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Credibilidad y modelo de negocio: grandes retos del periodismo actual

Periodistas de diversos medios  intercambian en UNIR impresiones sobre el presente de la prensa escrita y digital y resaltan la importancia de la información de calidad frente al consumo masivo de noticias

Una sentencia judicial esperada, un suceso escabroso, una curiosidad anecdótica o la última bronca televisiva. Son algunas modalidades de noticias que generan, usualmente, mayor expectación. Pero, ¿a través de qué forma se consumen? ¿Los lectores prefieren medios off u online? ¿Quién filtra esas noticias? ¿Constan de suficiente credibilidad? ¿Se prioriza la noticia sobre la información contrastada y de calidad? Estos y otros planteamientos son los que han saltado a la palestra en el transcurso de la segunda sesión del Foro ‘La construcción de la opinión pública’ que acoge la Universidad Internacional de La Rioja.

En este nuevo encuentro, que organiza la Facultad de Ciencias Jurídicas, Sociales y Humanidades y dirigen Carmelo Encinas y Miguel Ángel Garrido Gallardo, el punto de partida fue el futuro -más bien presente- de la prensa escrita y de las redacciones digitales nativas. Un inicio sobre el que no han dudado en opinar los dos principales ponentes, Francisco Marhuenda, el director de La Razón, y José María Crespo, director general de Público. Tan apasionante tema se ha estrenado con una declaración de principios. La de Marhuenda, quien considera que “seguirá habiendo un mercado de prensa de papel porque tiene una notable influencia y peso importante; las tertulias se marcan en función de lo que digan y la gente quiere seguir apareciendo en papel”.

El descenso del número de puntos de venta, el cambio en los hábitos de consumo, la crisis económica y la financiación del papel en un mercado publicitario “deficiente” son algunas de las claves que ha aportado el periodista, preocupado por la “calidad de los contenidos que se produzcan, porque hay medios de comunicación serios, pero temo que lo digital, si prolifera, se convierta en una selva”.

Su argumento enlaza con el de Crespo, que hace una distinción entre noticia e información. “A los periódicos escritos les deja un margen importante de vida para hacer información, que es una interpretación de la avalancha sistemática, metódica y confusa de noticias”, ha valorado. “Todo el mundo presume de estar informado porque ha sido invadido por su radio, tele, ordenador… pero eso no es información, yo entiendo que es aquella que te facilita un medio y te ayuda a reflexionar o interpretar por qué se ha producido”, ha insistido.

Pero no solo afecta al público, sino también a los propios periodistas. “Profesionales que saben de su oficio, que investigan y trabajan la información del día, se paralizan por algo que ha salido en las redes “, ha advertido. Para él no se trata de que el papel tenga mayor calidad que la prensa digital, sino que son diversos soportes que afrontan una crisis de modelo industrial periodístico donde las empresas han hecho una reconversión y una “escabechina humana que conlleva pérdida de calidad y prestigio”. Su experiencia online le alerta sobre el riesgo “inmenso e infinito de las posibilidades de desinformación, porque Internet se ha convertido en el monstruo, ha cogido vida propia y hay peligro de que todo lo que circula y es viral te haga dudar”.

Más tajante se ha mostrado Constantino Mediavilla, de madriddiario.es al asegurar que el papel “ha muerto, otra cosa es cuándo vamos a enterrarlo”. ¿Sus razones? Múltiples: que el punto de venta no vive del papel, que la calidad del digital no desmerece del medio impreso, que los anunciantes avisan de que “no hay tarta para todos” y que la gente “lee noticias por encima de los medios, les importa poco quién hay detrás”. En representación de El Mundo, Iñaki Gil ha puesto de relevancia un plus del papel, la jerarquía de los contenidos “que ninguna web puede reproducir”, y ha dejado claro que, en su opinión, “hoy son las redes sociales las intermediarias en vez del periódico” y que lo idóneo sería “dejar de dar gratis lo mejor que producimos y hacer lo que mejor sabemos, periodismo”.

Sus palabras han sorprendido a Elsa de Blas, periodista de El País, para quien, además de lo preocupante que resulta el hecho de que Facebook cope el primer puesto como distribuidor de información, lo más grave es algo que afecta a la esencia misma del periodismo: la credibilidad. “Los jóvenes no nos acaban de creer y dudo que paguen por ello cuando hay un desprestigio creciente de los medios de comunicación y un fenómeno de noticias falsas”, lamentó. Por eso, además de la labor actual que los redactores ya realizan en soportes multiformatos, considera de vital importancia “luchar por la función social del periodismo, en defensa de la verdad, porque está en juego”.

Para José Luis Prusén se trata este de un tema preocupante. “Hay una serie crisis de credibilidad, no solo de los medios impresos o de las empresas, sino de paradigma”, alerta, al igual que pone el freno a la hora de matar a “la gallina de los  huevos de oro porque el 80% de los ingresos lo sigue generando el dinosaurio del papel, cuyo tiempo se acortará en el momento en que Internet descubra un modelo de negocio”, ha matizado el director del diario La Rioja, del grupo Vocento. En su opinión, por ahora, los regionales juegan con la ventaja de la cercanía al foco de información.

Con él ha coincidido Juan Fernández Miranda, de ABC. En su opinión, las empresas periodísticas con mayor seguimiento en papel son las mismas que en digital. También defiende la idea de Gil relacionada con la jerarquización de la información  y ha apuntado a que el debate de fondo es el de “la viabilidad y sostenibilidad del periodismo de calidad, la labor del periodista como persona que selecciona la información y la jerarquiza y qué tipo de periodismo quiero tener en la red”.

Pese a tal agorero panorama, todos ellos han querido aportar un rayo de luz más optimista al concluir que el periodismo “tiene larga vida porque es necesaria una profesión ética al servicio de una sociedad que sigue necesitando que le separen la verdad de la mentira”.

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