Anita Feridouni Solimani
La docente de UNIR y autora del artículo analiza cómo la implementación de la IA en la educación superior representa una oportunidad transformadora, pero también plantea desafíos éticos y pedagógicos significativos.
Hace poco más de una década, películas como Her, Ex Machina y Blade Runner 2049 nos presentaban futuros donde la inteligencia artificial (IA) desdibujaba las fronteras entre lo humano y lo tecnológico. Lo que antes parecía un escenario especulativo, se está acercando rápidamente a nuestra realidad. Hoy, la tecnología no solo asiste, sino que influye de manera profunda en nuestra forma de pensar, crear y enseñar. Este cambio plantea una cuestión fundamental: ¿cómo incorporar la IA de manera pedagógica sin sacrificar las capacidades humanas esenciales, como la creatividad y el pensamiento crítico?
El profesorado debe desarrollar competencias tanto técnicas como pedagógicas para integrar la IA en sus prácticas. Iniciativas como el Marco Europeo DigCompEdu, centrado en las competencias digitales del profesorado, y los marcos sobre IA de la UNESCO (2024) guían esta transición, estableciendo directrices específicas tanto para docentes como para estudiantes en el desarrollo de competencias para integrar la inteligencia artificial de manera ética, pedagógica y crítica, promoviendo así una alfabetización digital sólida y una comprensión profunda de sus implicaciones éticas, sociales y técnicas.
Del marco digital al marco ético
El marco DigCompEdu establece seis áreas claves que facilitan al profesorado el aprovechamiento de la tecnología en su labor educativa. Estas áreas se organizan en tres dimensiones: competencia digital del educador, competencia didáctica y competencias digitales de los estudiantes. Sin embargo, diversos expertos señalan que la alfabetización digital debe ir más allá del simple uso de herramientas, buscando fomentar un enfoque reflexivo y crítico en su aplicación.
La IA ocupa un lugar cada vez más destacado en la educación, automatizando tareas, personalizando contenidos y analizando grandes volúmenes de datos. Si bien presenta muchas oportunidades, también plantea riesgos, como la reproducción de sesgos o la invasión de la privacidad, lo que exige abordajes éticos y epistemológicos que superen la dimensión técnica y consideren las implicaciones sociales y culturales del desarrollo tecnológico. Es necesario desarrollar competencias críticas para evaluar los impactos de los algoritmos y proteger los intereses colectivos frente a sus usos indebidos.
Cinco áreas claves para una IA ética
La UNESCO (2024) propone un marco estructurado en cinco áreas claves y tres niveles de progresión (adquirir, profundizar, crear), que permiten avanzar del uso técnico de la IA a su aplicación ética y pedagógica. Estas áreas son:
- Mentalidad centrada en el ser humano: la IA debe complementar, no reemplazar, la interacción educativa.
- Ética de la IA: el profesorado debe analizar el impacto social de la IA, identificar riesgos como la discriminación y colaborar en la creación de normas éticas para su uso educativo.
- Fundamentos y aplicaciones de la IA: los docentes deben comprender cómo aplicar las tecnologías de IA en la enseñanza.
- Pedagogía de la IA: utiliza herramientas para personalizar el aprendizaje y fomentar la colaboración, ajustando las estrategias pedagógicas según los datos proporcionados por la IA.
- IA para el desarrollo profesional: la IA ayuda a los docentes a mejorar sus habilidades mediante retroalimentación personalizada y simulaciones.
Este enfoque complementa el marco DigCompEdu al abordar específicamente los desafíos éticos y sociales de la IA en educación. Los marcos guían a docentes y estudiantes en el uso ético de la IA, promoviendo la equidad y evitando ampliar la brecha digital.
Creatividad, sensibilidad y sostenibilidad
Dentro de este contexto ético y pedagógico, el proyecto EdTechInnovAI, actualmente en desarrollo dentro del Máster en Tecnología Educativa y Competencias Digitales de la UNIR, ilustra cómo se puede integrar la IA en el aprendizaje online de forma ética e innovadora. Su objetivo no solo es enseñar a los estudiantes a usar herramientas de IA para la creación de contenido y retroalimentación automatizada, sino también invitarlos a reflexionar sobre sus implicaciones pedagógicas, éticas y humanas.
A pesar de los avances significativos de la IA en la creación de contenido, su capacidad para generar algo genuinamente original sigue siendo limitada. Como destaca Margaret Boden, la creatividad no se reduce a la replicación de patrones, sino que está basada en experiencias culturales y personales, algo que los algoritmos no pueden replicar.
Ejemplos como EMI de David Cope muestran cómo la IA puede imitar estilos musicales clásicos, pero no tiene la capacidad de romper esquemas o explorar lo desconocido. Este enfoque resalta la importancia de la creatividad humana en los procesos educativos, algo que el proyecto EdTechInnovAI busca preservar al integrar la IA en la enseñanza, garantizando que no se pierda el toque humano esencial.
El proyecto EdTechInnovAI responde al compromiso institucional de UNIR con el uso responsable de la IA en la educación superior, alineándose con la Declaración para un ‘Uso Ético de la IA en la Educación Superior’. La iniciativa asegura que la implementación de la IA en los procesos educativos sea reflexiva, ética y orientada a mejorar la calidad educativa, promoviendo una enseñanza accesible, inclusiva y sostenible.
La IA cambia las reglas del juego
La implementación de la IA en la educación superior representa una oportunidad transformadora, pero también plantea desafíos éticos y pedagógicos significativos. El objetivo no debe ser reemplazar las capacidades humanas, sino complementar y potenciar las habilidades de los educadores y estudiantes. Es fundamental que los educadores se mantengan conscientes de los valores esenciales que la IA no puede replicar, como la creatividad, la autocrítica y la reflexión profunda, para asegurar que la tecnología contribuya a una educación más rica, inclusiva y ética, en la que la IA sea una herramienta que refuerce la enseñanza, no que la sustituya.
(*) Anita Feridouni Solimani es doctora ‘cum laude’ con Mención Internacional en Educación por la Universidad Autónoma de Madrid. Profesora y adjunta a la coordinación académica del Máster Universitario en Tecnología Educativa y Competencias Digitales de UNIR.
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