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Cuando la hiperconexión digital rompe la convivencia, el rendimiento y la salud mental de nuestros jóvenes

Presencia masiva de móviles desde Primaria, exposición a redes y conductas de riesgo que multiplican ansiedad, depresión y riesgo suicida... Foro UNIR analizó la exposición a las pantallas a partir del macroestudio dirigido por Antonio Rial. Los expertos reclamaron pasar de los datos a las políticas con impacto real.

Un momento del Foro UNIR, en pleno debate sobre el excesivo uso de las pantallas por parte de los jóvenes.

Los 7 puntos claves del Foro UNIR

  1. Balanza desequilibrada: Presencia temprana y masiva de móviles/redes sin contrapeso educativo y sanitario. El dormitorio y el aula se han convertido en puntos críticos de interferencia digital. Consecuencia: caída del bienestar psicológico y aumento de ansiedad, depresión e ideación suicida.
  2. Retardar el acceso: Posponer móvil y redes reduce problemas a la mitad frente a quienes acceden a los 10-11 años. El proceso debe ser gradual y con acompañamiento activo (observar, controlar, limitar, acompañar).
  3. Higiene del sueño y del aula: Sacar el móvil del dormitorio protege el desarrollo cognitivo y emocional. No llevarlo al colegio evita duplicar el sexting y la ciberagresión, y mejora la convivencia y el rendimiento.
  4. Riesgos online normalizados: Sexting, grooming y citas con desconocidos han dejado de ser anecdóticos. La pornografía llega antes de los 12 años, con potencial adictivo y distorsión del consentimiento, la violencia y la imagen del sexo.
  5. Videojuegos y loot boxes: El consumo violento PEGI 18 dispara el bullying/ciberbullying, sobre todo en Primaria. Abrir o pagar loot boxes multiplica el riesgo de trastorno por videojuegos (hasta x15 con >30€/semana).
  6. Industria corresponsable: Exigir safety by design y límites efectivos a las plataformas, con la Administración velando por el cumplimiento. Pasar de ‘charlas sueltas’ a programas de prevención, formación docente y cribado precoz.
  7. Competencias humanas: La mejor vacuna digital está compuesta por la autoestima, el pensamiento crítico, la empatía y la  asertividad; sin ellas, la identidad dependiente del like fragiliza al adolescente y eleva el malestar emocional.
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El Foro UNIR ‘Adolescentes y pantallas: una mirada al estado emocional digital’ puso de relieve cómo la balanza del uso digital en la infancia y la adolescencia está “claramente desequilibrada”, con una presencia abrumadora de dispositivos y redes sin los contrapesos educativos, sanitarios y familiares necesarios.

La radiografía de la complicada situación actual se basó en el macroestudio “Infancia, adolescencia y bienestar digital”, presentado duante el evento por su director científico, Antonio Rial Boubeta. “No podemos permitirnos equivocarnos en el diagnóstico”, advirtió Rial, subrayando que el entorno digital modula deseos, actitudes y emociones, especialmente sensibles en la adolescencia.

En el encuentro, dirigido por el periodista Jorge Heili, participaron Ascensión Blanco Fernández, directora del Área de Psicología de UNIR; Joaquín González Cabrera, investigador y docente de UNIR, que es doctor en Psicología Social y Metodología de las Ciencias del Comportamiento; y Antonio Rial Boubeta, reconocido investigador y profesor titular del Departamento de Psicología Social, Básica y Metodología de la Universidad de Santiago de Compostela.

La sesión arrancó con el móvil convertido en lámpara de Aladino que todo lo concede —contacto social, autoestima, entretenimiento, dinero fácil— y que, sin supervisión, potencia innumerables riesgos. El acceso medio al móvil llega en España en 5º-6º de Primaria, con el 51,8% de los niños de 10-11 años con dispositivo propio.

En primero de la ESO se produce un salto al 82,8%, según el macroestudio, que puso de relieve que el 41,2% de los jóvenes duerme con el teléfono en la habitación y casi la mitad lo lleva al instituto, usándolo incluso en clase, con duplicación de tasas de sexting y ciberagresión entre quienes lo portan a diario. “Si está en la mesilla de noche, la probabilidad de ‘frotar la lámpara’ es altísima”, ironizó Rial.

El estudio describe una presencia masiva en redes por debajo de las edades recomendadas: el 92,5% de los adolescentes está en redes y el 75,8% en tres o más; en Primaria, 78,3% ya está en alguna red y 43,6% en tres o más. Uno de cada diez participa en retos virales, muchos tienen perfiles duplicados “para papás y para pares” y casi 8 de cada 10 siguen activamente a influencers —con un 21,3% que aspira a serlo y un 7,8% que ya invierte tiempo y dinero—, desplazando el peso educativo tradicional de familia y escuela. “La autoestima del like es un peaje psicológico tangible”, insistió.

Este experto subrayó que “nuestros hijos tienen derecho a beneficiarse de la tecnología”, pero afirmó a continuación que “el deber de los adultos es asegurar un acceso en un marco de protección y acompañamiento”.

El director de Foro UNIR, Jorge Heili, con Antonio Rial Boubeta, investigador y profesor titular del Departamento de Psicología Social, Básica y Metodología de la Universidad de Santiago de Compostela.

Según el macroestudio que presentó Rial, en conductas de riesgo online, el sexting es un 14,9% pasivo y un 6,4% activo, con 9% de presiones para enviar contenido sexual y un 2,9% de chantajes. El contacto con desconocidos es ya algo rutinario: alrededor del 60% conversa con extraños, un 34% los acepta en redes y el 14,3% llegó a concretar citas físicas.

Además, un 7,8% recibió proposiciones sexuales explícitas. El consumo de pornografía regular alcanza a 3 de cada 10, con acceso medio a los 11,5 años y 1 de cada 5 con consumo problemático; más del 70% percibe facilidad de acceso y el 36% llega de forma fortuita. Todo ello está ligado con ideación suicida, la ansiedad, la depresión y la somatización. “La pornografía busca al menor: aparece en plataformas y videojuegos, con un clic basta”, denunció Rial.

Los videojuegos dibujan otro frente en este escenario: un 53% de los jóvenes juega semanalmente (en Primaria es el 62%), con una media de 7,14 horas, y un 4,7% que supera 35 horas semanales. Uno de cada cuatro juega a títulos PEGI 18 con violencia explícita, con incremento un del bullying y la ciberagresión, especialmente en los 10-11 años, donde la tasa de ciberagresores se multiplica por cuatro.

Las loot boxes están abiertas por un 62,8% (sin pago) y el 13,2% paga; abrirlas triplica el cribado positivo de posible trastorno por videojuegos, pagar lo sextuplica y gastar >30€ a la semana lo multiplica por 15. “Las loot boxes introducen el gambling en el gaming; una evidencia que pide una regulación específica”, señaló González Cabrera.

El impacto en la calidad de vida es medible: en quienes presentan uso desadaptativo de videojuegos, el entorno escolar pierde 1,5 puntos, cae la satisfacción vital y la ansiedad, depresión y riesgo suicida se multiplican por 3. En uso compulsivo de redes, el peaje psicológico es mayor, con la salud emocional penalizada y los riesgos multiplicados por cuatro. “La construcción emocional alrededor de pantallas fragiliza al adolescente”, resumieron los expertos.

Ascensión Blanco Fernández, directora del Área de Psicología de UNIR.

Por su parte, Ascensión Blanco pidió diferenciar el uso excesivo de la adicción. Rial respondió con prudencia clínica: más allá de horas y conflictos familiares, los criterios centrales son la pérdida de control y un malestar clínicamente significativo sostenido. Los padres deben observar cambios en emociones, conductas, gastos, amistades y hobbies, e intervenir temprano.

Además, los investigadores preparan ya la bajada de edad a 7-9 años en futuros estudios por el impacto pediátrico de las pantallas, con advertencias de los pediatras sobre los retrasos del lenguaje en los niños 2-3 años. “No se alarmen, pero no se descuiden: las adicciones se fraguan, no surgen de un día para otro”, aconsejó Rial.

El docente e investigador de UNIR Joaquín González Cabrera reclamó, junto al resto de expertos, políticas, programas y corresponsabilidad industrial. Rial situó la prevención en la base de una pirámide donde la industria tecnológica debe responsabilizarse: safety by design, límites efectivos y cumplimiento de edades; y reclamó a la Administración velar por ello.

En la escuela y la familia, Rial pidió pasar de conversaciones ocasionales a programas de prevención transversales, formación docente, detección precoz y educación competencial (autoestima, pensamiento crítico, empatía, asertividad). En casa, propuso cuatro medidas para los padres: retardar el móvil y redes, no llevar el móvil al colegio, sacar el teléfono del dormitorio y dar ejemplo en la mesa y el ocio. “Si el padre teclea WhatsApp en la cena, pierde autoridad: el modelado es la primera escuela”, coincidieron en señalar los expertos.

Ascensión Blanco advirtió sobre la ‘normalización’ adulta del hiperuso. “Nos hemos vuelto adictos también nosotros”, dijo, ligando el aumento de TDAH, las dificultades de socialización y la higiene del sueño alterada con las pantallas onmipresentes, y reclamó formación especializada para psicólogos y docentes. La propia UNIR ofrece itinerarios y desarrolla programas como net safety/ safety.net, además de especializaciones en neurobiología de las adicciones y adicciones tecnológicas, para responder al impacto clínico y pedagógico que ya está en consulta.

Joaquín González Cabrera, investigador y docente de UNIR, doctor en Psicología Social y Metodología de las Ciencias del Comportamiento.

En ese momento, la conversación viró a la IA generativa. González Cabrera alertó de una aceleración que “lleva la externalización de habilidades a la enésima potencia”. Ya se producen dependencias emocionales de menores, que conversan con IA como si fuera un humano, con malestar clínico asociado, y se acumulan malentendidos en chats de padres y escolares que requieren inteligencia emocional online: regulación, identificación y competencias para el entorno digital prolongado.

Los expertos hicieron un llamamiento en Foro UNIR para que se regule con valentía, para educar más y mejor y para que no perdamos el norte. “La peor gestión es la que no se hace”, concluyó Rial, invitando a padres y madres a “tomar partido” ante un ente muy potente que hoy está educando a nuestros hijos.

Los mensajes principales de los expertos

Antonio Rial Boubeta:

  • “El móvil es la lámpara de Aladino de estos tiempos: sin supervisión, modula deseos y emociones y amplifica riesgos”.
  • “La peor gestión es la que no se hace: padres y madres deben tomar partido y la industria asumir  el safety by design”.

Joaquín González Cabrera:

  • “Las loot boxes metieron el gambling en el gaming: la evidencia de lo que ocurre pide regulación y prevención multirriesgo”.
  • “La IA generativa acelera la externalización de habilidades y ya vemos dependencias emocionales de menores con la IA”.

Ascensión Blanco Fernández:

  •  “Somos adultos hiperconectados: si normalizamos el abuso digital, perdemos autoridad y dañamos la higiene del sueño familiar”.
  • “Hace falta formación especializada en neurobiología y adicciones tecnológicas: el impacto está ya en la consulta y en el aula”.
  • Facultad de Ciencias de la Salud

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