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Valeria Groisman: “Leer es una invitación a pensar más allá de lo evidente”

La escritora argentina, exestudiante del Máster en Escritura Creativa de UNIR, repasa los comienzos de su nueva novela, el papel fundamental de las mujeres en la literatura y las oportunidades literarias que brinda una realidad que a veces parece ciencia ficción.

Groisman publica su próxima novela en abril.

Groisman se expresa con una gran humildad. Cada pensamiento que comparte comienza con un “creo que”. No duda, eso sí, de que empezó a redactar su nueva novela para cumplir con el proyecto creativo del Trabajo Final de Máster (TFM).

La pieza partió de una experiencia personal. Fue añadiendo detalles de imaginación y, al final, entregó al coordinador del Máster, Mario Aznar, algo “mucho más grande”.

“El resultado es una novela híbrida, que nace de un hecho autobiográfico para asentarse poco a poco en el mundo de la ficción”, cuenta Groisman.

La obra muestra a la ansiedad como un fenómeno contemporáneo y mezcla literatura y ciencia, dos orillas quizá opuestas pero que, según aprendió Groisman en el posgrado, tienen mucho en común.

El Máster, asegura la escritora, influyó mucho en el proceso creativo para diseñar una novela que se publicará el próximo abril y se presentará durante la Feria del Libro de Buenos Aires.

¿Quién es Valeria Groisman?

Valeria Sol Groisman (Buenos Aires, 1982) escribe desde muy pequeña. Muy al principio trasteó con poemas “muy cursis y torpes”, luego probó con comienzos de novelas que jamás llegaron a convertirse “en algo digno”.

Fue siempre también muy lectora, y sigue siendo una amante de los libros. Pero no se animó a continuar con la ficción, pese a que comenzó muchos cuentos y obras más amplias que dejaba irremediablemente a medias.

Intuye que estas renuncias derivaban de cierta vergüenza a que la leyeran, según confiesa. Por eso quizá estudió Periodismo y Comunicación Social, ejerció como periodista y se concentró antes en los hechos que en la imaginación.

valeria groisman

Valeria Groisman.

Sin embargo, mantuvo siempre un íntimo deseo de expresarse mediante la literatura. Leer y escribir son las dos acciones protagonistas de su vida. Dos formas de refugio, espacios personales e intransferibles que, entre otras cosas, la apoyaron en momentos difíciles.

Subraya incluso que su educación sentimental y filosófica no la recibió ni en la escuela ni en casa, sino a través de la literatura, el cine y la música. Luego se matriculó en el Máster en Escritura Creativa de UNIR. Y todo cambió.

“Creo que el Máster me aflojó. Me ayudó a soltarme en la escritura. Ayuda igualmente la edad. Quizás la certeza de que el tiempo es finito te lleva a cumplir con lo que siempre quisiste. Y, en particular, el Máster te da práctica. Eso de tener que escribir y escribir es una gimnasia necesaria para soltar los dedos y dejar que bailen con libertad sobre el teclado”, explica.

¿Por qué lucha Valeria Groisman?

Groisman es madre, trabajadora y escritora. Condiciones hoy compatibles, posibles, pero impensables hasta hace muy pocos años.

La escritura, continúa Groisman, era una alternativa para mujeres con una posición económica que les permitía disponer de tiempo libre. Ella, no obstante, tiene tareas, responsabilidades, tiene que ganarse su sueldo. Dispone, eso sí, de un cuarto propio, en referencia a Virginia Woolf.

Aún hoy pelea por mantener ese espacio de creación y libertad que conlleva, en ciertas ocasiones, sacrificar parte del tiempo entregado a su familia o a su trabajo. “¿Me lo he ganado? No. Lo he buscado y he luchado por él”, afirma.

La realidad de las mujeres aún no se refleja en la literatura.

 

Pero es optimista, y asegura que cuantos más libros escriban las mujeres, más diversidad femenina habrá en la literatura. La autora argentina detesta las novelas tipo chic lit en las que el estereotipo de la mujer es de libro (valga la ironía).

“¿Cómo una mujer escritora puede elegir contar eso sobre ella misma?”, se pregunta. “Creo que la realidad de las mujeres no se refleja todavía en la literatura. Prevalecen en el discurso escrito estereotipos y estructuras sociales que ya no nos representan”.

La asignación artística de los roles de género en la cultura occidental evoluciona, aunque de manera lenta. Ejemplifica con que son hombres, en su gran mayoría, quienes ganan los premios literarios.

Parece haber géneros literarios exclusivamente masculinos, como el terror, el policíaco o la ciencia ficción. Y otros muy asociados, de algún modo, a la mujer: temas cercanos a la intimidad, la confesión, la belleza, la vejez, el amor, la maternidad. Una división obviamente errónea.

Una realidad que parece ficticia

En un plano aún más general, la literatura del yo está en auge, en su opinión. Una consecuencia lógica teniendo en cuenta la era en la que vivimos, dominada por las redes sociales.

Groisman lo argumenta: “Creo que en parte estamos muy acostumbrados a ser testigos de la vida de otros en las redes y eso se refleja en la elección de lo que elegimos leer”.

La realidad del mundo actual es también para la exestudiante de UNIR la esencia del resurgir de la ciencia ficción. Marte ya parece un destino menos imposible para la humanidad, la inteligencia artificial es un hecho incipiente, y hasta Bill Gates ha propuesto que los humanos tapen el sol para frenar el cambio climático.

Desde hace años se producen cataratas de noticias cada vez más increíbles, ilustra Groisman. La subsistencia de un género como la ciencia ficción, que se alimenta de lo increíble, pasa por ir mucho más allá de la imaginación estándar.

“Eso me resulta fascinante y un desafío”, añade.

La importancia de la literatura

En cualquier caso, más allá de los avatares de la actualidad, es seguro que se seguirán contando historias. Porque contar historias es una de las cosas más universales, y hasta inevitables, de las personas: todos vivimos contando las nuestras.

“Nos subimos a un taxi y contamos una historia. Vamos al médico y contamos una historia. Salimos con alguien por primera vez y contamos una historia. Nos presentamos en una entrevista de trabajo y también contamos una historia. Vamos al banco a pedir un crédito y cobramos una historia”, cuenta Groisman, divertida.

Y la literatura está hecha de esos relatos que se cuentan y son escuchados. Groisman está convencida de que aquellos que son capaces de escribir y de, al mismo tiempo, conseguir algo bello, emocionante, movilizador o profundo, no deberían de desperdiciar la oportunidad.

Las palabras, los libros, salvan vidas. Una buena historia puede cambiar tu vida.

 

Porque, entre otros motivos, las palabras, los libros, salvan vidas: “Una buena historia puede cambiar el rumbo de tu vida, sacarte una carcajada o ayudarte a tomar una decisión”, sostiene la escritora.

Lejos de atribuirle un valor instrumental a la literatura, Groisman entiende que muchas veces una creación literaria sí tiene ese valor aunque el autor o la autora en primera instancia no se lo haya propuesto.

El que lee sabe que un libro es mucho más una narración: “Es una invitación a pensar más allá de lo evidente”, concluye.

Reflexiones que surgen de un debate filosófico y cultural honesto que impulsa el propio Máster en Escritura Creativa a lo largo de su plan de estudios, alentadas por un cuerpo docente “capaz, amoroso, comprensivo y cercano”, dice Groisman, que elogia también unos contenidos muy interesantes y una metodología que acompaña y hace sentir cómodos a sus estudiantes.

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