Jorge Arana Varona
El Foro UNIR reunió a especialistas del ámbito académico, técnico y policial para debatir cómo la criminología puede convertirse en una herramienta estratégica en la gestión del espacio. El evento abordó nuevas metodologías, tecnologías y retos en la prevención del delito.

El 3,3% de las calles concentra más del 50% de los delitos. Esta estadística, extraída de una investigación de Lawrence Sherman, fue uno de los datos más impactantes compartidos en el Foro UNIR del pasado 25 de septiembre. Una cifra que revela cómo el crimen se distribuye de forma desigual en el territorio y que plantea un desafío urgente para las políticas de prevención.
Durante el evento, se abordó cómo la criminología ambiental y el análisis geográfico del delito permiten anticiparse a los hechos delictivos, en lugar de reaccionar tarde. Especialistas del ámbito académico, policial y técnico hablaron de herramientas como CrimeStat, PredPol o Risk Terrain Modeling, que permiten identificar zonas de riesgo y diseñar estrategias más eficaces para la seguridad ciudadana.
José Eugenio Medina, comisario de Policía y doctor en Criminología; Andrea Robles, coordinadora del Grado en Criminología de UNIR; y Naikari Sánchez-Herrero, directora del Área de Ciencias de la Seguridad de UNIR coincidieron en la necesidad de aplicar el conocimiento científico al diseño de políticas públicas.
Cinco claves del Foro UNIR
- Mapas que salvan vidas: “Gracias al análisis geográfico, evitamos 70 posibles feminicidios en una ciudad. Mejoramos los tiempos de respuesta y eso marcó la diferencia”, compartió Robles.
- Del dato al impacto: “El 80% del trabajo de un analista delictivo consiste en depurar datos. Sin información fiable, no hay prevención eficaz”, explicó José Eugenio Medina, destacando la importancia de la calidad en el análisis criminal.
- El papel de la criminología rural: “La baja densidad de población y el tejido comunitario influyen en el tipo de delitos. Lo rural no es más seguro, es diferente”, señaló Robles.
- Formación continua para policías: “Muchos agentes no tienen conocimientos técnicos suficientes para recoger datos geográficos. Es un problema que debemos resolver con formación”, comentó Rubén, participante del foro.
- Inteligencia artificial y ética: “No podemos lanzar datos policiales a servidores externos. La IA debe aplicarse en local y con supervisión humana”, advirtió Medina.
Del mapa al terreno
La intervención del comisario de Policía fue una clase magistral sobre cómo aplicar la geografía del crimen a la labor policial. A través de ejemplos históricos como el mapa de cólera de John Snow en 1854, explicó cómo los datos espaciales permiten identificar patrones y actuar antes de que el delito ocurra.
Medina detalló cómo herramientas como el análisis de densidad kernel o el índice del vecino más cercano permiten detectar zonas de concentración delictiva. “Incrementar agentes o reducir tiempos de respuesta no siempre es eficaz. Hay que anticiparse”, afirmó.
Uno de los ejemplos más ilustrativos fue el uso de mapas durante la pandemia para distribuir mascarillas en Elche. Se identificaron farmacias en zonas con alta población mayor y se aplicaron análisis espaciales para priorizar la vigilancia. “Aplicamos polígonos de Voronoi y agrupación del vecino más próximo para optimizar los recursos”, explicó.
Andrea Robles añadió que el análisis del microlugar es esencial. “No es que un barrio sea peligroso, sino que puede tener dos o tres calles problemáticas”, señaló. También insistió en el análisis temporal del delito. “Saber cuándo ocurre es tan importante como saber dónde”.
Además, se destacó el papel de los Sistemas de Información Geográfica (SIG) como herramientas clave en la criminología ambiental. “En clase siempre repito que los SIG son fundamentales para entender el delito en su contexto espacial”, comentó la docente en UNIR.
Medina también presentó el modelo Risk Terrain Modeling, que permite anticipar delitos en función de variables ambientales como la proximidad a cajeros, colegios o zonas sin vigilancia. “Ya no se trata solo de ver dónde ocurrió el delito, sino de prever dónde puede ocurrir”, concluyó.
El papel de la formación
La formación continua fue otro eje central del foro. “Los criminólogos deben tener competencias prácticas, saber aplicar la teoría al terreno”, afirmó Robles. También destacó habilidades transversales como el trabajo en equipo y la comunicación eficaz.
Sánchez-Herrero insistió en la necesidad de estrechar lazos entre universidad y cuerpos de seguridad. “La academia debe aportar valor, interpretar datos y ayudar en la toma de decisiones”, dijo. La colaboración interdisciplinar es clave para avanzar en la prevención del delito.
Desde UNIR se promueve esta sinergia a través de convenios, investigaciones y programas formativos. Desde 2022 se mantiene un acuerdo con el Ministerio de Defensa de España para facilitar la formación de militares en activo, y mantiene colaboración con la Policía Nacional de Colombia en programas de capacitación en criminología. “Los criminólogos pueden ser clave para reducir la criminalidad”, concluyó Sánchez-Herrero.
Mirando al futuro
El foro cerró con una mirada al futuro. Medina anticipó que el papel del analista delictivo será cada vez más relevante. “El tratamiento de datos será esencial para diseñar estrategias preventivas más precisas”, afirmó.
También prevé un desarrollo acelerado de herramientas basadas en inteligencia artificial, aunque advierte sobre los riesgos éticos y técnicos. “Los modelos deben ser supervisados por expertos, no pueden sustituir el juicio humano”, añadió Sánchez-Herrero.
Robles, por su parte, recordó un caso real en el que la mejora de los tiempos de respuesta policial evitó un alto número de posibles feminicidios. “La criminología aplicada salva vidas”, concluyó. Este resultado fue fruto de una intervención estratégica en una ciudad con altos índices de criminalidad, donde se creó una unidad especializada compuesta por criminólogos.
La clave estuvo en aplicar herramientas como el análisis de puntos calientes y la temporalidad del delito, lo que permitió anticiparse a situaciones de violencia de género. “Cuando se revisaron los datos, se comprobó que 70 mujeres habían estado en riesgo real de ser asesinadas. La intervención temprana fue decisiva”, cerró Robles.
- Facultad de Derecho