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Manuel Nevado, docente de UNIR: "El acompañamiento emocional en cuidados paliativos dignifica el proceso de morir"

El experto destaca la importancia de la intervención psicológica ya que el diagnóstico de enfermedades terminales “genera un impacto significativo tanto en el paciente como en su entorno, lo que puede dar lugar a ansiedad, depresión o duelo anticipado”.

Esta especialización permite generar un impacto significativo en la calidad de vida de las personas atendidas y sus familias.

En España, se estima que alrededor del 60% de los equipos de cuidados paliativos incluyen psicólogos, lo que refleja la creciente importancia de esta disciplina en el ámbito sanitario. El diagnóstico de una enfermedad terminal genera un impacto psicológico significativo. Los sentimientos de ansiedad, depresión, miedo y desesperanza son comunes, y la intervención psicológica se centra en gestionar estas emociones.

Manuel Nevado Rey, docente de la Facultad de Ciencias de la Salud de UNIR, destaca que “el duelo anticipado es una realidad en los cuidados paliativos, ya que tanto el paciente como sus seres queridos comienzan a experimentar la pérdida antes del fallecimiento”.

Máster Universitario en Cuidados Paliativos

Los psicólogos en esta fase terminal utilizan diversas estrategias para aliviar el sufrimiento emocional. Entre ellas, “la validación emocional, técnicas de regulación del miedo y la ansiedad, y la terapia centrada en el significado de vida”.

“El acompañamiento emocional en cuidados paliativos dignifica el proceso de morir y proporciona un apoyo invaluable tanto para los pacientes como para sus familias”, afirma el especialista.

Compromiso y humanidad

En esta entrevista, Manuel Nevado enfatiza que dedicarse a esta especialización es un acto de compromiso y humanidad, con un impacto significativo en la calidad de vida de quienes atraviesan la enfermedad y sus seres queridos.

Pregunta: ¿Qué papel desempeñan los psicólogos en los servicios de cuidados paliativos y su por qué su intervención es tan necesaria?

Respuesta: Los psicólogos tienen un rol clave en los cuidados paliativos: acompañan a las personas en una de las etapas más delicadas de la vida, ayudándolas a gestionar el impacto emocional de una enfermedad avanzada o terminal. Su intervención es imprescindible, ya que el diagnóstico de una enfermedad incurable suele desencadenar un profundo sufrimiento psicológico, no solo en la persona afectada, sino también en su entorno más cercano.

P: Y, ¿cómo se integra su figura en un ámbito hospitalario?

R: Su trabajo se desarrolla dentro de equipos interdisciplinarios —formados por médicos, personal de enfermería, trabajadores sociales y otros especialistas—, lo que permite ofrecer una atención verdaderamente integral. La labor psicóloga no solo alivia el sufrimiento emocional, sino que también facilita la comunicación entre pacientes, familias y profesionales sanitarios, así como en el diseño de estrategias de afrontamiento adaptativo.

P: En su experiencia, ¿cuáles son las principales necesidades que presentan los pacientes y sus familias en estos contextos?

R: Las necesidades emocionales y psicológicas en cuidados paliativos son tan diversas como profundas. Varían según la etapa de la enfermedad y los recursos personales, pero suelen tener un hilo común: la necesidad de sostén emocional ante lo irreversible. En el caso de las personas atendidas, es frecuente que aparezcan miedos a la muerte, al dolor o a la pérdida de autonomía. También emergen sentimientos de desesperanza y muchos buscan, además, un sentido último a su vida. Para las familias, el camino tampoco es sencillo. La incertidumbre constante genera angustia, la carga del cuidado físico y emocional puede volverse abrumadora.

Ansiedad, miedo, tristeza, desesperanza o duelo anticipado son solo algunas de las emociones que pueden surgir en este contexto.

P: ¿Qué particularidades tiene el duelo cuando se vive en este contexto de los cuidados paliativos?

R: Realmente el duelo comienza antes de la pérdida física. A este fenómeno se le llama duelo anticipado, y lo viven tanto quienes atraviesan una enfermedad terminal como sus seres queridos. Saber que el final se acerca provoca muchas emociones. A veces ayuda a aceptar la situación, pero en otras puede aumentar la ansiedad y el sufrimiento.

Este tipo de duelo no ocurre de golpe, sino que se vive poco a poco durante la enfermedad. Suele ser muy duro emocionalmente, por eso es importante tener apoyo constante. Los psicólogos ayudan a expresar el dolor, entender lo que se siente y prepararse para la despedida de forma más tranquila y consciente.

P: Como has comentado, el acompañamiento emocional también va dirigido hacia los seres queridos del paciente. ¿Cómo se abordan estas emociones tan complejas? ¿Hay alguna estrategia clave?

R: Cada persona vive esta experiencia de forma distinta, por eso el acompañamiento emocional debe ser muy empático, flexible y adaptado a cada caso. En el caso de los pacientes, trabajamos mucho en la validación emocional: dar espacio para que expresen lo que sienten sin juicio.

Manuel Nevado Rey

Manuel es psicólogo en el Equipo de Atención Psicosocial de cuidados paliativos Fundación San José.

También utilizamos técnicas para regular el miedo y la ansiedad, como el mindfulness o la respiración consciente, que ayudan a recuperar un poco de calma. Otro enfoque que funciona muy bien es la terapia centrada en el sentido de vida y a muchos pacientes les ayuda poder reflexionar sobre lo vivido, dejar un legado, cerrar asuntos pendientes. Y, por supuesto, acompañamos en la toma de decisiones, para que conserven su autonomía hasta el final.

En cuanto a las familias, la psicoeducación es clave: explicar qué pueden esperar, cómo evoluciona el proceso, cómo manejar la incertidumbre. También trabajamos estrategias de afrontamiento, porque el estrés es muy alto.

El trabajo con las familias también es fundamental. Muchas veces están desbordadas, no solo por lo emocional, sino también por la carga práctica del cuidado.

Además, creamos espacios para que las familias hablen entre sí, expresen lo que sienten, y gestionen mejor los posibles conflictos que pueden surgir. Al final, nuestro papel como psicólogos es facilitar todo ese diálogo, tanto con uno mismo como con los demás. Eso marca una gran diferencia.

P: Con un campo de acción tan amplio en este ámbito, ¿cuáles dirías que son los principales retos que enfrentan los psicólogos?

R: Muchas veces los pacientes o familias no se abren a recibir apoyo psicológico, nuestro papel no suele estar tan reconocido. A veces hay resistencia, y ahí es clave saber acercarse con empatía, sin imponer.

Sin embargo, también tenemos que mirar hacia nosotros mismos. Uno de los grandes desafíos es la carga emocional. Estar tan cerca del sufrimiento y la muerte puede generar un desgaste importante, por eso es fundamental que los psicólogos trabajemos nuestro propio autocuidado.

P: Esto último que mencionas, en un entorno tan emocionalmente exigente como los cuidados paliativos, ¿cómo se cuidan los psicólogos para evitar su desgaste profesional?

R: En cuidados paliativos, el impacto emocional puede ser muy intenso, por eso es clave contar con espacios propios de supervisión, compartir experiencias con compañeros y no llevar el peso solo.

Es fundamental que para cuidar bien a los demás, primero nos cuidemos a nosotros mismos.

También es importante establecer límites emocionales y practicar un distanciamiento saludable, sin perder la cercanía con el paciente. Muchas veces, pequeñas rutinas de autocuidado —como hacer ejercicio, practicar mindfulness o dedicar tiempo a actividades que nos reconecten con lo cotidiano— marcan una gran diferencia.

P: Podríamos decir que el trabajar en este tipo de servicio hospitalario no es para cualquiera. ¿Qué habilidades o cualidades considera fundamentales?

R: Quien se dedica a los cuidados paliativos necesita algo más que formación técnica: hace falta una sensibilidad especial. La empatía y la escucha activa son fundamentales, así como la capacidad de regular las propias emociones y mantener la resiliencia frente al sufrimiento. También es clave ser flexible, adaptarse a cada persona y situación, porque no hay dos historias iguales.

Además, se necesitan buenas habilidades de comunicación, sobre todo para abordar conversaciones difíciles con delicadeza y claridad. Y, por supuesto, saber trabajar en equipo, porque el acompañamiento en este ámbito siempre es una labor compartida.

P: ¿Cómo podría un psicólogo especializarse en cuidados paliativos y potenciar su impacto profesional en este campo?

R: La especialización en cuidados paliativos requiere una formación sólida, pero también mucha vocación. Para dar ese paso, lo ideal es formarse específicamente en psicología paliativa y en procesos de duelo. Hoy en día hay másteres, cursos y seminarios muy completos que abordan estas temáticas desde lo clínico y lo humano.

También es muy valioso poder hacer prácticas en unidades de cuidados paliativos, donde se aprende muchísimo del trabajo real con pacientes y equipos.

Por último, también hay muchos proyectos de investigación que nos mantienen al día, que usan modelos de intervención como la terapia de aceptación y compromiso (ACT) o la terapia centrada en el significado, y ayudan a enriquecer la práctica.

La formación es clave porque no solo amplía herramientas clínicas, sino que realmente permite marcar una diferencia en la calidad de vida de quienes atraviesan esta etapa y de sus familias.

P: ¿Un máster puede marcar la diferencia en su desarrollo profesional? ¿Se obtienen herramientas específicas para el duelo y el acompañamiento emocional?

R: Sin duda. Un máster en cuidados paliativos es una gran oportunidad para adquirir herramientas muy concretas, tanto a nivel teórico como práctico, para acompañar a personas en el final de la vida y a sus familias. Permite entender en profundidad la complejidad emocional de estos procesos y, sobre todo, intervenir de forma más ajustada y eficaz.

Uno de los grandes aportes es el entrenamiento en habilidades de comunicación, sin dejar de lado la parte práctica: cómo evaluar, cómo intervenir, cómo manejar situaciones críticas desde lo psicológico.

En el caso del Máster Oficial en Cuidados Paliativos de UNIR ofrece precisamente eso: una formación rigurosa, pero también muy humana, con contacto con profesionales en activo y situaciones reales.

Formar parte de un equipo interdisciplinar durante el máster, o tener contacto con escenarios clínicos reales, prepara para la realidad del día a día.

A nivel profesional, esta especialización marca la diferencia, te posiciona con un perfil muy específico y te permite generar un impacto real en la calidad del acompañamiento que ofreces.

P: Finalmente, para quienes estén considerando dedicarse a los cuidados paliativos ¿qué les diría sobre el valor de esta especialización y el impacto que puede tener en la vida de los demás?

R: Dedicarse a la psicología en cuidados paliativos es, ante todo, un compromiso profundo con la humanidad. Quienes eligen este camino tienen la oportunidad única de aliviar el sufrimiento, dignificar el proceso de morir y acompañar a las personas en uno de los momentos más importantes de sus vidas, siempre con respeto y compasión.

Es un campo que, además, ofrece un crecimiento personal y profesional muy significativo. El impacto que puedes generar en la vida de quienes atraviesan una enfermedad avanzada, y en la de sus familias, invaluable.

Ser psicólogo en cuidados paliativos es dejar un legado de amor, acompañamiento y presencia en los momentos más trascendentales de la existencia humana.

  • Facultad de Ciencias de la Salud

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