Lucía Tello Díaz
El regreso del indie norteamericano se alza con el León de Oro gracias a Father Mother Sister Brother, en un festival que no se olvida de la situación internacional y que despliega toda su empatía y denuncia hacia un mundo convulso que se traslada más allá del cine.

Hacía tiempo que un festival cinematográfico no concentraba tanta atención. El contexto, las figuras que integraron su sección oficial y, sobre todo, la temática de sus propuestas ha convertido la 82ª edición de la Mostra de Venezia en todo un fenómeno social, cuyo palmarés ha sido retransmitido en tiempo real por redes sociales y medios de comunicación.
El motivo es obvio: la coyuntura impide que hablar de cine sea exclusivamente cinematográfico. Lo cual resulta relevante, ya que demuestra, una vez más, que la gran pantalla va más allá de una mera industria, un entretenimiento o un sector estratégico en términos de economía o cultura. El cine es arte y, como arte, atiende a lo humano.
Premios con mensaje
Así, cuando Jim Jarmusch subió al escenario a recoger su León de Oro por Father Mother Sister Brother, todo el mundo pensó en la directora tunecina Kaouther Ben Hania y en su sobrecogedora The Voice of Hind Rajab, película sobre una niña víctima de la violencia en Gaza que terminó muriendo a causa de la imposibilidad de llevarle ayuda al coche en el que se había quedado atrapada con toda su familia fallecida.
La presencia de tanques israelíes en torno a su vehículo impidió que pudiera ser rescatada y sus audios, compartidos por la Media Luna Roja, enhebran este sobrecogedor testimonio. Este drama, contado simultáneo a una guerra que sigue su curso en Gaza, se alzó con el León de Plata (Gran Premio del Jurado), un auténtico alegato en contra de la violencia y el sinsentido de la muerte de personas inocentes.
Por otro lado, la pieza de Jarmusch, bebe del espíritu indie que tanto marca el arte del cineasta norteamericano, repleto de toques de humor dulces, sin histrionismos, con el que el director de Coffee and Cigarettes (2003) lleva décadas conquistando al público y a la crítica.
Aunque no ha recibido galardones importantes en su país, Jim Jarmusch ha sido ampliamente reconocido en Europa, con premios en festivales como Cannes. A pesar de ello, aún no ha sido nominado a un Premio Oscar. Su película Father Mother Sister Brother confirma que Europa —y el jurado de esta edición, presidido por Alexander Payne e integrado por Fernanda Torres, Stéphane Brizé, Zhao Tao, Mohammad Rasoulof, Maura Delpero y Cristian Mungiu— ha vuelto a rendirse ante su universo creativo.
Reconocimiento al talento joven
La Mejor Dirección recayó en Benny Safdie, cineasta indie que presentó The Smashing Machine, un biopic protagonizado por Dwayne Johnson que se adentra en conceptos como el poder, la fama y el éxito para intentar entender su valor en la sociedad actual.
Valérie Donzelli y Gilles Marchand se alzaron con el Mejor guion por À pied d’œuvre, una adaptación literaria de la obra de Franck Courtès que analiza los entresijos de la industria literaria en Francia.
La codiciada Copa Volpi a Mejor Actriz recayó en Xin Zhilei, la artista china que protagoniza The Sun Rises on Us All y cuyo discurso de agradecimiento, totalmente honesto y desprovisto de límites temporales, captó la simpatía de un público acostumbrado a las intervenciones escuetas sujetas a tiempos medidos.
La Copa Volpi al Mejor Actor fue a parar al intérprete Toni Servillo, uno de los actores más celebrados de la cinematografía italiana que, en esta ocasión, repite con Paolo Sorrentino en La Grazia, una película que narra los últimos días de un Presidente de la República que solo quiere dejar el poder y regresar al punto de partida. Por su parte, Luna Wedler, protagonista de Silent Friend, firmada por la húngara Ildikó Enyedi, se alzó con el Premio Marcello Mastroianni a Mejor Interpretación Joven.
Documentales que conmueven
En último término, el documental Sotto le nuvole, del galardonado director Gianfranco Rosi, se consagró con el Premio Especial del Jurado, con una propuesta arriesgada, en blanco y negro, que subyugó por su atrayente temática y su ubicación en la Nápoles más desconocida.
En resumen, una edición inesperada, repleta de nombres célebres y rostros conocidos, especialmente estadounidenses, que se han dado cita en una Venecia más reivindicativa que nunca, dispuesta a demostrar que los integrantes del cine viven en el mundo y no solo en las grandes pantallas.
- Facultad de Artes y Ciencias Sociales