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“Hemos perdido la noción de realidad objetiva: la noticia está ahora en describir lo que pasa en redes”, sostiene en UNIR el catedrático Fernando Vallespín

En la sesión ‘Fake news y posverdad’, organizada por el Consejo Social de UNIR y dirigida por Emilio Lamo de Espinosa, intervinieron también la politóloga Mariam Martínez-Bascuñán y la periodista Esther Paniagua.

“Hemos perdido la noción de realidad objetiva: la noticia está ahora en describir lo que pasa en las redes”, afirmó hoy el catedrático de Ciencia Política Fernando Vallespín en la sesión ‘Las fake news y la posverdad’ del seminario ‘Pensar el siglo XXI’, celebrado en la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR). Citó al historiador Niall Ferguson, que señala que “ya no vivimos en una democracia, vivimos en una democracia, donde los sentimientos importan más que la razón (…). Y nunca te valgas de palabras cuando puedas usar un emoji”.

El ciclo de conferencias está organizado por el Consejo Social de UNIR, que preside el exministro Jordi Sevilla, con la colaboración de Nueva Revista, y dirigido por el vicepresidente de UNIR y catedrático emérito de Sociología, Emilio Lamo de Espinosa.

Fake news UNIR

Ponentes de la sesión.

 

Lamo de Espinosa, que actuó como moderador, manifestó que “las redes sociales vienen a institucionalizar espacios que pueden favorecer la posverdad, lo cual supone un problema sobre las democracias contemporáneas”.

Fernando Vallespín, que fue presidente del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), habló de las consecuencias que puede “tener la posverdad para las instituciones democráticas”. “No hay sistema democrático sin espacio público, que debe satisfacer el juicio ilustrado y la argumentación racional”. Pero “las redes sociales han erosionado esa conversación pública, ya no hay gatekeepers o intermediadores -como eran los medios de comunicación tradicionales-”.

Los medios tradicionales, añadió Vallespín, han quedado reducidos “al papel de observadores de segundo orden: cada vez observan más como las redes sociales observan la realidad”. Al perder ellos la “auctoritas de intermediadores”, las redes se han convertido en “un espacio donde cualquiera puede entrar; y opiniones disidentes y carentes de fundamento cuestionan las de los científicos, cómo se está viendo en el caso de la pandemia”.

Espacio público balcanizado

Todo ello ha provocado que “el espacio público se haya balcanizado, que predomine la bronca,  y de esa forma se refuerce el resentimiento”. En ese clima, “el código moral habitual, bueno/malo, se diluye en la oposición entre nosotros/ellos”; y lo que importa “no es la verdad, sino lo que se siente como real. Lo que importa es nuestra verdad”.

El control de las emociones por parte de la inteligencia artificial supone una revolución con consecuencias políticas”, afirmó Vallespín. Sobre todo, cuando en procesos electorales, se manipulan los comicios utilizando “nuestras debilidades y nuestros miedos contra nosotros. Tocan nuestras emociones como quien aprieta un botón”.

A pesar de todo, “los medios tradicionales siguen ahí”, apostilló; y las redes sociales también puede servir para “difundir buenos artículos”. Pero la pregunta que cabe hacerse es “si hay suficiente deliberación en el espacio público para compensar el ruido”.

Mariam Martínez-Bascuñán

Mariam Martínez-Bascuñán.

 

También intervino Mariam Martínez-Bascuñán, profesora de Ciencia Política de la Universidad Autónoma y columnista de El País. Señaló que “hay un consenso en el que las fake news son el nuevo opio del pueblo; aunque los bulos han existido siempre, lo único que ahora pueden difundirse más rápidamente por las redes sociales”.

Merma del pensamiento crítico

La politóloga no tiene una visión tan negativa de las redes porque “han servido para sacar a luz conflictos que estaban ocultos y gracias a ella han tenido un impacto global. Y un ejemplo paradigmático es el #MeToo”.

El punto de inflexión de la posverdad “no son las mentiras de los políticos si no la respuesta de la ciudadanía ante la misma”. Hasta el extremo de que “nos hacemos más tolerantes e inmunes a la mentira y esto merma el pensamiento crítico”, subrayó Martinez-Bascuñán.

La posverdad “ha deslegitimado a los antiguos garantes, como los intelectuales y los medios tradicionales de comunicación”. Estamos ante “la existencia de una infraestructura política y mediática” que cuestiona la verdad, aseguró refiriéndose a los casos de Donald Trump en EE.UU. y Boris Johnson en el Reino Unido.

Esther Paniagua en UNIR

Esther Paniagua.

 

Finalmente, Esther Paniagua, periodista especializada en tecnología, innovación y ciencia, advirtió que “los algoritmos no son los responsables de lo que está pasando, sino los que diseñan los algoritmos, las empresas que están detrás”.

El problema, añadió, es que “las grandes plataformas (Facebook, TikTok, Instagram) controlan buena parte del flujo informativo, están diseñadas para captar nuestra atención, porque su modelo de negocio es la publicidad”; y no está funcionando “la autorregulación de las redes sociales”.

La experta, que acaba de publicar el libro Error 404, preparados para un mundo sin internet (Debate), advierte que “hay que hablar más de desinformación que de fake news, ya que, de lo contrario, se está favoreciendo “a quienes tratan de deslegitimar los medios de comunicación, como Trump, o de banalizar la verdad”.

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