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"Más que ser un tabú, la violencia filio parental provoca vergüenza y miedo a las consecuencias"

El doctor en Derecho Penal y profesor de UNIR, Alfredo Abadías, imparte durante dos meses un curso en el que aborda a fondo esta problemática, cada vez más extendida entre todas las capas sociales

Hasta hace unos años, pocos eran los casos que salían a la luz. Sin embargo, en los últimos tiempos, aumentan las noticias que aparecen en los  medios de comunicación. Pese a ello, la violencia filio parental (VFP) constituye aún una problemática social con poca visibilidad -solo se denuncian un 10% de los casos reales- que continúa imparable su aumento y afecta a todas las capas sociales. Para ahondar en estas y muchas otras cuestiones relacionadas con la VFP, el doctor en Derecho Penal y profesor del Máster Universitario en Derecho Penal Económico de UNIR, Alfredo Abadías, imparte un seminario que, desde este mes y hasta junio, explica a los alumnos del Grado de Criminología todos los factores, recursos y soluciones relacionados con este fenómeno.

P. Este seminario ahonda en la violencia filio parental. Pero ¿en qué consiste exactamente?

La violencia filio parental (VFP) es un problema que va en aumento y afecta a todas las capas sociales. Lo peor es que se trata de una violencia muy oculta. Solo denuncian un 10% de los casos reales. Los efectos de esta violencia no quedan dentro de la familia sino que se expanden y causan bajas laborales, daños a familiares, etc. Si no se soluciona la problemática en edades tempranas es muy probable que el menor agresor se convierta en un adulto violento que también sea protagonista de violencia de género.

P. ¿Cuál es el objetivo de este seminario?

Los alumnos de Criminología de UNIR han de conocer la violencia filio parental desde su origen hasta sus consecuencias. Y, por supuesto, pasando por las diversas soluciones posibles ante esta problemática tan sui generis.

P. ¿Cuál es el papel de los criminólogos en los casos de VFP?

Estudiarla desde todos los ángulos posibles, aportar datos, conclusiones e incluso soluciones. En definitiva, dar luz a un fenómeno poliédrico, multifactorial y dinámico a la vez que inquietante.

P. De unos años a esta parte casos de este tipo son cada vez más frecuentes en los medios. ¿Se ha incrementado este tipo de violencia, siempre ha existido o, como dicen algunos investigadores, no estamos ante un nuevo tipo de violencia familiar sino, más bien, ante un nuevo modelo de VFP?

La VFP es un tipo de violencia que empieza a dar señales de alarma en España hacia 2005. Las memorias de la Fiscalía General del Estado apuntan que los casos van en aumento. Es muy posible que ya existiese, pero que no saliera a la luz durante décadas, pues de todos es conocido el adagio popular de “los trapos sucios se lavan en casa”.

Sí que se está viendo que hay una “nueva VFP”, pues no respeta ya a ningún tipo de clase social. Incluso, afecta a familias de estatus medio alto con más incidencia.

P. ¿Qué se califica como VFP? Es decir, hay tipologías como maltrato físico, emocional, psicológico…

Conductas reiteradas de violencia física, psicológica (verbal o no verbal) o económica, dirigida a los progenitores. O a aquellas personas que ocupen su lugar. Se excluyen las agresiones puntuales, las que se producen en un estado de disminución de la conciencia que desaparecen cuando esta se recupera (intoxicaciones, síndrome de abstinencia, estados delirantes o alucinaciones), las causadas por alteraciones psicológicas (transitorias o estables), el autismo o la deficiencia mental severa y el parricidio sin historia de agresiones previas.

P. ¿Cuál es el alcance real del fenómeno de la VFP?

Si tomamos datos de la Fiscalía General del Estado, hablamos de alrededor de entre 4.300 y 4.500 casos denunciados. Pero se especula con que solo se denuncian un 10% de los casos. La gran mayoría quedan intramuros de los hogares familiares, que no comprenden lo que les está pasando, se culpabilizan y sufren en silencio. Otra gran parte de los casos se quedan en las consultas de especialistas y jamás se contabilizan.

P. ¿Es una situación aún tabú en la sociedad?

Imagina cómo se puede sentir un padre o madre cuando ha de reconocer que su hijo, lo que más quieren en el mundo, les pega o maltrata psicológicamente sin piedad y durante largo tiempo. Más que un tabú, provoca vergüenza, desconcierto y miedo a las consecuencias.

P. ¿En qué sentido?

Vergüenza ante los demás familiares y la sociedad. Miedo ante el sistema por lo que le pueda pasar a su hijo si le denuncian. Pero, además, hay mucho más miedo al propio hijo, porque temen represalias de este si se ve denunciado. Conozco un caso real en el que los padres tuvieron que denunciar y el hijo fue ingresado en un centro de reforma. Como represalia, el hijo no quiso recibir la visita de sus padres durante mucho tiempo. Les castigó con crudeza con la indiferencia, la distancia y la ruptura familiar más cruda. El maltrato psicológico seguía, aunque desde el internamiento. El sufrimiento de esa familia fue, durante años, muy duro e inmisericorde.

P. A veces los progenitores también se sienten culpables…

Casi siempre aparecen sentimientos de no haber hecho lo que debían como padres y, como consecuencia, tristeza, abatimiento, depresión, desolación y desesperanza.

P. ¿Cómo pueden reaccionar los padres en esta tesitura?

Rindiéndose y dimitiendo como padres y soportando los embates violentos. O afrontando la situación asesorándose por expertos y, sobre todo, haciéndoles caso hasta el final del proceso.

P. ¿Qué mueve a un hijo a ejercer violencia contra sus padres? ¿Qué serie de factores o estímulos se producen o constituyen el detonante?

El consumo de tóxicos, factores psicológicos, genéticos, sociales y, sobre todo, educativos. La gran mayoría son menores que no han sido educados correctamente desde edades tempranas y, como algo normal, tienen la violencia como forma de resolver sus problemas.

Imagina cómo se puede sentir un padre o madre cuando ha de reconocer que su hijo, lo que más quieren en el mundo, les pega o maltrata psicológicamente sin piedad y durante largo tiempo

P. ¿Qué soluciones existen ahora mismo para abordar la VFP?

La prevención, la educación a menores y padres y, cuando esto falla y se ha de acudir a la justicia penal, existen programas muy buenos que pueden reeducar al menor y a la familia, si colabora.

P. En las familias en cuyo seno ha habido casos de VFP, ¿puede reconducirse la situación y que la relación entre padres e hijos sane?

Claro que sí. Hay programas en España muy contrastados empíricamente que pueden rehacer las relaciones familiares quebrantadas por “amores patológicos” y conseguir unas relaciones inter familiares sanas y con futuro. Ahora bien, el abordaje ha de ser integral. Es decir, se ha de tratar al menor y a la familia y, a veces, habrán de participar familiares allegados e incluso amigos.

P. En este seminario se hace hincapié en los derechos penales del menor y su reinserción. ¿Este tipo de violencia filio parental suele ser más habitual en hijos menores de edad?

Hablamos de este tipo de violencia pensando en menores de edad, pero la realidad es que está demostrado que la adolescencia, hoy en día, se ha llegado a prolongar a edades que llegan incluso a los 30. En los últimos años vemos que hay casos de VFP más allá de la mayoría de edad. Pero también incluso por debajo de los 14 años, que es la frontera con la edad penal.

Los últimos estudios criminológicos indican los 16 y 17 años como las edades con más casos. Pero últimamente esto se está cuestionando, pues incluso en la última Memoria de la Fiscalía General del Estado se alerta de que hay casos que se les escapan porque son menores de 14 años y están en el ámbito de protección y no de justicia.

P. Y si el hijo es mayor de edad, ¿qué ocurre?

Si es mayor de edad y no se llega al sistema penal, se puede reconducir la situación con un buen programa de reeducación. Si se llega al sistema penal con una edad adulta, la cosa se complica porque no hablamos de centros de reforma de menores, sino de cárceles. Es muy importante solucionar estos casos antes de que llegue la mayoría de edad. De lo contrario, hay enquistamientos muy perjudiciales que producirán secuelas familiares incurables. ¿Cómo echas de casa a tu hijo violento mayor de edad? Lamentablemente, hay veces que hay que acudir a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado y puede incluso peligrar la integridad física de los padres y/o familiares.

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