Isabel Alvarez Castro
Con motivo de su participación en los cursos de conservación y restauración de UNIR, la restauradora del Museo del Prado habla sobre el cuidado del patrimonio cultural en Hispanoamérica, la práctica como elemento esencial y los avances tecnológicos.
La restauradora del Museo Nacional del Prado, María Antonia López de Asiaín participa durante este trimestre en el curso en Conservación y Restauración organizado por la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), en colaboración con la Universidad de San Francisco Xavier de Chuquisaca y el Arzobispado de Sucre.
Esta iniciativa, coordinada por el Vicerrectorado de Transferencia y la Dirección de Patrimonio Cultural de UNIR, reúne de marzo a junio a expertos internacionales para tratar la preservación de pintura de caballete.
Carlos Rúa Landa y Rocío Bruquetas Galán fueron los encargados de impartir de forma presencial la primera parte de los cursos en la Catedral de Sucre. En su mayoría, restauradores bolivianos en diferentes puntos de su carrera profesional.
Por su parte, María Antonia López de Asiaín impartió un taller virtual sobre Fundamentos de la limpieza de pinturas.
Durante las sesiones, la restauradora española realizó una revisión crítica de tratamientos aplicados en la pinacoteca madrileña y abordó cuestiones clave como el juicio técnico del restaurador, la ética de la intervención y el diálogo con la obra.
Con motivo de su participación, conversamos con ella sobre los retos actuales de la restauración, los avances científicos, la transferencia de conocimiento y el valor de la formación local en Hispanoamérica.
María Antonia López de Asiaín trabajando en la obra “La Fuente de la Gracia”.
P: ¿Cómo ha sido el diálogo y aprendizaje en el curso con estudiantes de distintas partes de Hispanoamérica?
R: Muy enriquecedor, me ha permitido conocer sus preocupaciones y singularidades.
P: ¿Cómo valorarías tu experiencia restaurando obras virreinales en este contexto?
R: Mi experiencia en arte virreinal es escasa, su técnica es muy específica y diferente a la de los pintores europeos. Esta corta experiencia me ha enseñado que el arte virreinal merece tratamientos diferentes a las colecciones europeas que yo suelo restaurar.
Momento de la clase virtual en la que estudian una obra de Juan van der Hamen.
P: Hispanoamérica posee un legado cultural inmenso, con obras que combinan herencias indígenas, virreinales y modernas. ¿Qué importancia tiene que las personas locales conozcan y dominen las técnicas de restauración para proteger ese patrimonio?
R: Hacen falta profesionales que dominen el conocimiento de sus técnicas autóctonas, la restauración de esa pintura puede partir de los conocimientos europeos o norteamericanos, pero debe desarrollar sus propias escuelas y métodos para adaptarlos a la singularidad de esas pinturas.
P: ¿Cuál es la principal diferencia entre la limpieza, restauración y cuidado de la pintura europea y virreinal?
R: La diferencia radica en los diferentes materiales y técnicas de ejecución de las pinturas virreinales. No se pueden estudiar y restaurar copiando “nuestras recetas”.
P: ¿Puede Hispanoamérica convertirse en un referente internacional en conservación y restauración patrimonial, dada la riqueza y diversidad de su legado artístico?
R: Sin duda. Para ello debe estudiar e investigar su patrimonio propio, aprendiendo las generalidades de la restauración en el mundo, pero diseñando sus propias estrategias. No debe correr el riesgo de hacer una restauración ‘de segunda’ por no contar con materiales o técnicas como las europeas. Debe diseñar sus propias técnicas de restauración desde el conocimiento de sus colecciones.
Investigación y tecnología en el oficio de la restauración
P: En los últimos diez años, ¿cómo han evolucionado las técnicas de limpieza en la restauración de pintura?
R: Toda evolución en la restauración se debe al mejor conocimiento de la obra de arte y al tratamiento como un elemento único con un lugar en la historia del ser humano.
Los procesos de restauración, que en algún momento histórico empleaban recetas y métodos estándar, ahora se diseñan para cada obra teniendo en cuenta su peculiaridad, para qué restauramos y qué pretendemos obtener con ello.
Las técnicas de limpieza están evolucionando desde este mayor conocimiento de la técnica pictórica de la propia obra, empleando métodos y materiales más respetuosos hacia ella y también para la sostenibilidad y el medio ambiente, buscando materiales menos tóxicos para el restaurador y más respetuosos con la naturaleza.
P: ¿Qué papel ha jugado la tecnología en esta evolución?
R: La tecnología está consiguiendo mejorar los análisis y el conocimiento de las obras de arte, lo que hace que los restauradores puedan diseñar mejores estrategias de actuación, pero solo son un apoyo.
Los avances están al servicio de los restauradores, quienes, con equipos interdisciplinares, diseñan estrategias de actuación teniendo en cuenta la peculiaridad de cada una de ellas.
La tecnología resulta también un gran apoyo al poder implementar herramientas como microscopios, instrumentos de laboratorio para la fabricación de emulsiones y disolventes y medidores que nos ayudan en nuestros procesos de trabajo.
Taller de restauración presencial en Sucre, Bolivia.
P: Desde tu experiencia, ¿cómo se integra la investigación científica en el proceso de conservación de una obra?
R: La investigación científica es un valioso apoyo para conocer la obra y su estado material, pero no debemos olvidar que la investigación histórica e historiográfica es la que más puede aportar al restaurador en el conocimiento de la obra de arte.
La materia es solo una dimensión de la obra de arte. El mensaje, composición, narración, finalidad, comitente y lenguaje pictórico son elementos fundamentales.
No debemos dejar que la investigación científica prime sobre estos otros aspectos, la obra de arte no es sólo materia, es alma y mensaje.
P: ¿Por qué consideras que las universidades son fundamentales en la transmisión y renovación del conocimiento en conservación?
R: Porque cuentan con la red de profesorado y medios para garantizar la transmisión de conocimientos en restauración. La universidad debe educar la mirada y la mano del restaurador.
Aun así, quiero advertir del riesgo de impartir ‘restauración’ como cualquier otra enseñanza reglada. La experiencia práctica es esencial en el conocimiento de restauración: solo viendo, estudiando, tocando y trabajando sobre las obras se puede aprender.
Por eso, la presencia de talleres es imprescindible en las enseñanzas de restauración. La academia no debe cegarse con la ciencia y la tecnología olvidando que la restauración es práctica y manual.
P: ¿Cuál piensas que es el mayor reto al que se enfrenta un restaurador?
R: Persistir en la sabiduría de oficio de nuestros antecesores y avanzar en el conocimiento de la obra de arte.
Tenemos una enorme responsabilidad en la cadena de custodia de nuestro patrimonio. Somos responsables de conservar y recuperar la técnica y los valores de las obras de arte para su estudio, pero también para su disfrute pues la estética es uno de sus fines.
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