Verónica López Fernández
La directora del Máster en Educación Especial de UNIR aporta luz a los futuros docentes, psicólogos educativos y educadores sociales, sobre cómo aprende el cerebro, a la vez que desmonta algunos de los mitos más extendidos en esta materia.

En un contexto educativo cada vez más diverso, comprender cómo aprende y se desarrolla el cerebro es crucial para diseñar intervenciones que se adapten a las necesidades de todos los estudiantes. La neurociencia del desarrollo y del aprendizaje, aplicada a la educación especial, no sólo optimiza los procesos de enseñanza, sino que también promueve una enseñanza más inclusiva, equitativa y eficaz.
La educación especial se nutre de la neurociencia y la neuropsicología para propiciar, desde la evidencia científica, una mayor personalización en la atención a la diversidad. Por ello, como docentes en cualquier etapa educativa, es importante que estemos preparados para atender cualquier tipo de necesidad educativa de nuestro alumnado, que tengamos conocimiento y herramientas para ajustar nuestra metodología ante, por ejemplo, un alumno con TEA, una alumna con síndrome de Down, una niña con dislexia o un niño con disfemia.
Conocer las características de las diferentes dificultades, discapacidades, trastornos, etcétera, es fundamental para favorecer el aprendizaje y la inclusión del alumnado, y la neurociencia nos ayuda precisamente a conocer concretamente el perfil de cada uno de ellos o ellas. Este tipo de formación no solo beneficia a futuros docentes, también es relevante para los psicólogos educativos, puesto que mejora la eficacia de las intervenciones; también para educadores sociales, fomentando la creación de entornos inclusivos en ámbitos no escolares, etc.
La neurociencia dentro del contexto de la educación especial, transforma la enseñanza inclusiva. Abandona el modelo único para abrazar la variabilidad neurológica . ¿Qué supone esto? Que se identifican tempranamente barreras cognitivas (dislexia, TDAH, TEA…), y se implementan apoyos personales adaptados a su perfil, por ejemplo, herramientas multisensoriales, estructuras visuales, pausas moduladas, neurofeedback o aplicaciones específicas.
Porque, en definitiva, puede que ante el mismo diagnóstico el perfil neuropsicológico sea diferente en dos casos concretos, lo que implica además que las necesidades puedan ser diferentes. La neuropsicología nos permite ahondar en dicho perfil potenciando una evaluación más completa y una intervención más ajustada.
El desconocimiento sobre el TEA ha generado una serie de mitos que es necesario desmentir, aceptando medias verdades e información no demostrada científicamente, generando retos no deseables a las personas con TEA y sus familiares. Desmontando estas afirmaciones erróneas se podrá generar una empatía social, que ponga de manifiesto, acepte, celebre y respete el modo en el que las personas con TEA interaccionan con la realidad y cómo la perciben.
Veamos, a modo de ejemplo, dos de los mitos más extendidos. Por ello, el Máster en Educación Especial de UNIR dentro de su plan de estudios, incorpora dos asignaturas en esta línea.
La primera de ellas aborda las bases neuropsicológicas del desarrollo y del aprendizaje, desde la formación del sistema nervioso central, profundizando en los circuitos cerebrales y en las funciones sensoriomotoras, cognitivas, emocionales y conductuales.
La segunda asignatura, se centra en la intervención desde la neuropsicología en diferentes trastornos, discapacidades y dificultades, para mostrar recursos, propuestas de actividades y herramientas que nos permitan centrarnos en los componentes de intervención de un modo más personalizado en función del perfil del alumnado y sus necesidades.
La educación especial requiere estrategias personalizadas que respondan a las diversas necesidades del alumnado. La neurociencia aporta conocimientos claves sobre cómo aprende el cerebro, permitiendo diseñar intervenciones más efectivas. Este enfoque integral mejora la comprensión, la motivación y el desarrollo cognitivo, lo que repercute en mayores posibilidades de mejora de la autonomía, la calidad de vida y el desarrollo de nuestros alumnos.
Estar formados en Educación Especial posibilitará que sepamos adaptarnos a nuestros alumnos y alumnas y los podamos comprender. Porque la educación no es solo transmitir conocimiento y aprender contenidos, es mucho más que eso. También es conocer a nuestros alumnos, saber cómo podemos hacer que esté más atento, supone conocer sus dificultades en la lectura, y en qué ruta cerebral en concreto ocurre, para también exonerarlos de culpa ante estas situaciones, a ellos y ellas, pero también a las familias. Aportando además estrategias que ayuden a paliar esas dificultades. Constituye acompañarlos en el proceso y conocer sus emociones, ser sus guías y valorar sus capacidades. Sin dudar.
(*) Verónica López Fernández es doctora en Psicología, experta en neurociencia cognitiva y del comportamiento. Directora del Máster Universitario en Educación Especial de UNIR.
- Facultad de Ciencias de la Educación y Humanidades