Nominado a los Premios Educa Abanca, el docente de UNIR comparte su visión sobre el papel transformador del profesorado, y defiende una educación centrada en el reconocimiento humano, el liderazgo emocional y el aprendizaje colaborativo.

“¡Que nadie se quede atrás!”. Este grito más propio del jefe de una unidad aerotransportada en busca del soldado Ryan o del entrenador de un equipo de fútbol en plena maniobra para forzar el fuera de juego, es el lema que resume la filosofía educativa y la práctica docente de Albert Hendrickson Peralta Jaén, un profesor poco convencional.
Nacido en Nicaragua y afincado en España, este docente de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) ha sido nominado por segunda vez a los Premios Educa Abanca, los más prestigiosos del ámbito educativo en España. Su candidatura en la categoría de Mejor Profesor Universitario tiene todo que ver con una forma de enseñar que trasciende los contenidos y se adentra en el terreno de lo humano, lo emocional y lo transformador.
Con una amplia trayectoria que alcanza tanto a Latinoamérica como a España, Hendrickson ha convertido sus clases en espacios de encuentro pedagógico, donde cada estudiante es reconocido como persona antes que como alumno. “Me llena de fuerza saber que mi trabajo es valorado por el alumnado”, confiesa.
Una vocación que cruza fronteras
Su historia vital comienza en Latinoamérica, aunque sus raíces familiares lo conectan con Jaén, España, desde donde su abuelo emigró al país centroamericano durante la Guerra Civil. Con el tiempo, tras varias estancias académicas en España gracias al programa Intercampus, se estableció definitivamente en Córdoba para realizar un doctorado en Pedagogía. Ha trabajado en todos los niveles educativos: primaria, secundaria, bachillerato y universidad, a uno y otro lado del Atlántico.
Su experiencia como director de un colegio y su formación en lengua y literatura castellanas, le han permitido desarrollar una visión integral de la educación. Actualmente, imparte clases en los grados de Pedagogía y Educación Primaria de UNIR, así como en los másteres de Formación del Profesorado de Secundaria y Docencia Universitaria. Además, dirige trabajos de fin de máster (TFM) y participa como miembro de tribunales en programas de innovación educativa y tecnología.
Formar personas, no solo profesionales
Para Hendrickson, la diferencia entre educar a niños y jóvenes o a adultos radica en el enfoque. En las etapas tempranas, la prioridad es la formación en valores y el desarrollo de la personalidad. “Hay que ayudarles a que se descubran, a que no tengan miedo de ser como son”, explica. En contextos latinoamericanos, el docente a menudo asume el rol de la figura paterna, especialmente en familias desestructuradas. En España, en cambio, observa una sobreprotección que dificulta la educación en valores: “Los niños creen que todo se lo merecen porque lo tienen todo. No trabajan nada bien la frustración”.
Reconocimiento: “Quiero que mis estudiantes se sientan reconocidos por mí y entre ellos, que se valoren”.
En el ámbito universitario, apuesta por el aprendizaje permanente y el reconocimiento mutuo. Sus clases se convierten en espacios donde los estudiantes comparten experiencias vitales que se transforman en reflexiones educativas. “Quiero que mis estudiantes se sientan reconocidos por mí y entre ellos, que se valoren”, afirma. Su objetivo es que esa experiencia se traslade a las aulas donde sus alumnos ejercerán como docentes.
Educar desde el respeto y la empatía
Uno de los conceptos clave en el pensamiento pedagógico de Hendrickson es el que hace referencia a lo que llama la “autoridad amorosa”. Para él, educar no es solo instruir, sino también acompañar, corregir y tratar al alumnado como personas. Sin embargo, se lamenta de que “el respeto hacia el profesor se ha perdido en parte en España”. Y añade un problema más: “La figura educadora debe ser reconocida por las familias, que a veces ven en el docente una amenaza cuando, por ejemplo, llama la atención a sus hijos”.
Autoridad amorosa: “El respeto hacia el profesor se ha perdido en parte. Hay que educar desde la empatía, no desde el miedo”.
Frente a la compleja situación social actual, de cambios profundos y continuos, la “autoridad amorosa” aporta constancia, sensibilidad y perseverancia. Hendrickson ha vivido situaciones en las que los estudiantes, inicialmente reticentes, acaban reconociendo el valor de su implicación en clase. “Cuando se logra ese punto de inflexión, se produce la magia”, asegura. Esa magia se traduce luego en un vínculo pedagógico que transforma, para bien, la experiencia educativa.
Las tres claves del aula: liderazgo, emoción y colaboración
Liderazgo bidireccional: “Mis alumnos tienen el deber de decirme cómo vamos, de criticarme, de sugerirme mejoras”.
Como investigador y experto en gestión educativa, Hendrickson defiende que el liderazgo docente no es manipulación, sino conducción. “Saber manejar un aula es desarrollar un proceso educativo desde que entras hasta que te vas”, explica. En sus clases, promueve la participación, el pensamiento crítico y la colaboración entre estudiantes. “El liderazgo también es bidireccional: mis alumnos tienen el deber de decirme cómo vamos, de criticarme, de sugerirme mejoras”, afirma.
El docente de UNIR nominado a los Premios Educa Abanca considera que su principal misión es formar a profesionales de la educación competentes.
La educación emocional es otro pilar de su manera de entender la formación. Según la legislación educativa vigente, esta competencia debe trabajarse en todas las asignaturas, aunque no se especifica cómo. Hendrickson lo hace desde el ámbito socioafectivo, promoviendo dinámicas que permiten a los estudiantes expresarse, compartir y aprender desde sus emociones. “La actitud docente es fundamental: saludar, sonreír, preguntar cómo están… Eso también es educar”, sostiene.
En cuanto al aprendizaje colaborativo, se apoya en referentes como los hermanos Johnson, y también en investigadores españoles como Ingrid Mosquera, docente de UNIR que justo recibió el galardón al que opta en la última edición de los Educa Abanca. La tecnología también ayuda y mucho en el aula. Hendrickson utiliza herramientas como Padlet, Genially o muros colaborativos para fomentar la participación síncrona y asíncrona. “Cada clase debe ser un encuentro pedagógico donde todos cabemos porque valemos”, resume.
Educación emocional: “La actitud docente es clave: saludar, sonreír, preguntar a sus alumnos cómo están. Eso también es educar”.
Dos másteres que entusiasman
Cuando le pregunto, Hendrickson habla con entusiasmo del Máster en Formación del Profesorado de Secundaria de UNIR, uno de los buques insignia de la universidad. Destaca la calidez y calidad del profesorado, así como la excelente coordinación del programa. “Los profesores nos respetamos, colaboramos, compartimos recursos. Hay una generosidad que no he visto en otros sitios”, destaca.
Lo mismo ocurre con el Máster en Docencia Superior Universitaria de UNIR, donde tiene estudiantes de España y de toda Latinoamérica, y a los que forma en cómo se ha de enseñar, aprender y evaluar con ayuda de una buena coordinación académica. “La visión y las experiencias de cada uno hace especial cada encuentro pedagógico, pues concurren diversos proyectos de vida y personas que dentro de su contexto quieren ser mejores docentes aprendiendo lo que podamos aportar”, comenta.
La principal misión en este caso es formar a profesionales de la educación competentes. “Es un regalo para mí cada curso de este máster por la huella emocional positiva que deja cada grupo de estudiantes”.
La preparación de sus clases es meticulosa y está trabajada a conciencia. Hendrickson lee los temas, busca recursos, planifica actividades y las adapta según las encuestas iniciales que realiza para conocer a sus estudiantes. “Me gusta saber sus pasatiempos, sus gustos musicales, en qué son buenos”, explica. Esa información le permite personalizar la educación en el aula.
La actitud docente es otro de sus fundamentos educativos. No tiene ningún problema en reconocer sus errores y promueve una relación horizontal con su alumnado universitario, aunque siempre desde el respeto y bajo el principio de autoridad. “Mis saberes son finitos. También tengo prejuicios que pueden salir sin querer”, admite. Para romper el hielo, utiliza la música: “Antes de empezar la clase, pongo una canción moderna que los anime. Luego les pregunto: ¿para qué sirve esto? ¿Qué objetivo tiene?”.
También valora la actitud del alumnado de UNIR, que llega con vocación y ganas de aprender. “Sientes que alguna llamita has despertado en ese chico o esa chica que quieren ser profesores, y eso es muy bueno”, dice.
Teoría y práctica: una relación inseparable
En el eterno debate entre formación teórica y práctica, este profesor nominado a los Premios Educa Abanca sostiene que “ambas no están desunidas, se complementan”. Para Hendrickson, investigar no es solo escribir artículos, sino leer, asistir a congresos, estar al día en el campo de especialización. “Todo lo que aprendes lo implementas en el aula, y eso te retroalimenta para seguir mejorando”, señala.
Además, se empeña en que sus estudiantes construyan su propia “bolsita de buenas prácticas” con estrategias que funcionen dentro del aula. “Un buen profesional debe seguir formándose siempre”, insiste. La práctica, según dice, es el laboratorio donde se prueba la teoría, se ajusta y se transforma en una experiencia significativa.
IA y redes sociales: retos y oportunidades
La irrupción de la inteligencia artificial en la educación plantea importantes desafíos y oportunidades, como ocurre en cualquier otro ámbito del conocimiento. Hendrickson ha realizado dos cursos intensivos sobre IA en UNIR, en los que pasó de la ansiedad inicial al entusiasmo. “La IA es mi amigocha”, dice ahora con una amplia sonrisa. Pero también advierte: “No debe suplir al docente. Es un recurso educativo más, no es una herramienta imprescindible”.
Inteligencia artificial: “La IA es un recurso educativo más, no imprescindible. No debe suplir al docente”.
En sus clases, promueve una alfabetización crítica en el uso de la IA. Enseña a los estudiantes a utilizarla, pero también a reflexionar sobre sus límites. “Si la usas, dilo; no pasa nada. Pero el trabajo debe ser tuyo”, afirma. El objetivo es evitar que la IA mate la creatividad y fomentar un uso responsable y ético de esta tecnología.
Respecto a las redes sociales y los móviles, Hendrickson se muestra algo dividido. Reconoce que el alumnado está sobreexcitado visualmente y que eso afecta a su capacidad de pensar y relacionarse. Pero también ve un gran potencial educativo en esos recursos. “Si los usamos didácticamente, pueden ser muy útiles. Pero hay que trabajar el pensamiento crítico”, insiste.
Retos de la educación en España
En estos años, Hendrickson observa una evolución positiva de la educación en España, aunque con matices. El principal problema lo sitúa en secundaria, donde detecta falta de formación pedagógica y resistencia a atender la diversidad. “No siempre saben qué es la didáctica, el encuentro pedagógico, el reconocimiento del otro”, se lamenta.
Para Hendrickson, “hay que rescatar a los buenos profesores de matemáticas, no a las matemáticas”.
En primaria, en cambio, destaca la entrega del profesorado. En la universidad, percibe una mayor apertura, aunque señala incoherencias entre los planteamientos curriculares y los sistemas de evaluación. “Nos evalúan por calificaciones, no por aprendizajes”, critica. Para él, el cambio debe centrarse en el proceso educativo, no en los contenidos.
Asignaturas que rescatar: más arte, más emoción
Ante la propuesta de “rescatar las matemáticas”, que le deslizo en la entrevista y que algunas Administraciones se han propuesto llevar adelante estos días, Hendrickson responde con una reflexión pedagógica: “Más que rescatar asignaturas, hay que formar buenos profesores”, afirma. Defiende el valor de las materias instrumentales, pero también el que atesoran las artísticas, y propone incluir la educación emocional como asignatura obligatoria.
Y recuerda como ejemplo ilustrativo su propia experiencia como estudiante: “Me dormía en matemáticas porque era repetir, repetir y repetir. Cuando conseguí sacar un 8, casi me muero de alegría”. Para él, lo importante es cómo se enseña, cómo se motiva al alumnado, no esta o aquella asignatura. “Hay que rescatar a los buenos profesores de matemáticas, no a las matemáticas”.
Comprensión lectora y ninis: dos retos estructurales
El último informe de la OCDE sobre el Panorama de la Ecuación sobre España, que coincide con nuestro encuentro virtual, señala dos problemas graves: la baja comprensión lectora en adultos y el alto porcentaje de jóvenes que ni estudian ni trabajan. Hendrickson propone soluciones desde la esfera comunitaria: bibliotecas con horarios adaptados, círculos de lectura, proyectos intergeneracionales… Sugiere, si es necesario, que los estudiantes trabajen con sus padres y abuelos en actividades lectoras, que se celebren semanas del libro con participación familiar, que se promueva la lectura desde todas las asignaturas… “La lectura debe verse como algo vivo, cotidiano, desde el WhatsApp hasta la literatura”, comenta.
Lectura viva: “La lectura debe verse como algo cotidiano, desde el WhatsApp hasta la literatura”.
También propone aulas multinivel, cuentacuentos entre estudiantes de distintas etapas y proyectos colaborativos, por ejemplo, que conecten secundaria con primaria. “Es un trabajazo, pero se puede hacer”, asegura. Y recuerda el caso de un estudiante que lo implementó con excelentes resultados durante su estancia universitaria en Cataluña.
Hendrickson combina experiencia, visión estratégica y un férreo compromiso con la transformación educativa, algo para lo que se necesita liderazgo, entendido como una constante y no como una amenaza. Para este docente multitasking, el liderazgo del futuro no se construye desde la comodidad, sino desde la capacidad de anticiparse, cuestionar y evolucionar. “Adaptarse ya no es suficiente, ahora toca liderar la transformación”, y termina con un mensaje final que es una invitación a desaprender, a cuestionar lo establecido y a liderar desde la autenticidad. Porque, como él mismo dice, “no se trata solo de adaptarse, sino de atreverse a imaginar lo que aún no existe”.
- Facultad de Ciencias de la Educación y Humanidades