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Para que se produzca un incendio es necesario que concurran diferentes factores; evitarlos es clave para la prevención de incendios en el trabajo. Todo es cuestión de estar alerta.
La seguridad en el centro de trabajo es una materia fundamental en la Prevención de Riesgos Laborales (PRL). En este sentido, sin lugar a dudas, la prevención es la medida más eficaz a la hora de evitar el riesgo de incendio en el trabajo.
La mayoría de los incendios que se producen en espacios profesionales pueden evitarse aplicando una serie de medidas preventivas que deben determinar profesionales especializados a través de formaciones como el Máster en Prevención de Riesgos Laborales (PRL). Es fundamental tener presente que aquellos lugares en los que se almacenen o manipulen sustancias explosivas, comburentes, combustibles, no coincidan con ninguna fuente de ignición (llama, aparato, etc.) que pueda provocar un incendio.
De manera general, para garantizar un espacio seguro minimizando el riesgo de incendio, se recomiendan las siguientes prácticas:
- Nunca deben acercarse focos de calor a materiales combustibles.
- Hay que prestar especial atención a los enchufes y no sobrecargarlos. Si es necesario emplear adaptadores o regletas, deberá hacerse bajo la supervisión de personal cualificado.
- Vigilar el mantenimiento y el buen estado de los aparatos, de los cables y de la toma de corriente.
- Al finalizar la jornada laboral es aconsejable desenchufar los equipos o aparatos eléctricos que no necesiten estar conectados.
- No fumar en los centros de trabajo.
- Es importante que el lugar de trabajo se mantenga con unas condiciones de limpieza óptimas, evitando acumular restos de materiales que podrían actuar como combustibles.
- En los espacios en los se manipulen productos que puedan formar mezclas inflamables debe haber ventilación general y/o aspiración localizada.
- Si se utilizan equipos como radiales o sopletes es necesario mantener todas las precauciones, ya que pueden causar un incendio al generar calor.
- Los envases que contengan productos inflamables deben estar debidamente etiquetados. Tienen que ser recipientes estancos y no debe almacenarse más que la cantidad imprescindible.
- No emplear calefactores de resistencia, son mucho más seguros los radiadores de aceite.
- Notificar al departamento de PRL, cualquier anomalía en las instalaciones eléctricas o de protección contra incendios.
- No colocar nada a una distancia de menos de 1 metro por debajo de los detectores de humo.
- Los recorridos y las salidas de evacuación deben estar liberados, la señalización tiene que ser clara y el acceso a los extintores o bocas de incendio debe ser fácil. Por otra parte, los trabajadores deben estar familiarizados con todos estos dispositivos y conocer su ubicación.
- Creación de muros, pantallas y puertas cortafuegos que aíslen las zonas más peligrosas.
La aplicación y control de estas medidas disminuirá el nivel de riesgo, pero es necesario realizar revisiones periódicas y, en caso de que en el centro de trabajo tengan que realizarse tareas peligrosas, supervisar su autorización.
Existen tantos métodos para calcular el riesgo de incendio (método Meseri, método de los coeficientes, de Gretener, de Gustav Purt…) como parámetros o variables a tener en cuenta. Cada uno de esos métodos tiene su propio objetivo, dependiendo de cual sea el fin habrá que elegir uno u otro, eso sí, todos coinciden en la valoración de los factores implicados en el fuego.
Factores de riesgo de incendio en el trabajo
El grado de probabilidad de que se produzca un incendio y los daños que puede causar condicionarán el riesgo:
NRI (nivel de riesgo de incendio) = Probabilidad de inicio de incendio x Consecuencias
Para que el fuego se origine son necesarios tres factores: combustible, comburente y calor. Pero a estos tres factores se une un cuarto porque para que el incendio vaya a más tiene que desprenderse la energía suficiente para que tenga lugar una reacción en cadena. Estos cuatro factores reciben el nombre de tetraedro del fuego:
Combustible
Tienen esa propiedad todos los materiales que pueden arder o ser oxidados. Su peligrosidad está estrechamente relacionada con su estado físico (sólidos, líquidos o gaseosos).
Comburente
Son las sustancias oxidantes que al entrar en contacto con un combustible provocan la combustión. El más habitual es el oxígeno pero hay más (halógenos, nitratos, ozono…).
Focos de ignición
Es la energía necesaria para que combustible y comburente alcancen la temperatura precisa para que se inicie el fuego. Pueden ser de origen térmico, mecánico, eléctrico o químico.
Reacción en cadena
Una vez que se origina el fuego, para poder evolucionar debe provocar la reacción en cadena que lo alimente.
Los procedimientos de extinción del incendio, se basan en eliminar uno de estos factores del tetraedro del fuego. En el momento que se elimina uno de ellos, el fuego se extingue.
Tipos de incendios
Un incendio es un fuego de grandes dimensiones que se desarrolla sin control alguno produciendo efectos no deseados, con consecuencias dañinas tanto a nivel personal como material. Se ocasiona como consecuencia de una reacción química de oxidación-reducción, donde el combustible actúa como reductor y el comburente como oxidante. Para que esa reacción se produzca es necesario que exista lo que se conoce como energía de activación.
La normativa europea que regula los fuegos, la UNE-EN 2-1994/A1:2005, fija cinco clases de incendios dependiendo de la naturaleza del combustible. Esta clasificación atiende a la necesidad de desarrollar medidas y agentes extintores:
Clase A (sólidos)
El fuego afecta a sólidos inflamables, de naturaleza orgánica, como la madera, el papel, tejidos, plásticos…
Clase B (líquidos)
Fuegos en los que intervienen líquidos inflamables, como la gasolina, el petróleo, el aguarrás, la pintura, el queroseno, el alcohol…
Clase C (gases)
Incendios con gases inflamables, como el metano, el butano, el hidrógeno o el propano.
Clase D (metales)
Afectan a metales combustibles, como el sodio, el potasio o el aluminio cuando están convertidos en virutas muy finas.
Clase F (aceites y grasas de cocina)
Esta fue la última clase en definirse, cuando se comprobó que este tipo de líquidos se comportaban de manera muy distinta al resto y, por lo tanto, no se pueden emplear los mismos agentes extintores para apagarlos.
Sin duda, la prevención de incendios en el trabajo es fundamental para evitar graves consecuencias materiales y/o personales. La formación de profesionales en este ámbito es necesaria para definir medidas de prevención efectivas.
