: el pasado año, el 49 % de la población mundial no tuvo buenas experiencias en sus lugares de trabajo. Esto quiere decir que estamos desaprovechando el talento de dos mil millones de personas. Está claro que la situación que atravesamos influyó en esas cifras, pero la labor del líder es adaptarse a las circunstancias del momento, sean cuales sean. Y no solo es lamentable la pérdida, sino lo que dejamos de ganar.

Afortunadamente, me confió otro dato que quiero que te grabes a fuego: alguna de las compañías que han obtenido la certificación GPTW por sus estándares de bienestar han llegado a multiplicar sus beneficios por tres.

¿Es una tarea fácil? Ya hemos dicho que no. Aun cuando muchas de las iniciativas que conocerás más adelante ni siquiera precisan una partida presupuestaria extra por su reducido coste (por no decir que en ocasiones la inversión —salvando el tiempo y la dedicación— es nula), hemos de comenzar superando el rechazo que las palabras bienestar o felicidad generan en algunas organizaciones.

Como explica Sergio Cancelo, cofundador de Happyforce (una herramienta de medición del bienestar de la que hablaré más adelante), muchos CEO piensan que «ahora no hay tiempo para esto», a pesar de que es precisamente en tiempos complejos cuando más necesitamos pensar en el bienestar; y, por su parte, muchos mandos intermedios se oponen a medir los factores determinantes del bienestar porque temen ser fiscalizados, sin darse cuenta de que todos estamos aquí para aprender cada día, para completarnos mutuamente y hacer crecer a la organización.

Sin perjuicio de estos razonamientos, la herramienta más efectiva del líder del bienestar para superar estas barreras derivadas del prejuicio son los números. Apunta:

Una adecuada estrategia de bienestar supone un 10% más en calificaciones de clientes, un 44% más en fidelización de sus empleados, un 41% menos de absentismo, un 55% menos de rotación de personal, un 40% menos de productos defectuosos… A estos datos de Gallup, Forbes añade un 66% menos de bajas laborales, en buena medida por el desplome de estrés que experimentan los trabajadores felices.

La Universidad de Berkley, por su parte, nos dice que estos son un 86 % más creativos, mientras que HBR lo eleva a un 300 %. Hablando de productividad, la Universidad de Warwick nos habla de cómo las personas felices en su puesto de trabajo son un 12 % más productivas, un porcentaje que el think tank británico Social Market Foundation eleva al 20%, y el gigante de recursos humanos Hays Group a un 43%.

¿Cuál de ellos tiene razón? Todos. Lo importante es que, si generamos bienestar corporativo, obtenemos un mayor rendimiento. ¿Por qué? Por algo tan sencillo como que el trabajador dedica más energía y más tiempo de calidad a las tareas que se le encomiendan.

A MÁS BIENESTAR, MÁS PRODUCTIVIDAD

Los españoles trabajan una media de 1691 horas al año, según la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico). Sin embargo, el estudio «La productividad del trabajo y la conciliación laboral» elaborado por EAE Business School dispone que la productividad por cada una de esas horas trabajadas es solo del 31,5%.

¿Cuáles son los motivos de esta lacra? Dejando aparte el tóxico «presentismo» tan arraigado en nuestra cultura («Que mi jefe me vea en la silla cuantas más horas mejor, ¡aunque esté jugando al solitario en el ordenador!»), serían similares a los que llevan al absentismo o a la fuga de talento. No tanto un salario insuficiente, como la imposibilidad de desarrollarte y crecer profesionalmente, el ocupar puestos alejados de tu perfil, la falta de flexibilidad laboral o el mal clima y las relaciones tóxicas entre compañeros.

Una vez más, cuando hablamos de todo esto estamos hablando de felicidad.

Estos estudios, sin perjuicio de su popularidad, pueden resultar alejados de nuestra realidad cotidiana, en la que bregamos con conflictos de carne y hueso. Por ello, a lo largo del libro te compartiré los testimonios de directivos que avalan estas políticas desde el día a día de la trinchera. Como verás, son empresas grandes, medianas y pequeñas. El ROI (retorno de la inversión) del bienestar no entiende de tamaños.

Varios líderes con los que trabajo coinciden en que el ROI de sus estrategias de bienestar oscila entre el 2,1 y el 2,4 de beneficio por euro invertido. Pero, con independencia de esta cifra, que al final responderá al acierto de las medidas implementadas (además de verse afectada por las circunstancias del entorno), es necesario evaluar asimismo el VOI, como se conoce al valor de la inversión.

Mientras que el ROI sería un dato puramente objetivo (ingresos menos inversión, dividido por la inversión), el VOI tiene en cuenta tanto los beneficios financieros como otros no financieros, a corto plazo y también a largo. Sin duda, es un cálculo afectado en parte por valoraciones subjetivas, pero nos brinda una fotografía más completa del resultado que genera una estrategia, al incluir esos activos intangibles que también contribuyen al desempeño organizacional: adquisición de nuevo conocimiento, capacidad de colaborar, creación de una cultura sólida, compromiso, mejora de la comunicación…

¿Cómo asignar a estos factores un valor monetario? ¿Cuál es el beneficio aparejado a que un buen trabajador no se vaya a la competencia? Aparte del ahorro en costes de selección de personal, proporciona un valor extra real para el negocio que, como iremos viendo, se puede —y se debe— medir.

Sodexo, empresa de servicios para mejorar la experiencia del empleado, llevó a cabo un estudio con casi 5 000 líderes de PYMES de todo el planeta que estaban desarrollando estrategias de bienestar. Las conclusiones: nueve de cada diez percibieron beneficios cualitativos, como la mejora en el ambiente del lugar de trabajo y en la reputación de la compañía; y siete de cada diez afirmaron que esos cambios se tradujeron en beneficios en su facturación.

Desdeñar el VOI sería como aceptar un análisis de sangre para medir la glucosa mientras se ignora la información que el paciente reporta sobre la depresión que le invade o sobre la influencia que su alimentación tiene en su estado. Todas las pruebas son importantes y necesarias.

El CEO de WellSteps, Dr. Steven Aldana, hablando de las estrategias de bienestar que implementan en empresas, afirma: «Garantizamos que en el primer año participarán más del 50 % de los empleados, en el segundo año demostrarán una mejora significativa en sus comportamientos, y en el tercer año se obtendrá un ROI positivo en el bienestar». Y añade: «Lo mejor de todo es que, para cuando nuestros clientes llegan al tercer año de un programa de bienestar efectivo, valoran tan profundamente su nueva cultura que deja de importarles el cálculo del ROI. Esto es, el VOI del bienestar se convierte en el indicador más rentable y más significativo del éxito».

Escoge tus propios KPI a medir y comprobarás que los resultados son positivos (sobre todo, pronto apreciarás una tendencia ascendente). Y no me refiero a esos indicadores de vanidad que sirven para que el equipo de marketing se vaya contento a tomar unas cañas, sino a los que aportan información real acerca del resultado de las estrategias. Los números no engañan.

Si nos remontamos a los orígenes latinos de la palabra felicidad, encontramos tres adjetivos que se dan la mano: fortunatus (colmado de suerte o fortuna), beatus (colmado de bienes o riqueza) y felix (beneficiado por la fecundidad). Felicidad es fertilidad. ¿Quién no quiere una empresa fértil? Crear bienestar corporativo es crear abundancia.

CORRESPONSABILIDAD

Antes de seguir, atención: ¡el objetivo del líder del bienestar no es conseguir por sí solo que los trabajadores sean felices! Debe generar las condiciones óptimas, pero el trabajador también tiene que poner de su parte. La felicidad en el trabajo se construye desde la corresponsabilidad.

Por un lado, no podemos llegar a la empresa, reunir a toda la plantilla en la entrada y soltarles: «Como Andrés Pascual dice que la felicidad es un músculo que se trabaja día a día, y que es muy rentable para la organización, además de hacer vuestras tareas, ¡sed felices! ¡Y todo por el mismo sueldo!». Sacamos el látigo y les obligamos a sonreír. Nooooo. Para que el trabajador pueda desarrollar ese músculo, hemos de proveerle de programas y acciones que lo nutran; y, entre tanto, educarle para que sume su propia artillería emocional a base de voluntad y compromiso.

Mirándolo a la inversa, el trabajador no puede llegar a la empresa pretendiendo que esta, por sí sola, le haga feliz. «Como Andrés Pascual dice que los jefes de hoy en día han de liderar desde el bienestar, me dedico a pasearme por el curro con mi café de máquina mientras ellos se buscan la vida para que no me estrese». Nooooo. El trabajador podrá pedir condiciones óptimas, pero, al mismo tiempo, ha de comprometerse a integrar aquellos hábitos que dependan de sí mismo. En el teletrabajo, por ejemplo: cuidar su alimentación, su descanso y su postura, gestionar su atención y su tiempo de forma efectiva, formarse con todo aquello que la empresa ponga a su alcance, ser proactivo…

Resumiendo: como un ser humano único que es cada trabajador, con su bendita complejidad, nadie puede hacerle feliz si este no pone de su parte. La organización ha de proveer de los estándares y las condiciones que todos merecemos para que el bienestar surja, se fortalezca y se mantenga; pero a estas estrategias hemos de sumar el esfuerzo de dicho trabajador, educado y alentado día tras día.

LOS 3 PILARES DE LA ORGANIZACIÓN FELIZ

  1. La decisión ejecutiva por parte del Comité de Dirección de integrar la gestión de la felicidad como parte de la estrategia de la organización.
  2. Las prácticas y estrategias concretas que aterricen dicha decisión ejecutiva de forma sistematizada, a través del Chief Happiness Officer —si existe este rol en la empresa— y, en cualquier caso, a través de todo directivo, mánager o consultor externo (todos ellos, nuevos líderes del bienestar).
  3. La decisión diaria del trabajador de construir su propia felicidad, una actitud para la que se le ha de preparar con la adecuada formación.

La felicidad en el trabajo no se consigue de un día para otro. Como dejó escrito Aristóteles: «Solo hay felicidad donde hay virtud y esfuerzo serio, pues la vida no es un juego». Pero cuando las dos partes tienen clara esta corresponsabilidad y conseguimos transmitir que este es el camino tanto a directivos, stakeholders como hasta el último trabajador, empezamos a hablar de un beneficio mutuo que puede alcanzar niveles insospechados.

TODO EMPIEZA POR EL AUTOLIDERAZGO

Tengo la fortuna de haber creado y dirigir en UNIR (la Universidad por Internet con la que llevo colaborando varios años) el programa Executive en Chief Happiness Officer sobre bienestar corporativo. Las ediciones se suceden —como programa autónomo y, asimismo, como un módulo certificado dentro del máster Executive en Dirección de Recursos Humanos— y, con ellas, llegan nuevos grupos de alumnos (directivos y consultores externos) que apuestan por esta estrategia corporativa y me cuentan orgullosos los resultados que obtienen tras aplicar lo aprendido. No puedo estar más feliz.

Cuando el curso se gestó, diseñamos un método estructurado en dos tríadas: la primera con tres dimensiones (bienestar físico, emocional y social) y la segunda con tres niveles de impacto de las acciones (en la persona, el equipo y la organización).

Lo bauticé método Doshin’en, que en japonés significa «círculos concéntricos», abrazando la enseñanza zen de que una diminuta gota de lluvia caída en un estanque se funde en él y provoca enormes ondas expansivas, del mismo modo que toda pequeña acción dirigida a incrementar el bienestar de un trabajador termina afectando positivamente al equipo y a la organización entera (y, más allá, al entorno que la acoge, gracias al propósito corporativo al que dedicaré un capítulo).

En cuanto a la primera tríada: es necesario abordar el bienestar de forma conjunta desde las tres indicadas dimensiones, ya que solo entonces se alcanzan los verdaderos beneficios. Como un gran puzle, el bienestar corporativo precisa de todas sus piezas para completarse. La propia OMS declara en su Constitución que la salud «no es solo la ausencia de afecciones y enfermedades, sino un estado de completo bienestar físico, mental y social».

Trayéndolo a ejemplos del día a día: de poco sirve que me suban el sueldo si mi salud mental está bajo mínimos por el estrés que me genera la insostenible relación con los compañeros. De poco sirve que hayan puesto una cafetería con productos saludables gratis para el personal si no tengo posibilidad de juntarme allí ni un minuto con mi mánager. De poco sirve que me regalen sesiones de yoga si nadie me ha preguntado cómo me encuentro, por lo que no saben que lo que necesito en este momento es formación para sentir que puedo promocionar.

También saco a colación el método Doshin’en para remarcar algo importante: en el nivel individual, el líder del bienestar ha de preocuparse de cada uno de los miembros de su equipo, pero siempre comenzando por él mismo. Ha de cuidar su propio bienestar en las tres dimensiones física, emocional y social, ser un ejemplo para los demás, el espejo en el que puedan mirarse.

Estamos en un momento en el que el liderazgo más necesario es el autoliderazgo. La cita más importante es con nosotros mismos y, paradójicamente, es la que más tendemos a desatender.

Tal vez pienses: ¡no tengo tiempo! Error garrafal. Seguro que has viajado en avión. Y seguro (o no tanto) que has escuchado con atención al menos una vez los consejos del personal de vuelo antes del despegue. ¿Recuerdas lo que dicen cuando muestran la mascarilla de oxígeno? «Si se produjera una despresurización en la cabina, antes de ponerle la mascarilla a tu hijo, póntela tú mismo, ¡porque de otra forma no tendrás el oxígeno que precisas para ayudarle y moriréis los dos!». No lo sueltan de forma tan dramática, pero la idea es la misma.

Busca primero tu plenitud personal para estar en disposición de guiar a los trabajadores por el mismo camino.

EL LÍDER DEL BIENESTAR

Hay diversos estilos de liderazgo que, nadie lo niega, pueden darte resultados a corto plazo. Los líderes autoritarios, por ejemplo, tienen capacidad de resolución y pueden sacar proyectos contra reloj. Pero ¿a qué coste? Entre otras cosas, provocan estrés, miedo incapacitante…

Los líderes visionarios, por su parte, generan un chute de motivación en los equipos, pero ¿qué ocurre si ellos desaparecen?

El liderazgo transaccional, que utiliza recompensas para motivar a los equipos, es útil en situaciones críticas porque define roles y objetivos inmediatos, pero cercena la creatividad y las relaciones de apoyo entre compañeros.

Cada estilo de liderazgo tiene su momento, y una habilidad fundamental de todo líder (de la que hablaremos) es la capacidad de adaptación en la rueda de cambio constante que es la vida. Pero si quieres una organización sostenible en el tiempo, hoy en día solo hay un estilo de liderazgo que funciona y perdura: el del bienestar. Necesitas cuidar de las personas.

Podríamos decir que el éxito no conduce a la felicidad; es la felicidad la que conduce al éxito. Y para hacer este éxito sostenible hemos de crear el entorno adecuado.

Liderar desde el bienestar no es poner un cesto de fruta a disposición de los empleados o pufs de colores por los pasillos para tirarte a hacer brainstorming ni colocar vinilos con frases inspiradoras de Mandela o hacer una fiesta de disfraces en Halloween. «¡Por fin voy a ver a mi jefe disfrazado de zombi! ¡Y mientras llega el día, jugaré con los futbolines que hemos colocado en el hall!». Sería divertido, pero no.

En una estrategia de bienestar cabe jugar, porque debemos recuperar el alma de niño (esa mente de principiante y ausencia de prejuicios que nos abre al debate y a expandir nuestra zona de confort). Pero el jugar solo es una parte más del plan de acción que nos brindará los verdaderos beneficios. Invertir en bienestar es crear una nueva cultura que va a impregnar todos los rincones del proceso productivo.

Para ello hacen falta una serie de habilidades. Deja que comparta contigo las diez que, tras estos apasionantes años de trabajo en mi programa con la ayuda de un claustro excepcional, y gracias a los líderes que han confiado en mí y comparten sus casos de éxito para iluminar estas páginas, consideramos que has de fortalecer para no quedarte atrás en el nuevo paradigma.

PRIMER PASO

Todo gran viaje comienza por un primer paso. Por ello, al final de cada habilidad, te propondré una iniciativa concreta y aterrizada al día a día que podrás practicar por ti mismo e implementar de inmediato en tu empresa o grupo de trabajo.

Como verás, todas ellas serán acciones muy sencillas de ejecutar. No caigas en la tentación de pensar que son algo naif, ya que es en su sencillez donde radica su magia.

Una clave del éxito de las estrategias de bienestar corporativo es abordar la transformación de forma progresiva y con acciones sencillas que se integren de forma natural y sean coherentes con la estructura y los valores de la organización. Cierto es que en lo que se refiere a felicidad organizacional hay mucho por hacer, como enseño en el programa Executive Chief Happiness Officer; pero —utilizando un proverbio que alguien me dijo en Suazilandia, un país diminuto africano en el que empezó mi andadura como escritor— solo los pies del viajero conocen el camino. Si quieres llegar a la meta, lo más importante es empezar a caminar.

Así que libérate de todo juicio y anímate a poner en práctica de inmediato las acciones que te sugeriré… Y todas las que se te vayan ocurriendo.

¡Feliz viaje!

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