Jorge Arana Varona
“La alfabetización es la llave que abre la puerta a la autonomía, la participación social y el desarrollo personal”, afirma la docente de UNIR y experta en educación personalizada, en una entrevista con motivo del Día Internacional de la Alfabetización.

Cada 8 de septiembre, el mundo conmemora el Día Internacional de la Alfabetización, una fecha instaurada por la UNESCO en 1966 para recordar que leer, escribir y comprender son derechos fundamentales. Sin embargo, en pleno 2025, más de 700 millones de personas siguen sin saber leer ni escribir.
En Afganistán, la tasa de personas analfabetas alcanza casi el 63%, y en algunas regiones africanas sube al 73%. Mientras tanto, Europa y América Latina presentan cifras más alentadoras, con tasas inferiores al 10%, aunque aún insuficientes para garantizar una instrucción plena y equitativa.
En este contexto, Rosa María Peris Sirvent, docente en la UNIR y experta en educación personalizada, ofrece una mirada profunda sobre los desafíos y competencias que enfrenta este “derecho universal” en el siglo XXI.
Un poder transformador
“La alfabetización es la llave que abre la puerta a la autonomía, la participación social y el desarrollo personal”, afirma. Saber leer y escribir no es solo una técnica reservada a profesionales, sino una herramienta que permite a las personas tomar decisiones informadas, comprender sus derechos y evitar manipulaciones de personas que sí disponen de estas herramientas y buscan aprovecharse de los más indefensos.
La escritura y literatura no solo abren puertas individuales, sino que pueden cambiar el destino de comunidades enteras. El conocimiento puede ser adquirido por una persona y distribuirse a más personas. En definitiva, es una herramienta de empoderamiento, igualdad y transformación.
En este sentido, el acceso de las mujeres a la alfabetización representa una de las palancas más poderosas para el cambio social. Según la UNESCO, dos tercios de los 700 millones de personas analfabetas en el mundo son mujeres, y en regiones como el África subsahariana o Asia meridional, las niñas tienen el doble de probabilidades que los niños de no asistir nunca a la escuela primaria. “Hay mujeres con una capacidad intelectual impresionante que podrían aportar muchísimo a sus comunidades, pero no tienen acceso a la educación básica”, señala.
La alfabetización femenina tiene un efecto multiplicador, social y económico. Para Peris, esta realidad debe ser comprensiva, crítica y adaptada a las realidades culturales de cada entorno. “No podemos dar por hecho que todas las mujeres tienen acceso a la educación. Hay que garantizarlo desde las políticas públicas y desde la acción comunitaria”, reivindica.
Educación personalizada
El impacto de la escritura y la lectura no depende únicamente de su acceso, también de cómo se enseña. Frente a un modelo educativo tradicional, Peris propone una enseñanza centrada en la persona: la educación personalizada. “Aunque tengas 30 alumnos en el aula, puedes programar objetivos comunes y también plantear objetivos de ampliación y refuerzo”, explica. Las metodologías activas, como el aprendizaje cooperativo o la clase invertida (flipped classroom), permiten que los alumnos investiguen, piensen científicamente y se motiven.
“En la clase invertida el profesor proporciona material previo para que los estudiantes lo trabajen antes de clase. Así, cuando llegan, ya han hecho una inmersión en el tema”, detalla. Este enfoque fomenta la motivación, la autonomía y el pensamiento crítico, pilares de una alfabetización comprensiva.
Este método de enseñanza también implica atender a la diversidad. “Hoy en día, por buscar la igualdad, se ha creado desigualdad. En lugar de atender a la diversidad, se ha nivelado todo”, advierte. En este sentido, titulaciones como el Grado en Educación Infantil y el Grado en Educación Primaria de UNIR preparan a los docentes para afrontar estos retos con herramientas innovadoras.
Alfabetización digital con IA
Este año, la UNESCO ha querido poner el foco en la alfabetización digital, reconociendo que, en un mundo hiperconectado, saber manejar herramientas tecnológicas es tan esencial como saber leer. Las competencias básicas incluyen saber buscar información, manejar procesadores de texto y hojas de cálculo, o discernir entre lo verdadero y lo falso en internet.
Desde edades tempranas, los estudiantes deben aprender a diseñar sus propios objetivos, lo que les ayuda a ordenar su pensamiento. En UNIR, el Título en Inteligencia Artificial aplicada a la Educación ofrece herramientas para integrar la tecnología en el aula de forma efectiva.
Pero también hay riesgos. “El exceso de digitalización ha afectado el contacto con la escritura. Escribir a mano ayuda a redactar y a centrarse”, advierte Peris. Por eso, defiende un equilibrio entre lo digital y lo tradicional, fomentando virtudes como la paciencia, la constancia y la laboriosidad.
El uso de herramientas como ChatGPT en el ámbito educativo ha generado preocupación. “Hay estudiantes que presentan trabajos generados por IA sin reflexión. No aportan nada”, señala. Por ello, es fundamental enseñar a usar la inteligencia artificial como herramienta, no como sustituto del pensamiento. “La IA es imparable, así que hay que formarse junto a ella, usarla correctamente, con pensamiento crítico”, explica.
Ciudadanía plena
“La alfabetización no puede darse por garantizada. Aún hay mucha desigualdad”, concluye Rosa María Peris. Esta debe ser comprensiva, no solo técnica. Leer y escribir es un derecho universal que debe estar al alcance de todos, y ser una prioridad en las políticas públicas.
En el ámbito familiar, Peris lanza una petición sencilla pero poderosa: “Que los hijos vean a los padres leer”. Porque el ejemplo es el primer paso hacia una sociedad más educada, justa y libre.
No hablamos únicamente de una cuestión educativa, sino también política y social. “Ese derecho debe estar al alcance de todos”, insiste Peris. Y para lograrlo, es necesario invertir en formación docente, en infraestructura educativa y en concienciación social. La alfabetización es el primer paso hacia una ciudadanía plena.
- Facultad de Ciencias de la Educación y Humanidades