Alfonso Basallo
El expresidente de la CRUE, catedrático de Historia Moderna y exrector de la Universidad de Lleida participó en ‘Los futuros de la Universidad’, seminario organizado por Nueva Revista y dirigido por Rafael Puyol, presidente de UNIR.
“No puede ser que los estudiantes estén decidiendo las elecciones a rector. Habría que hacer que el voto de los estudiantes valiera según su participación”, afirmó Roberto Fernández, expresidente de la Conferencia de Rectores (CRUE), en una nueva sesión de ‘Los futuros de la Universidad’, seminario de reflexión académica, organizado por ‘Nueva Revista’ y dirigido por Rafael Puyol, presidente de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR).
Entre las reformas pendientes de la universidad, Roberto Fernández propuso reforzar “la figura de los rectores, para que puedan elegir a los decanos”, y que tengan capacidad de maniobra para “poder hacer política de personal, de precios y de grados”.
Fernández afirmó que en la elección de órganos colegiados de la universidad deben participar también los estudiantes, pero “no con la capacidad de decisión que en estos momentos tienen”. Es un error, añadió, porque “en algunos casos, no están capacitados para entender la enorme complejidad de la universidad. No puede ser que el voto de un estudiante acabe decidiendo toda la vida política de la Complutense o de la Politécnica”.
Universidad presencial y en línea, paradigmas distintos
Respecto a la digitalización de la universidad, Roberto Fernández distinguió entre “digitalización y virtualidad”. Una cosa es que las universidades hayan hecho un esfuerzo por digitalizar la vida académica, debido a la pandemia, y otra que “toda universidad deba ser presencial y paralelamente virtual. No veo beneficios, al menos en las públicas”. Señaló, además, que se trata de dos paradigmas distintos, el de la universidad presencial y la universidad online, con metodologías distintas; y dos paradigmas distintos en la misma institución le parece algo “difícil de sostener”.
“El mejor sistema universitario”
Fernández, que es catedrático de Historia Moderna y ha sido rector de la Universidad de Lleida, considera que España cuenta con “el mejor sistema universitario de toda su historia”, y que no está mal situado en los rankings internacionales. Añade que ha resultado ser un elemento decisivo de “cohesión y equidad social”: España ha pasado de los 700.000 estudiantes de los años 70 al millón y medio actual, “manteniendo un tono muy positivo de excelencia docente”.
? Finaliza el Seminario UNIR “Los futuros de la #Universidad” con el expresidente de @CrueUniversidad y exrector de la Universidad de Lleida, Roberto Fernández.
El presidente de UNIR, Rafael Puyol, agradece la presencia del ponente y de todos los asistentes y participantes? pic.twitter.com/c5u2lnF0Mt
— UNIR | La Universidad en Internet (@UNIRuniversidad) July 12, 2021
Pero advirtió que se ha perdido “el 24% de financiación pública y miles de plazas universitarias por las políticas restrictivas tras la crisis de 2008”. Las restricciones presupuestarias han supuesto también importantes recortes en investigación.
Ley Orgánica de Universidades, capaz de durar en el tiempo
El expresidente de la CRUE subrayó que “hace falta una ley orgánica de universidades”, con una “perspectiva reformista e innovadora” que conserve el equilibrio entre el acceso de estudiantes y la excelencia académica, y que mantenga la participación de la comunidad universitaria, con más verticalidad y menos horizontalidad, y capaz de durar en el tiempo. “No se puede hacer una ley y que otra mayoría parlamentaria la quite. Es preciso despolitizar la universidad”, dijo. Una ley de este tipo debe basarse no en principios de partido, sino en “la búsqueda de un consenso amplísimo del arco parlamentario”.
Fernández explicó que la universidad española tiene por delante cinco metas: sostener el crecimiento económico con desarrollo social y territorial; sostener el Estado de bienestar, a través de la creación de conocimiento; garantizar la sociedad del conocimiento, “una nueva revolución económica que no podemos perder”; no quedar derrotados en la galopante globalización; y mantener la cohesión social, a través del mérito.
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