Víctor Merino López
El autor, psicólogo sanitario experto en conductas adictivas y coordinador de la asociación en Burgos, explica la gran labor de unas residencias que existen en todo el territorio nacional desde los años ochenta y forman parte de la red de atención a las drogodependencias.

La comunidad terapéutica (en adelante CT) es un recurso residencial en el que las personas con problemas relacionados con el uso de sustancias o conductas adictivas son acompañadas en su proceso de deshabituación, fortalecimiento personal y reinserción en la sociedad.
La Asociación Proyecto Hombre coordina desde 1984 a las diferentes fundaciones que llevan a cabo los programas de prevención y tratamiento. La CT ha destacado como la modalidad de tratamiento residencial más identificable de Proyecto Hombre.
Aunque las CT llevan existiendo en todo el territorio nacional desde los años ochenta y forman parte de la red de atención a las drogodependencias, son grandes desconocidas para el público general. Esto es así en parte que muchas de ellas están situadas en lugares apartados de las ciudades, donde las personas pueden recuperarse preservando su privacidad y lejos de los ambientes de riesgo.
“Muchas de las comunidades terapéuticas están situadas en lugares apartados de las ciudades, donde las personas pueden recuperarse preservando su privacidad y lejos de los ambientes de riesgo”.
Del mismo modo, si bien existen diversos textos técnicos que describen la compleja realidad de la CT para personas con problemas de adicción, la formación sobre estos modelos de tratamiento sigue estando ausente de la mayoría de los currículums. Como consecuencia la realidad de estos centros es habitualmente mal comprendida tanto por el público general como por los profesionales sociosanitarios.
¿Cuáles son las diferencias con otros centros residenciales?
Lo primero que llama la atención es el ambiente familiar, como de “casa grande” que contrasta con la expectativa de un espacio aséptico, con personal que viste batas blancas, asociado a la mayoría de los centros sanitarios.
Lo segundo, no existe en la mayoría de ellas personal externo que se ocupe del mantenimiento, la cocina o la limpieza del centro, si no que son las propias personas usuarias las que se encargan de cuidar el espacio en el que viven.
Las personas usuarias son responsables activas de su recuperación. Su participación es indispensable para el funcionamiento diario del centro. Desde un modelo basado en la autoayuda y en el apoyo mutuo, cada una acompaña a las demás en la difícil tarea de reconocer los problemas que llevaron al consumo y en el compromiso con los cambios necesarios para construir su nuevo proyecto de vida.
“El equipo técnico acompaña el proceso desde un enfoque centrado en la persona, situándose a su lado como acompañante que facilita el camino”.
El equipo técnico facilita este proceso desde un enfoque centrado en la persona y asume la posición de un acompañante que facilita el camino y ayuda a encontrar una solución propia a los problemas. La psicoterapia individual y grupal se combina con la labor educativa, tanto en talleres como en el día a día del centro.
El proceso terapéutico, que comienza con la acogida de la persona en un servicio de orientación terapéutica donde se valora el programa idóneo para su caso, pasa en los casos de mayor vulnerabilidad por la comunidad terapéutica, desde donde son derivados tras el alta a programas de reinserción, que siguen el acompañamiento en el tránsito a la vida diaria.
Las CT han evolucionado enormemente en las últimas décadas. La sociedad y las adicciones han cambiado, pero la experiencia acumulada desde que el problema emergió abruptamente en nuestro país con el estallido de la heroína hace que mantengamos la convicción de que poner a la persona en el centro de su proceso es la forma de generar cambios duraderos.

El papel activo que asumen en su recuperación y en la gestión del centro diferencia la CT de otros recursos residenciales. El centro actúa como una sociedad en miniatura donde las personas son capaces de desarrollar sus capacidades en un espacio seguro para posteriormente trasladarlas a su proyecto de vida.
Ahora más que nunca nuestra CT es un espacio abierto que admite a múltiples alumnas y alumnos de prácticas cada año. La experiencia vivencial que se acumula durante los periodos de formación en los que se establece una relación diaria y cercana con las personas usuarias aporta un crecimiento personal tanto para las personas en formación como para las que están en tratamiento.
(*) Víctor Merino López es psicólogo sanitario experto en drogodependencias y coordinador de Proyecto Hombre Burgos. Centro colaborador de prácticas académicas externas del Máster Universitario en Psicología General Sanitaria de UNIR.
- Facultad de Ciencias de la Salud






