Andrea Vázquez Bello
La psicóloga sanitaria y cofundadora de la Clínica Gardner habla de la herramienta creada para prevenir y abordar los trastornos de la conducta alimentaria, y también analiza el trabajo con las familias y la intervención en la gestión emocional.
Cleide Cañadas Otero, psicóloga sanitaria y cofundadora de Clínica Gardner, Gijón, representa a una generación de profesionales jóvenes comprometidos con el rigor científico y la creatividad aplicada al campo de la psicología. En esta entrevista explica su experiencia como coautora de la herramienta terapéutica ‘Mi Reflejo‘, de Hogrefe TEA Ediciones, un juego innovador para prevenir y abordar los trastornos de la conducta alimentaria (TCA).
Los TCA, incluyendo la anorexia nerviosa, la bulimia y el trastorno por atracón, constituyen uno de los principales retos clínicos para los profesionales de la salud mental. Tratar estos trastornos requiere de herramientas efectivas que faciliten la intervención psicológica de manera accesible y empática. En este contexto, la evidencia científica debe ir acompañada de propuestas creativas que logren captar la atención y fomentar un vínculo terapéutico sólido, tal y como reúne ‘Mi Reflejo’.
¿Qué es ‘Mi Reflejo’?
‘Mi Reflejo’ es un juego de mesa terapéutico desarrollado por Azahara Cañadas, Cleide Cañadas, Rubén Martín y Silvia Cadrecha, profesionales expertos en pedagogía y psicología clínica. En 2022 fue galardonado con el Premio de Investigación Hogrefe TEA Ediciones, “Nicolas Seisdedos”, un reconocimiento que subraya su valor clínico y su aportación innovadora en el ámbito de la salud mental. Con este premio se avala la calidad del juego como herramienta terapéutica rigurosa, al tiempo que se pone en valor el esfuerzo investigador y creativo de sus autores.
Su objetivo principal es ofrecer una herramienta lúdica que permita trabajar de forma interactiva aspectos claves relacionados con los TCA, como la autoestima, la imagen corporal, los cánones de belleza y la cultura de la dieta. A través de dinámicas de juego prácticas, se busca fomentar la reflexión y el diálogo sobre estos temas, facilitando la identificación y la modificación de pensamientos y conductas disfuncionales.
“Detrás de ‘Mi Reflejo‘ hay más de un año de trabajo intenso, fruto de la colaboración y el compromiso con la salud mental”.
Tal y como muestra Cleide en la conversación, los autores han combinado su experiencia clínica y pedagógica con una enorme dosis de creatividad para diseñar una herramienta que no solo cumple criterios terapéuticos rigurosos, sino que también resulta atractiva, accesible y cercana al público objetivo. Como ella misma relata, “cada tarjeta y dinámica del juego han sido cuidadosamente pensadas y validadas en pro de una mejora continua”.
Lo verdaderamente innovador de ‘Mi Reflejo’ es su capacidad para traducir conceptos psicológicos complejos en experiencias significativas a través del juego. En un contexto donde muchas intervenciones siguen siendo excesivamente teóricas o desconectadas del lenguaje juvenil, este juego se presenta como un puente creativo entre el mundo terapéutico y el universo emocional de quienes más lo pueden necesitar.
¿Cómo se juega?
Según explica Cleide Cañadas, el juego está diseñado para ser utilizado tanto en sesiones individuales como grupales, con un máximo de cuatro participantes. Consiste en un tablero con casillas de diferentes colores, cada una asociada a una categoría temática. Al caer en una casilla, el jugador extrae una tarjeta correspondiente que propone una actividad o pregunta relacionada con la temática asignada. Estas actividades incluyen ejercicios de reestructuración cognitiva, identificación y expresión de emociones o de desarrollo de estrategias de afrontamiento saludables que involucran componentes cognitivos, emocionales y sociales.
Aplicaciones terapéuticas
‘Mi Reflejo’ está dirigido a profesionales de la salud mental, como psicólogos clínicos y sanitarios, que trabajan con adolescentes y jóvenes en riesgo o que presentan síntomas de TCA. Su enfoque integrador permite adaptarse a diferentes contextos terapéuticos, ya sea en consultas privadas, centros educativos o programas de prevención comunitaria. El juego no solo facilita la intervención directa en casos de TCA, sino que también sirve como herramienta preventiva.
Además de hablarnos de ‘Mi Reflejo’, Cleide Cañadas comparte con nosotros algunas pinceladas sobre su trabajo con pacientes con un TCA. Para empezar, uno de los pilares fundamentales es trabajar con las familias, entre otras cuestiones, el abordaje de los hábitos saludables.
“No podemos esperar que los niños coman de forma saludable si los adultos no predican con el ejemplo”.
Otro aspecto relevante es la intervención en la gestión emocional, la cual va muy ligada a los TCA y es un factor de protección cuando se trabaja correctamente en población infantojuvenil. Además, Cleide destaca la importancia de abordar los TCA desde una mirada multidisciplinar, alejada de enfoques individualistas que pueden resultar ineficaces o incluso contraproducentes.
Cleide Cañadas Otero, a la izquierda, en la entrega del premio.
Esta colaboración permite ofrecer una atención integral que tenga en cuenta tanto los aspectos psicológicos como los médicos y nutricionales del paciente. En muchos casos, especialmente cuando existe desnutrición severa, no es posible intervenir de manera eficaz sin antes garantizar la estabilidad física del paciente. Por eso, Cleide insiste en la necesidad de coordinar esfuerzos y compartir criterios entre disciplinas para favorecer la recuperación.
“Para abordar los TCA es esencial contar con un equipo de profesionales expertos que incluya, entre otros, a psicólogos, psiquiatras, nutricionistas y médicos”.
Además, en su experiencia clínica con población infantojuvenil, destaca la importancia de generar un vínculo terapéutico sólido, que humanice el proceso y reduzca la barrera que muchas veces impone la figura profesional. Tal y como destaca, “hay que romper con la sensación de bata blanca, y más aún cuando tratamos a niños y adolescentes”.
Igualmente, Cleide considera que para tratar los TCA no solo es recomendable la supervisión de casos clínicos, sino imprescindible para garantizar un abordaje ético y eficaz. La complejidad de estos casos requiere no solo formación, sino también una revisión constante que permita tomar decisiones fundamentadas, acompañadas y contextualizadas.
El trabajo de Cleide y sus colegas demuestra que con compromiso y creatividad es posible generar materiales que marquen la diferencia. Ojalá su ejemplo inspire a otros psicólogos a dar el paso y crear recursos que lleguen, conecten y transformen.
(*) Andrea Vázquez Bello es psicóloga sanitaria y directora del Máster en Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) de UNIR.
Consulta los otros capítulos publicados de la serie sobre los TCA:
- Cómo Luján Argüelles superó la anorexia: una mirada valiente al pasado.
- Pilar Valladares: tres décadas de compromiso terapéutico en el abordaje hospitalario de los TCA.
- Para más información sobre y cómo adquirir ‘Mi Reflejo’, puedes visitar el sitio oficial de Hogrefe TEA Ediciones.
- Facultad de Ciencias de la Salud
