Jorge Arana Varona
El experto en gerontología Javier Tubío envía el mensaje positivo por el Día Mundial del Alzheimer. “La prevención es un gran estímulo para llevar una vida activa, no perder el interés por aprender y cuidarse sin importar la edad”, afirma.

Según el Instituto Nacional de Estadística, más de 239.600 personas están diagnosticadas con Alzheimer en España, aunque se estima que la cifra real supera las 800.000 debido al infra diagnóstico. La patología neurodegenerativa es una dura realidad a la que miles de familias hacen frente y tienen que presenciar como sus seres queridos pierden progresivamente funciones cognitivas esenciales como la memoria, el lenguaje y la orientación.
Con el avance de la enfermedad la dependencia del paciente incrementa, generando una alta carga emocional, social y económica para las familias y el sistema sanitario. Lamentablemente no existe una vacuna o cura contra esta enfermedad. Sin embargo, gracias a la investigación científica, cada día conocemos mejor a la enfermedad, cómo combatirla e incluso prevenirla.
“Me gustaría quedarme con el mensaje positivo de que, en el riesgo de desarrollar una demencia provocada por el Alzheimer, hasta un 40% de los factores son modificables. Desde la juventud, podemos empezar a prevenir la enfermedad adoptando hábitos de vida saludables y evitando conductas perjudiciales”, afirma Javier Tubío Ordóñez, doctor en Psicogerontología y docente de UNIR.
No todo es genética
Para el experto la prevención puede ser un gran estímulo para llevar una vida activa, mantener el interés por aprender, cuidar las relaciones sociales e involucrarse en la sociedad. En definitiva, “es una forma de cuidarse a lo largo de la vida, sin importar la edad”, asegura.
El componente genético representa entre el 60 y el 70% del riesgo, el estilo de vida y el entorno juegan un papel crucial. Se han identificado al menos 17 factores ambientales que pueden influir en el desarrollo de la enfermedad, como la dieta, el ejercicio, el sueño, la pérdida auditiva o los traumatismos craneales.
La estimulación cognitiva, el ejercicio físico regular y mantener relaciones sociales activas son también claves para preservar la salud cerebral. “Escuchar mal y no usar audífonos puede triplicar el riesgo de deterioro cognitivo”, advierte. Además, eliminar hábitos nocivos como el tabaco, el alcohol o la obesidad contribuye significativamente a reducir el riesgo.
La formación para proteger
Entre los factores protectores más relevantes, Tubío destaca el nivel educativo. “Las personas con mayor formación tienen menor riesgo de demencia. El aprendizaje continuo fomenta la creación de conexiones neuronales que actúan como reserva cognitiva”, explica.
Algunos estudios internacionales han encontrado que una formación académica baja puede llegar a influir en un 7% en el riesgo. Esto es debido a que la instrucción escolar y el tener un interés intelectual fomenta la creación de conexiones neuronales que actúan a modo de reserva cognitiva la cual nos protege ante las pérdidas que se producen con el paso de los años.
El eje intestino-cerebro
La relación entre el sistema digestivo y el cerebro ha cobrado relevancia en los últimos años. Un macroestudio publicado en la revista Science Advances analizó millones de datos genéticos y clínicos de biobancos internacionales y concluyó que trastornos digestivos como la gastritis o la colitis aumentan el riesgo de sufrir enfermedades neurodegenerativas, incluso antes de que aparezcan los síntomas neurológicos.
“Hace tiempo que se sabe que seguir una dieta mediterránea reduce el riesgo de demencia”, subraya Tubío. El consumo de sus alimentos principales —frutas, verduras, legumbres y aceite de oliva virgen— ayuda a controlar el colesterol, la diabetes y la obesidad, y previene infecciones intestinales que podrían estar relacionadas con enfermedades neurodegenerativas. “La dieta es una herramienta poderosa en esta lucha”, afirma el experto.
Avances en diagnóstico precoz
En los últimos años, la investigación en detección temprana del Alzheimer ha avanzado significativamente. “Los test neuropsicológicos actuales permiten diferenciar entre signos propios del envejecimiento normal y síntomas incipientes de demencia”, comenta Tubío. Ante cualquier despiste, se puede realizar una evaluación más exhaustiva que valore cada dominio cognitivo por separado, lo que facilita un diagnóstico más preciso y precoz.
Además, existen biomarcadores que pueden detectarse en sangre, líquido cefalorraquídeo o mediante neuroimagen. Algunos de los más estudiados son los genes como el APO ε4, proteínas como la IL-6 o la osteopontina, y la atrofia en áreas clave del cerebro como la corteza entorrinal. Estos indicadores permiten anticiparse a los síntomas clínicos, aunque su presencia no garantiza el desarrollo de la enfermedad, ni su ausencia lo descarta por completo.
Tubío también destaca el potencial de la olfatometría como herramienta diagnóstica. La pérdida de olfato puede ser uno de los primeros signos de deterioro cerebral. “Incluir esta prueba en los protocolos de diagnóstico precoz sería un gran avance”, afirma. Detectar la enfermedad antes de que se manifiesten los síntomas cognitivos es clave para intervenir a tiempo y mejorar la calidad de vida de los pacientes.
Nuevos tratamientos y esperanza
En abril de 2025, la Comisión Europea autorizó el uso de lecanemab para el tratamiento del Alzheimer en fases iniciales. Este fármaco es el primer tratamiento aprobado en el viejo continente que modifica el curso de la enfermedad, al actuar directamente sobre su fisiopatología. Lecanemab se dirige a las placas de beta-amiloide que se acumulan en el cerebro, una de las principales causas del deterioro cognitivo en el Alzheimer.
En España, la Agencia Española de Medicamentos (AEMPS) está evaluando su coste-efectividad y criterios de acceso, lo que podría retrasar su disponibilidad en el sistema público de salud. Para Tubío “aún es pronto para valorar si los beneficios del medicamento compensan a sus costes, todos deseamos que sí, aunque hay que ir con cautela”.
Cada 21 de septiembre se celebra el Día Mundial del Alzheimer, proclamado por la OMS desde 1994, para dar voz a la considerada la nueva epidemia del siglo XXI. Se estima que para el año 2050 el número de pacientes ascienda a 131.5 millones.
- Facultad de Ciencias de la Salud