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La otra actualidad de la tragedia: democracia, teatro y conflicto según Eduardo Maura

"Lo relevante no es si el héroe trágico ejecuta acciones que no puede comprender o cuya repercusión no alcanza a prever, sino que en esa dimensión de la acción humana hay un conflicto. La clave de que las acciones humanas estén abiertas es que generan conflicto. Es que son conflictivas", sostiene Eduardo Maura, doctor en Filosofía y portavoz de Cultura de Unidos Podemos en el Congreso de los Diputados.

Afirma Eduardo Maura en esta openclass que ha impartido en UNIR:

“Es habitual que la actualidad de la tragedia se plantee en términos de universalidad, por una parte, y de eternidad por otra. No creo que deba partirse de que la tragedia es actual porque es universal cuando es un asunto netamente ateniense, y por otro lado como algo eterno, como algo inmutable. La tragedia no solamente ha mutado, no solamente ha cambiado a lo largo de la historia, sino que su recepción ha sido enormemente diversa. Lo que a un Racine, por ejemplo, le parecía un universal de la tragedia, no nos lo parece a nosotros en el siglo XXI; lo que a grandes lectores de la tragedia de otras épocas y de otros lugares les ha parecido universal, no nos lo parece a nosotros. Luego pondría en cuestión, para empezar, que la actualidad de la tragedia tenga que estar necesariamente basada en su condición de universal y de eterna o inmutable.”

“Creo que es importante, para pensar la tragedia en nuestros días, partir de la base de que la tragedia ateniense fue una institución democrática. Una institución enormemente relevante para la vida pública en la Atenas del siglo V y que ha dejado una huella o deja una huella imborrable en la historia del pensamiento. No se puede separar la condición de institución pública, democrática de la tragedia, de, por ejemplo, cuando Platón expulsa a los poetas de la ciudad al final de su República. Platón está reconociendo en última instancia que allí donde hay tragedia, hay democracia, y que allí donde hay democracia hay tragedia, y que donde la democracia no puede continuar, y ese es el caso de la ciudad que Platón concibe, la tragedia debe también perder su lugar preponderante y debe pasar a ocupar un lugar marginal. Platón no quería acabar con el arte, quería acabar con el lugar público central que ocupaba el arte en la ciudad que él conoció. En la Atenas que él conoció de joven y de la que en última instancia es tanto crítico como heredero. En ese sentido es importante pensar siempre en la tragedia como institución pública democrática.”

 

“La tragedia ateniense fue una institución democrática”.

 

“En segundo lugar, es una institución peculiar, no una institución cualquiera. Pensamos muy a menudo en las instituciones como algo firme, como algo ordenado, como algo muy bien reglamentado, cuando sin embargo la tragedia ateniense es una institución que está intensamente vinculada con lo ambiguo de la vida cotidiana, con lo ambiguo de las acciones humanas, con lo que algunos teóricos del mundo griego como Cornelius Castoriadis han pensado como hipótesis del caos. Ya en Hesíodo hay una referencia muy importante al caos, al desorden, como fundamento del mundo, como origen del mundo; la tragedia es en última instancia heredera de esa relación peculiar íntima con lo inexplicable, con el caos y con el desorden.”

 

“Platón en su República reconoce en última instancia que allí donde hay tragedia, hay democracia, y que allí donde hay democracia hay tragedia”. 

 

“Es importante entender por tanto que la tragedia nos vincula también con lo inexplicable. Es una institución pública que nos vincula con lo inexplicable. Eso hoy parecería impensable y sin embargo en la Atenas democrática ocupó un lugar muy central.”

“Muy importante también, en tercer lugar, recordar que la institución trágica es una institución que tiene su relación con su propio pasado, tiene una relación de continuidad problemática y también de superación de  la tradición oral de la épica. Históricamente, uno de los grandes poemas del mundo griego, las grandes historias del mundo griego, han tenido que ver con Homero, fundamentalmente, también con Hesíodo y con muchos otros, pero fundamentalmente es Homero quien porta la esencia de en qué pueda consistir ser griego. Homero era un poeta épico, fuera una o muchas personas, no nos importa ahora mismo esa cuestión. Homero era un poeta épico cuya obra se transmitía oralmente, cuya obra se disfrutaba oralmente en las plazas de los pueblos. Muy diferentes rapsodas y muy diferentes cantores han narrado, han cantado, han disfrutado en comunidad de la obra de Homero llevándola a la plaza de los pueblos, con un público que muchas veces estaba compuesto básicamente de niños, de personas que pasaban por allí, de mujeres, de muy diferentes personas que de alguna manera constituyeron la importancia específica de Homero para la vida cotidiana en Grecia. Homero no era un asunto culto en Grecia, no era un asunto de unos pocos, era parte de la vida cotidiana, o como se ha dicho también,  de la leche materna de la cultura griega.”

“En nuestros días el teatro es algo o cotidiano, que se puede disfrutar durante prácticamente todo el año, es verdad que hay momentos excepcionales, pero es una institución cotidiana, y en Grecia las representaciones de tragedias eran apenas dos veces al año. Había dos ciclos al año, y sin embargo la tragedia ocupaba un lugar muy destacado en la vida de los atenienses  durante todo el año; la preparación de la siguiente ronda de tragedias, del siguiente año trágico, ocupaba la vida de muchísimas personas, durante todo el año, lo cual hacía que fuera tan excepcional  como cotidiana. No se hablaba de tragedia solamente cuando se representaba; se hablaba de la tragedia y la tragedia era relevante en todo momento, todos los días del año, y eso me parece que es importante tenerlo en consideración porque hoy no se da esta situación. Hoy la tragedia, o el teatro en su conjunto, tienen un papel, quizá destacado en las artes, pero no están en las conversaciones de la vida cotidiana del común de los mortales que habitamos las ciudades y los pueblos de Occidente.”

 

 

“La tragedia era relevante en todo momento, todos los días del año.”

 

“Creo que la actualidad de la tragedia es, por tanto, inseparable de su condición de institución pública en Atenas. Claro. Ya no vivimos en Atenas, ya no vivimos en aquellas condiciones sociales, en aquellas condiciones económicas, en aquellas condiciones lingüísticas, y en aquellas condiciones geopolíticas y culturales. ¿Qué podemos considerar hoy como actual de la tragedia?

“Unas de las relaciones de las tragedias más relevantes es ese resto de caos, de desorden, que algunos teóricos como Castoriadis han puesto de relieve. El tipo de caos, el tipo de desorden con el que la tragedia ateniense se conecta, no es cualquier tipo de desorden, cualquier tipo de caos, no es el caos cosmogónico de Hesíodo, ese caos fundante de la humanidad, ese caos que está en el origen de todas las cosas, sino más bien ese caos que sería el equivalente a una especie de Big Bang del mundo ateniense, del cosmos griego, es un caos diferente, es un caos que tiene que ver en primer lugar con la ausencia de correspondencia entre las intenciones de nuestras acciones y los resultados que obtenemos de las acciones que llevamos a cabo. Es decir, el hecho de que en la intencionalidad humana hay siempre un resto de caos o resto de desorden que hace que mis intenciones no lleguen al resto de personas que viven en el mundo que comparten conmigo la vida cotidiana como a mí me gustaría. Y por eso a veces malinterpretamos las intenciones. Es muy importante que entendamos que la tragedia basa una parte de su potencial también dramático en el hecho de que las intenciones de los actores, de los héroes, de los personajes, son intenciones que permanecen ocultas o que incluso engañan a otros personajes. Y por tanto, en las acciones humanas hay siempre un resto de caos, que es eso que no alcanzamos a comprender del otro. Es eso que incluso cuando vemos al otro venir, nos hace pensar qué querrá, qué es lo que verdaderamente quiere, qué es a lo que verdaderamente aspira con esa acción que está llevando a cabo. Hay algo siempre, y esto sí que creo que es actual, en las acciones humanas que permanece imposible de comprender, imposible de explicar, ese es ese resto de caos, o de desorden, diríamos con Castoriadis, que hace que la tragedia ateniense tenga la potencia que tiene en términos dramáticos.”

 

“En las acciones humanas hay siempre un resto de caos, que es eso que no alcanzamos a comprender del otro”.

 

“En la misma línea pero aportando un plus de significación, está la cuestión de que no somos dueños de la significación de nuestros actos, no somos dueños del sentido de nuestras acciones. Una persona cualquiera, la existencia de otras personas, la existencia de lo otro, hace que cualquier cosa que hagamos pueda ser interpretada de una manera que no estaba prevista. De una manera que al no estar prevista, puede generar consecuencias completamente imprevistas y completamente indeseables en algunos casos. Y me importa mucho esto, el sentido de los actos de los personajes trágicos no está cerrado, no es un sentido cerrado, está abierto. El sentido de la vida humana y de las acciones humanas permanece abierto. Hay algo ambiguo, por definición, en la existencia humana. Y que se puede interpretar tanto desde el punto de vista de la intención como desde el punto de vista del sentido.”

“Lo relevante no es si el héroe trágico ejecuta acciones que no puede comprender o cuya repercusión no alcanza a prever, sino que en esa dimensión de la acción humana hay un conflicto. La clave de que las acciones humanas estén abiertas, es que generan conflicto. Es que son conflictivas. Cuando hablamos de desorden, hablamos también de conflicto. El conflicto está en la vida personal y en la pública, por tanto.”

  • Teatro

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