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Jane Campion o el arte de escribir cine

Pocas cineastas son tan conocidas como Jane Campion. No solo es la primera mujer en haberse consagrado en el Festival de Cine de Cannes, sino que es reconocida por la calidad de su obra tanto a nivel de escritura como visual.

Pocas cineastas son tan conocidas como Jane Campion. No solo es la primera mujer en haberse consagrado en el Festival de Cine de Cannes, haciéndose con la Palma de Oro por El Piano en 1993, sino que es reconocida por la calidad de su obra tanto a nivel de escritura como visual.

Campion es una guionista y cineasta que ha triunfado haciendo cine y televisión, así como un sinfín de cortometrajes de notable calidad; basta con remitirse a After Hours, de 1984, para contemplar el talento de esta autora incipiente cuya narración ya subraya la calidad que exhibiría posteriormente en su trayectoria en el mundo del largometraje.

El inicio de su fama

La fama le llegó de la mano de El Piano, un drama escrito y dirigido por Campion de imágenes y banda sonora imborrables. En él se aborda la vida de Ada McGrath (Holly Hunter), una pianista de 1851 que es casada con Alistair (Sam Neill), un hombre soberbio e ignorante al que no ama. Tras en enlace, tanto Ada como su hija (Anna Paquin) se ven obligadas a dejar Escocia para vivir en Nueva Zelanda, a donde llegan con el piano que la mujer toca con gran maestría. Ada no puede hablar, es muda, lo cual no solo hace muy difícil la comunicación con el mundo exterior, sino que también le arrastra a la abstracción de una vida que no le llena.

El marido de Ada, con su incapacidad de entender el talento de su mujer, decide vender su piano a George (Harvey Keitel), vecino del matrimonio, quien propone a Ada ser su alumno de música para aprender a tocarlo. Lo que comienza siendo unas clases musicales termina en un tórrido romance entre ambos, algo que se tornará en tragedia al llegar a oídos de Alistair.

La crudeza de la narración, la innovación en el enfoque del guion y el poder visual de la cinta no solo le granjearon un éxito inmediato, sino que Jane Campion recibió una ovación de veinte minutos por parte de la crítica en el Festival de Cannes. Tras los Oscar recibidos (al Mejor guion, Mejor actriz y Mejor actriz de reparto para una Anna Paquin de once años), El Piano se presentaba como una obra maestra de difícil equiparación.

Siguió deslumbrando

Con todo, el talento de Jane Campion volvió a deslumbrar años más tarde, cuando escribió y dirigió Bright Star (2009), película sublime de la que ya he escrito en innumerables ocasiones, pero de la que quisiera rescatar su magnífico guion.

En esta ocasión, Campion nos vuelve a adentrar en una historia de amor ardiente reprimida, sin embargo, por el inquebrantable peso del qué dirán. El poeta John Keats (Ben Whishaw) y la joven británica Fanny Brawne (Abbie Cornish) inician un romance del todo inesperado. Él es intelectual, ella apenas una adolescente confinada en el ámbito doméstico. Pero el amor surge. La poesía de él se expande con ella, y la fortaleza de Fanny es capaz de derribar todo prejuicio. No obstante, la fortuna no los acompaña. A la pobreza de él se suma su precario estado de salud. Uno impide el matrimonio con Fanny y el otro imposibilita su vida en común.

En esta ocasión, Campion se decide por una historia repleta de privación y limitaciones enfrentándonos a su realidad con la exuberancia. En lugar de apostar por una narración áspera y bronca, la directora y guionista recurre a la belleza, una alegoría visual, remarcada por el director de fotografía Greig Fraser, que adentra a la audiencia en la hermosura del amor que ambos sienten. El siglo XIX y todas sus penurias son retratadas por Campion con la maestría de un paisajista, y la pasión descarnada de los amantes se acerca en un primerísimo primer plano que recuerda a los retratistas más poderosos de la historia del arte.

Obras maestras

No en vano, Bright Star fue nominada a Mejor película en el Festival de Cannes, y al Mejor vestuario tanto en los Oscar como en los BAFTA. Sorprendentemente, ni la banda sonora de El Piano ni la fotografía de Bright Star recibieron nominación a los Oscar, lo cual no deja de ser significativo respecto a la poca visión que, en ocasiones, despliegan algunos académicos.

En todo caso, tanto la primera como la segunda son dos obras maestras, firmadas por una guionista y cineasta que no ha gozado del reconocimiento que merece. Desde aquí, como profesora del Máster en Guion online, vaya nuestro homenaje a la directora neozelandesa a la que nunca le estaremos lo suficientemente agradecidos.

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