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La Inteligencia Artificial marca tendencia en el VII CITES de UNIR

Los riesgos y retos que implican las tecnologías, su creciente aplicación en todas las disciplinas y la convivencia del hombre y las máquinas han protagonizado las plenarias y conferencias que han suscitado gran interés en el primer día del Congreso

Máquinas que reconocen síndromes genéticos por reconocimiento facial, robots que resuelven problemas filosóficos, montan coches con suma rapidez o hasta pueden convertirse en futuros gobernantes políticos. Y con el beneplácito de un 25% de la ciudadanía. No, no es ciencia ficción. Tampoco un futuro lejano. Se trata más bien del presente. La Inteligencia Artificial ha llegado a nuestras vidas para quedarse y más vale que nos hagamos sus mejores amigos.

Así quedó reflejado en la conferencia “Inteligencia artificial: retos y riesgos” con la que María Amparo Alonso Betanzos, presidenta de la Asociación Española para la Investigación Artificial ha inaugurado la séptima edición del Congreso Internacional de Tecnologías Emergentes y Sociedad (CITES) en el Riojafórum logroñés. Ante un nutrido y rendido público compuesto por cerca de 350 profesores de UNIR, Alonso ha desgranado el devenir de una disciplina que surgió en 1956, cuando un grupo de científicos americanos se reunieron en un college para hablar y debatir sobre informática teórica.

Desde entonces ha ido cobrando protagonismo, pero ha sido recientemente cuando el boom de los datos ha disparado su éxito. Y lo que queda. En una carrera internacional por despuntar en esta área, España es el cuarto país europeo, pero no hay que aflojar. Y son muchas las cosas a tener en cuenta, ya que la Inteligencia Artificial copa ya muchas otras disciplinas, desde la música, al derecho, la psicología, la filosofía o la política y gana terreno en el debate social. “Pero para ello hace falta entender los datos y los algoritmos”, ha señalado Alonso, antes de advertir del papel destacado de los ingenieros. “Debemos ser más responsables de los datos de nuestro entorno, el diseño de los algoritmos deberá garantizar la privacidad y el control de los datos deberá ser humano”, ha recalcado.

La catedrática del Departamento de Ciencias de la Computación de la Universidad de La Coruña ha incidido en algunas cuestiones críticas y que conviene tener en cuenta. En primer lugar, la presencia de la mujer en el mundo de la informática, que en 1986 era del “30% y ahora ronda el 12%; la presencia femenina es importante, aporta diversidad y talento y hay muy buenos expedientes; debemos estar ahí para diseñar ese futuro”. También la universidad desempeña un papel destacado. “Debe ser mucho más flexible, que los planes de estudio sean interdisciplinares, que la frontera entre las ciencias y las letras desaparezca, se introduzca la responsabilidad y la ética en los ingenieros y que la formación sea continua”. De esa forma, ha señalado, se logrará lo que ha denominado Inteligencia Artificial 2.0, “más segura, confiable, justa, accesible y centrada en lo humano, porque no debemos tener miedo, somos los humanos los que vamos a marcar la senda a las máquinas”.

Su intervención ha suscitado gran interés entre los asistentes, que también han seguido con gran atención la segunda cita importante de la jornada, la plenaria sobre la “Investigación e impacto social: algunas claves” a cargo de Paloma Domingo, directora general de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT). En ella, ha abogado por “hacer una investigación e innovación más abiertas, transparentes e inclusivas” para lo cual la educación científica, la participación ciudadana, la ética y el acceso abierto “son fundamentales”.

Eso sí, ante los docentes de las diversas facultades de UNIR, Domingo ha recalcado la importancia de hacer partícipes a la sociedad y los ciudadanos de los beneficios de la investigación. Una buena comunicación resulta indispensables, pero también el conseguir que la investigación llegue al mercado para generar un retorno. “Contar con inventiva y actividad industrial son cruciales para que una innovación funcione”, ha insistido.

Sus palabras han dado paso a una de las propuestas más esperadas de esta edición, que repite debate humanista tras el éxito logrado el año pasado, si bien en esta ocasión el formato ha sido más dinámico. Bajo la premisa “¿En qué podemos ser mejores que Harvard?” Carlota Pérez Sancho, Gilberto Llinas, Juan Martín Quevedo, Beatriz Romero, Sergio Arce y Myriam Ferreira no han dudado en subir al escenario para confrontar sus ideas bajo la batuta de Javier Aranguren, coordinador editorial de Nueva Revista.

Tan apasionante coloquio se ha solventado con la victoria, un año más, de Ferreira, quien ha asegurado que “somos los únicos profesores que miramos a los ojos a todos nuestros alumnos”.

Con esa verdad en mente, la tarde ha sido el punto álgido de las facultades. Mientras la de Educación se volcaba en revisar la docencia universitaria en dicha área, en Empresa y Comunicación han abordado sus proyectos trasversales y los horizontes y nuevos retos que afrontan.

En similares términos se han expresado desde la Escuela Superior de Ingeniería y Tecnología y la Facultad de Salud y de Ciencias Sociales y Humanidades.

Mientras que, en la de Derecho, Guillermo García e Hilda María Garrido han ejemplificado con casos prácticos la innovación docente jurídica y Alejandro Sánchez del Campo Redonet, counsel en el área de Startups & Open Innovation de Garrigues, ha hablado sobre un tema de gran actualidad, el abogado tecnológico.

Pero, ¿qué hace falta para responder a dicho perfil? Pues ser curioso. Tal cual. Sin mayores complejidades. Así lo ha destacado Sánchez del Campo, quien ha partido de la premisa de que “las máquinas van a sustituir a las personas en la realización de las tareas repetitivas y con cierta carga de volumen”.

Toda una obviedad en la actualidad, por lo que ha instado al mundo de la abogacía a aprovechar esas soluciones tecnológicas para resolver cuestiones monótonas “en minutos” y a utilizar herramientas para aproximar su labor a los clientes.  “¿Por qué no usar un canal generalista como YouTube para explicar una cuestión jurídica?”, ha planteado. Y es que ha remarcado que “la transformación digital no es digitalizar; sino que se trata de un cambio cultural y estratégico que exige cambiar el ‘chip’”.

“Los abogados normalmente contestamos por escrito en un mundo que cada vez consume más contenido audiovisual. ¿Por qué no explorar esta vía?”, ha invitado. “O eres diferente, o eres barato; no hay otra manera de competir”, ha señalado. Y para saber distinguirse y saber sacar partido al entorno digital, hace falta “más curiosidad que conocimientos”. Queda claro.

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