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La inteligencia artificial se alía con la psicología para transformar la atención emocional y revolucionar la salud mental

La IA no sustituye al psicólogo, pero puede transformar profundamente su labor. Genera entusiasmo, pero también dudas y desafíos éticos. Foro UNIR analizó cómo puede complementar el trabajo clínico, detectar señales de riesgo y mejorar la comunicación con los pacientes.

La periodista Ana Gugel, con la investigadora  Alba Mármol Romero.

Los 7 puntos claves del Foro UNIR

  1. La IA como herramienta de detección precoz: Puede identificar señales de riesgo en redes sociales mediante el análisis de patrones lingüísticos, ayudando a prevenir trastornos como los TCA.
  2. Complemento, no sustitución del profesional: Todos los expertos coincidieron en que la IA no reemplaza al psicólogo, sino que aporta datos y herramientas que enriquecen su trabajo.
  3. Dispositivos vestibles para medir el estrés: La tecnología permite obtener métricas objetivas del sistema nervioso, útiles para el diagnóstico y seguimiento de los pacientes.
  4. Mejora de la comunicación asistida: Los modelos generativos permiten personalizar la comunicación con personas que tienen dificultades del habla, usando pictogramas y voces familiares.
  5. Ética y manejo de datos sensibles: La seguridad, anonimización y supervisión profesional son esenciales en el uso de IA en salud mental.
  6. Multidisciplinariedad como clave del futuro: La colaboración entre ingenieros, psicólogos y educadores es fundamental para desarrollar herramientas útiles y seguras.
  7. Formación especializada y práctica: Los másteres de UNIR ofrecen formación interdisciplinar y práctica para que los profesionales puedan integrar la IA en su trabajo.
Máster Universitario en Psicología General Sanitaria

El Foro UNIR sobre ‘¿La IA en salud mental: amiga, enemiga o aliada que aún no conoces?’ reunió a expertos de distintas disciplinas para debatir el papel de la inteligencia artificial en el ámbito del bienestar emocional. El evento, seguido desde numerosos países, abordó desde el análisis del lenguaje hasta el uso de dispositivos vestibles (wearables), pasando por dilemas éticos y desafíos formativos. La conclusión fue clara: la IA no sustituye al profesional, pero puede convertirse en una herramienta poderosa si se usa con criterio y supervisión.

Participaron en el foro Alba Mármol Romero, investigadora en el Grupo de Investigación Sistemas Inteligentes de Acceso a la Información de la Universidad de Jaén; Eduardo Lleida Solano, miembro del Instituto de Investigación e Ingeniería de Aragón; Diego Cajal Orleans, doctor en Ingeniería Biomédica e investigador en dispositivos vestibles para monitorización del sistema nervioso autónomo; Andrea Vázquez Bello, directora del Máster Oficial en Trastornos de la Conducta Alimentaria de UNIR; y Xavier Llorente Guerrero, director del Máster Oficial en Gerontología y Atención Centrada en la Persona y las Relaciones de UNIR.

IA y salud mental: una relación en construcción

La intervención inicial de Alba Mármol marcó el rumbo del foro. Con datos impactantes, como los más de 200 millones de conversaciones abiertas en un chatbot psicológico, “entre comillas”, como dijo, Mármol planteó la pregunta que vertebró el encuentro: “¿Puede la inteligencia artificial hacer el trabajo de un psicólogo?”. Aunque la respuesta fue matizada, la investigadora dejó claro que la IA ya está presente en la vida emocional de millones de personas, especialmente jóvenes, que buscan compañía y desahogo en sistemas conversacionales.

Alba Mármol explicó que la IA, especialmente a través del procesamiento del lenguaje natural, puede detectar patrones lingüísticos que revelan malestar emocional. Las máquinas no sienten ni comprenden emociones como lo haría una persona, pero sí pueden reconocer gestos, voces o palabras para saber lo que nos pasa”, afirmó. Esta capacidad de análisis permite identificar señales de riesgo en redes sociales, como contenidos relacionados con trastornos de la conducta alimentaria (TCA), y ofrecer respuestas adaptadas.

Sin embargo, advirtió sobre los peligros de confiar en sistemas no supervisados: Esta IA no tiene conciencia, ni formación clínica, ni supervisión. Simplemente genera respuestas a partir de lo que ha leído en internet, sin distinguir lo útil de lo peligroso”. Por eso, insistió en que la IA debe ser una herramienta complementaria, no sustitutiva, y que los profesionales deben estar involucrados en su diseño y uso.

Aplicaciones reales y desafíos técnicos

Diego Cajal Orleans presentó una visión práctica del uso de la IA en salud mental a través de dispositivos vestibles. Su investigación se centra en medir variables fisiológicas como la reactividad al estrés mediante sensores no invasivos. “Lo que hacemos es obtener métricas del sistema nervioso autónomo y ver cómo cambia ante un estresor controlado. Si ese cambio es menos pronunciado, podemos detectar disregulación”, explicó.

Cajal destacó que estas métricas ofrecen datos objetivos que complementan las entrevistas clínicas. En su último proyecto, validaron una aplicación móvil que mide señales biométricas con la cámara del teléfono, lo que permite discriminar entre grupos control y pacientes. Ahora el reto es llevar esto a la práctica clínica, que el especialista lo pueda utilizar, señaló.

Ana Gugel, con Eduardo Lleida Solano, miembro del Instituto de Investigación e Ingeniería de Aragón, y Diego Cajal Orleans, doctor en Ingeniería Biomédica e investigador en dispositivos vestibles.

También abordó la cuestión ética del manejo de datos personales, subrayando la importancia de la anonimización y la encriptación. La seguridad es parte integral de todos estos proyectos, afirmó, y añadió que la clave está en trabajar en equipos multidisciplinares donde ingenieros y psicólogos colaboren estrechamente.

Comunicación asistida y personalización

Por su parte, Eduardo Lleida aportó una perspectiva centrada en la mejora de la comunicación, especialmente en personas con dificultades del habla. Desde el Instituto de Investigación e Ingeniería de Aragón, este experto ha trabajado en el desarrollo de sistemas aumentativos y alternativos de comunicación, como el uso de pictogramas y sintetizadores de voz personalizados.

La IA ha sido siempre una aliada. En los últimos tres años, los modelos generativos han abierto puertas tremendas para mejorar la comunicación y la integración, afirmó. Lleida explicó cómo han colaborado con colegios de educación especial para crear herramientas que permiten a niños con parálisis cerebral o TEA comunicarse de forma más natural.

Uno de sus proyectos más destacados es el desarrollo de un sistema multilingüe que genera frases con concordancia gramatical a partir de pictogramas. También han trabajado en la clonación de voces familiares para dar mayor naturalidad a los comunicadores. Que el comunicador hable con la voz del padre o la madre es muy importante para el niño”, señaló.

Formación y competencias profesionales

Andrea Vázquez Bello y Xavier Llorente Guerrero abordaron el importante papel de la formación en este nuevo escenario. Vázquez, desde el Máster en Trastornos de la Conducta Alimentaria, destacó la necesidad urgente de contar con más  psicólogos especializados en TCA, una problemática va en aumento. Estoy convencida de que cualquier psicólogo que abra consulta se va a encontrar con un TCA tarde o temprano, afirmó.

El máster, dirigido exclusivamente a psicólogos sanitarios o clínicos, aborda herramientas tecnológicas como bots y sistemas de detección de riesgo. “No digo que las redes sociales produzcan TCA, pero sí son un factor de riesgo”, advirtió.

Por su parte, Llorente explicó cómo el Máster en Gerontología y Atención Centrada en la Persona incorpora tecnologías para mejorar la calidad de vida de las personas mayores. “La IA nos está ayudando a llegar a la persona, a acompañarla, y luego los equipos profesionales pueden hacer trabajos de intervención que fomenten la interacción, dijo.

Un momento de la intervención de Andrea Vázquez Bello, directora del Máster en Trastornos de la Conducta Alimentaria de UNIR; y Xavier Llorente Guerrero, director del Máster en Gerontología y Atención Centrada en la Persona y las Relaciones de UNIR.

La moderadora del Foro UNIR conversa con Andrea Vázquez Bello, directora del Máster Oficial en Trastornos de la Conducta Alimentaria de UNIR; y Xavier Llorente Guerrero, director del Máster Oficial en Gerontología y Atención Centrada en la Persona y las Relaciones de UNIR.

Ambos coincidieron en que la formación debe ser práctica, interdisciplinar y adaptada a los nuevos modelos de atención. “La IA ha venido para quedarse, pero los profesionales deben adquirir habilidades y competencias para usarla con criterio”, concluyó Llorente.

Ética, sesgos y humanización

Durante el foro, se plantearon numerosas preguntas del público sobre los sesgos de la IA, la deshumanización de las relaciones y el riesgo de sustituir al profesional. Alba Mármol respondió que “la IA aprende de las personas, y las personas tenemos sesgos. Por eso trabajamos con psicólogos para que la IA se adapte a su metodología.

También se abordó la necesidad de mantener la capacidad de espera y el trabajo personal, frente a la inmediatez que ofrecen los chatbots. “Tenemos que aprender a procesar nuestros propios problemas sin depender de una IA, dijo Mármol, reconociendo que ya hay personas que usan la IA como compañía emocional.

Diego Cajal insistió en que la depresión no se puede detectar sin el apoyo de los psicólogos, y que su trabajo consiste en ofrecer herramientas que los profesionales puedan integrar en su práctica. Eduardo Lleida añadió que “la personalización es clave, porque cada persona tiene su problema y encontrar dos iguales es difícil”.

El Foro UNIR dejó claro que la inteligencia artificial no es ni amiga ni enemiga, sino una aliada potencial que debe ser usada con precaución, supervisión y criterio profesional. Los expertos coincidieron en que la IA puede mejorar la prevención, el diagnóstico, el tratamiento y el seguimiento en salud mental, pero siempre como complemento del trabajo humano.

“La IA no viene a sustituir, sino a conectar”, resumió Alba Mármol. Y esa conexión, si se construye desde la ética, la formación y la colaboración interdisciplinar, puede transformar profundamente la atención psicológica en los próximos años.

Los mensajes principales de los expertos:

Alba Mármol Romero:

  • “Las máquinas no entienden lo que sentimos, pero pueden reconocer gestos, voces o palabras para saber lo que nos pasa”.
  • “La IA no viene a sustituir, sino a conectar. En salud mental, debe ser una herramienta que nos ayude en momentos clave”.

Eduardo Lleida Solano:

  • “La inteligencia artificial ha sido siempre una aliada. Los modelos generativos han revolucionado la comunicación asistida”.
  • “La personalización es clave. Cada persona tiene su problema, y encontrar dos iguales es difícil. Por eso trabajamos en generar datos sintéticos que simulen contextos reales”.

Diego Cajal Orleans:

  • “La depresión no se puede detectar sin el apoyo de los psicólogos. La IA debe ser una herramienta complementaria, nunca sustitutiva”.
  • “Estamos validando aplicaciones accesibles que permiten medir la reactividad al estrés con un simple smartphone. El reto es llevar esto a la práctica clínica”.

Andrea Vázquez Bello:

  • “Los TCA tienen una prevalencia altísima. Cualquier psicólogo que abra consulta se va a encontrar con uno tarde o temprano”.
  • “La tecnología puede ayudar a detectar riesgos, pero necesitamos profesionales formados que sepan intervenir con calidad y criterio”.

Xavi Llorente Guerrero:

  • “La IA ya se está aplicando en gerontología para mejorar la comunicación y el acompañamiento de personas mayores”.
  • “La formación práctica y multidisciplinar es esencial para empoderar a los profesionales y mejorar la calidad de vida de las personas”.
  • Facultad de Ciencias de la Salud

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