David Gamella
La formación en esta disciplina terapéutica, que utiliza la música y sus elementos (sonido, ritmo, melodía, armonía), es clave para ejercer un buen desempeño profesional y poder ayudar a muchas personas a mejorar su salud física, mental, emocional y social.

El aprendizaje profesional de la musicoterapia, además de la solidez de un marco teórico de referencia y de una guía metodológica, requiere de un entrenamiento práctico. La creación de un modelo formativo que articule estas premisas es esencial para garantizar la consolidación de competencias terapéuticas, y con ellas, la integración de los fundamentos clínicos y éticos de esta disciplina.
En el Máster en Musicoterapia de UNIR hemos diseñado un espacio de trabajo y convivencia en el que estudiantes, profesores y profesionales comparten conocimiento en el marco de una experiencia intensiva de aprendizaje-servicio (ApS). En las dos citas anuales que se simultanean en Bogotá (Colombia) y en San Lorenzo de El Escorial (España), salimos del encuadre de las aulas para aplicar todos los principios aprendidos y, sobre todo, para afinar al terapeuta en su vertiente humana, en línea con las premisas formativas de nuestros colegas de la universidad de Aalborg.
La experiencia demuestra el potente maridaje de los beneficios mutuos que permite el servicio comunitario para los estudiantes, para las personas que reciben las terapias y para los docentes, que ven culminada en la práctica y la reflexión crítica el esfuerzo didáctico de los meses precedentes.
Aprendizaje-servicio: del aula al territorio
Lejos de ser un “voluntariado musical”, las prácticas intensivas se inscriben en la tradición pedagógica originada por John Dewey que posteriormente evolucionó hasta el critical service-learning de Tania Mitchell. El modelo de UNIR está organizado estratégicamente para que el alumnado se enfrente a un contexto terapéutico real siguiendo un control metodológico con garantías asistenciales para los usuarios y seguridad formativa para los propios estudiantes, siguiendo un modelo de práctica basada en la evidencia, tal y como recomienda la Federación Mundial de Musicoterapia.
Esta modalidad inmersiva añade dos ventajas. En primer lugar, el seguimiento personalizado a los estudiantes. El hecho de convivir en una residencia favorece la lectura de los ritmos vitales, la gestión emocional y la construcción de vínculos genuinos, algo difícil de lograr con prácticas fragmentadas. En segundo lugar, la gradualidad terapéutica. Se comienza interviniendo con pacientes menos frágiles y, día tras día, se llega a residentes con mayores necesidades. Esto facilita el que los estudiantes vayan ajustando su empatía clínica, su tolerancia a la incertidumbre y su capacidad de regulación emocional, haciendo así, que el aprendizaje sea constructivo.
Antes de atender a las personas y con todos los consentimientos informados en regla, trabajamos las habilidades terapéuticas de los futuros terapeutas. Si es importante dedicar tiempo al diseño de repertorios, a fijar objetivos terapéuticos y adaptar las sesiones a los distintos perfiles cognitivos, aún lo es más el hecho de consolidar el equilibrio personal de quien va a prestar ese servicio. El musicoterapeuta es un instrumento más del proceso terapéutico. Este ciclo transforma el conocimiento teórico en phronesis: saber experto situado que sólo nace del contacto estrecho con la comunidad.
Evaluación y supervisión: cuando la intuición se convierte en dato
“En musicoterapia no hay intervención sin análisis de resultados”, solemos recordar desde el equipo docente. Por ello, antes del comienzo de las sesiones de musicoterapia estructuramos las hojas de registro, las categorías de observación y los indicadores de evaluación de las metas y objetivos. Además, planificamos recursos musicales adaptados a las características de los pacientes y definimos los roles terapéuticos de los equipos de intervención.
Luego, cada sesión se realiza bajo el control de un musicoterapeuta supervisor que, desde la posición de observador, valora y corrige en tiempo real el desarrollo de los acontecimientos. A la conclusión de cada intervención, y ya con los pacientes ausentes, se analiza el trabajo realizado, aconsejando modular y ajustar el ejercicio para el siguiente encuentro. Finalmente, cada estudiante completa, al final de la jornada, una tarea reflexiva sobre su desempeño personal. En ella repasan actitudes y aptitudes, fijando metas y retos para el siguiente día.
Evidencia y práctica reflexiva: dos caras de la misma moneda
Aunque la musicoterapia ha ido ganando legitimidad gracias a muchos ensayos controlados y publicaciones de carácter científico, siguen siendo necesarios estudios ecológicos que muestren el impacto de la música, entendida como terapia, en contextos reales. Las semanas intensivas del máster de UNIR sirven de laboratorio longitudinal: desde 2019 se han venido recogiendo datos sobre el trabajo de aprendizaje práctico de los estudiantes. Este enfoque vincula la investigación aplicada con la formación clínica, alineando la segunda misión universitaria, la docencia, con la primera, la generación de conocimiento, que en nuestro caso siempre complementamos con la transferencia, el valor diferencial de la musicoterapia.
MUTCAST musicoterapia: la voz que amplifica la experiencia
Ningún proyecto de innovación docente está completo sin una estrategia de comunicación. Aquí entra en escena el pódcast MUTCAST, un espacio que desgrana los entresijos de esta disciplina basada en la evidencia. Su utilidad reside en la divulgación que ayuda a traducir la jerga académica a un lenguaje accesible y cercano, en la transmisión a la esfera pública de una realidad de los profesionales cualificados cuya música está cambiando la vida de muchas personas, y en el impacto didáctico y de motivación vocacional para los futuros musicoterapeutas, desde un mapa conceptual claro y con expectativas realistas.
Conclusión: un triángulo virtuoso
Inmersión práctica, evidencia y divulgación son los tres vértices del triángulo perfecto que distingue al Máster en Musicoterapia de la UNIR, en donde alineamos la teoría y el aprendizaje personalizado con el aprendizaje-servicio. Nuestras acciones formativas se basan en el rigor evaluativo y en el compromiso personal de quienes hacen este acompañamiento. Su calidad profesional y humana hacen posible que la experiencia de aprendizaje de los estudiantes les permita experimentar un cambio dimensional en sus vidas hacia el compromiso con la sociedad, tal y como puede escucharse en un reciente episodio del pódcast.
(*) David Gamella González es experto en musicoterapia y mindfulness. Coordinador académico del Máster en Musicoterapia de UNIR. Director del Proyecto de Musicoterapia en UCI. HULP. (2017-2020) y director del Proyecto Voces de Acogida 201417 (Musicoterapia e inclusión social). Licenciado y Phd. en Bellas Artes por la UCM.
- Facultad de Artes y Ciencias Sociales