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Entre la innovación y el desencanto: claves de unas elecciones legislativas atípicas en Argentina

Las recientes elecciones han marcado un punto de inflexión en la historia reciente de Argentina. Sin primarias, con el nuevo sistema de votación y la participación más baja desde 1983, los comicios dejaron lecciones técnicas y políticas que el autor detalla y analiza en este artículo.

El presidente argentino, Javier Milei.

El pasado domingo 26 de octubre se celebraron las elecciones legislativas de Argentina, en las que 35 millones de electores estaban habilitados para renovar la mitad de la Cámara de Diputados y un tercio de la de Senadores.

Aunque los resultados inesperados, si tomamos en cuenta las proyecciones de los principales estudios de opinión, han sido ampliamente comentados, hay varios aspectos por los que esta elección ha sido especialmente particular desde la perspectiva de la técnica electoral.

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En primer lugar, es la primera vez en 14 años que no se celebran las elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias, popularmente conocidas como las “PASO”. Desde su entrada en vigor en 2011 (aunque fueron establecidas en 2009), las internas partidarias se celebraban dos meses antes de las legislativas o las generales. Este año, aduciendo razones presupuestarias, fueron suspendidas.

Sin embargo, muchos analistas consideran que las elecciones “desdobladas” de la provincia de Buenos Aires (37% del padrón electoral) que fueron celebradas en septiembre, sirvieron como una suerte de PASO, al menos en su dimensión anticipatoria. Aunque el propósito de las primarias era promover la democratización interna de los partidos, al ser obligatorias también, servían como una gran encuesta nacional, incluso como una “primera vuelta” a dos meses de la elección.

Un nuevo sistema de votación

Por otro lado, entró en vigor un nuevo sistema de votación: la boleta única papel (BUP). Argentina era, junto a Uruguay, el único país de la región que aún usaba la “boleta partidaria”, es decir, una boleta por partido o coalición que integraba a todos los candidatos para cada categoría en disputa.

Este sistema, si bien estaba muy arraigado en la sociedad, permitía prácticas irregulares como el robo de boletas, lo que hacía necesario que las fuerzas políticas tuvieran fiscales en todas las mesas para garantizar su oferta (afectando especialmente a las más pequeñas). Otro de sus efectos era que se había convertido en una forma de financiación irregular que fomentaba la creación de partidos no representativos con el objetivo de conseguir fondos públicos para la impresión de las papeletas.

Este instrumento fue sustituido por la BUP, una boleta con toda la oferta electoral. Aunque no hubo grandes campañas de capacitación al electorado para la transición de un instrumento a otro, los datos preliminares sugieren que los votantes entendieron su funcionamiento, registrándose a nivel nacional solo 2,46% de votos nulos. Ahora se abre una línea de investigación sobre los efectos de la entrada en vigor de la BUP en los resultados, para intentar responder algunas interrogantes como: ¿promueve el voto partidario? ¿Desincentiva la personalización del voto? ¿Afecta a las redes clientelares que usaban la boleta partidaria para condicionar el voto? Dado que a nivel subnacional muchas provincias seguirán usando la boleta partidaria, la ciencia política tendrá mucho para analizar.

Otro aspecto interesante de la elección tiene que ver con los niveles de participación. En las elecciones del 26 de octubre votaron poco más de 24 millones de personas, para un 67,92% de participación, la más baja desde la vuelta de la democracia. Sin embargo, no es un dato aislado. Durante todo el año se han celebrado lo que se conoce como “elecciones desdobladas”, es decir, las provincias han ido renovando sus cargos locales y en general se ha registrado una bajada en la participación. Es muy pronto para llegar a conclusiones, pero entre los posibles motivos pueden estar la falta de una oferta electoral atractiva, la sensación de que las elecciones no tienen capacidad de influir en la realidad personal o la desactualización de las multas por no votar (en Argentina el voto es obligatorio, pero las multas no se han actualizado por lo que no incentivan la participación).

Las encuestas fallaron totalmente en las pasadas elecciones argentinas.

Por último, no quisiera dejar fuera de este análisis preliminar el desacierto de las encuestas. No es un fenómeno nuevo, en todo el mundo se habla de la incapacidad de los estudios de opinión para dar cuenta del comportamiento electoral. En el caso de las elecciones del 26 de octubre, la mayoría de encuestadoras proyectaban una victoria opositora (Fuerza Patria y aliados). La elección de la provincia de Buenos Aires, en la que Fuerza Patria había aventajado por 14 puntos a La Libertad Avanza, aunado a la inestabilidad cambiaria que había prevalecido desde entonces, sugerían una mala elección para el oficialismo. Sin embargo, La Libertad Avanza obtuvo 41% de los votos a nivel nacional y el mismo porcentaje en tierras bonaerenses, imponiéndose por menos de un punto al oficialismo provincial.

Las elecciones legislativas argentinas han transcurrido de forma pacífica y tranquila. Los organismos electorales, a decir, la Cámara Nacional Electoral, la Dirección Nacional Electoral, así como el Correo Argentino, han hecho un gran trabajo y garantizado unos comicios creíbles y transparentes.

Como todo proceso, es mejorable. Cuestiones como la incorporación de la observación electoral nacional e internacional en la legislación, el uso de los recursos públicos para la campaña electoral y la falta de presupuesto que afecta a los organismos electorales nacionales y subnacionales siguen afectando la integridad electoral.

(*) Jesús Delgado Valery es director de Programas de Transparencia Electoral y miembro del Observatorio Electoral de UNIR y profesor del Área de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales. Licenciado en Relaciones Internacionales por la Universidad Central de Venezuela (UCV) y Magíster en Estudios Electorales por la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) de Argentina. Ha participado en más de 50 misiones de observación y acompañamiento de veeduría electoral en América y Europa. Autor y colaborador de varias publicaciones sobre integridad y observación electoral y democracia.

  • Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales
  • Facultad de Derecho

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